El día antes de que muriera le escuche decir a mi abuelo algo así como: "quiero morirme" o "preferiría estar muerto". No lo dijo muy alto, pero si lo suficiente claro como para que varios lo escucháramos. Nadie pareció tomárselo en serio, nadie supuso que sería un ultimatum.
A la mañana siguiente amaneció muerto. Una brisa helada pareció recorrer la habitación cuando vimos su cara. Suspiramos... nos echamos hacia atrás, nos quedamos fríos viendo su cara. Todos lo sabíamos, pero nadie se atrevió a decir aquella palabra que definía la evidencia. Es dura, pero la oímos con naturalidad y a menudo, casi con demasiado desparpajo, incluso con ironía. Pero resulta impronunciable cuando la ves cara a cara. Más que en el acento, se escucha en el aliento, en la mirada... la muerte en esos instantes deja de ser palabra y se convierte en nuestro semblante reflejo de su propio significado.
Sin embargo, las brisas pasan, y aquel rumor helado no tardó en abandonar la habitación. A la larga nadie pareció echar demasiado en falta al abuelo...
Quizá él se dió cuenta de que así ocurriría, y no encontró más motivación para seguir dando dolores de cabeza. así que nos anunció su muerte con más discrección y silencio que preocupación.
Después de tantos años y penurias un final así de simple...
Galeano diría que utilizó un músculo secreto para decidir su final.
nooo esto es lo que busco