Sssss, no hables. Nada de lo que hagas o digas podrá impedir lo que ya viene. Sólo observa, llora si quieres, pero no intentes nada, es inevitable.
Mira la lejanía, ¿qué ves en el brumoso horizonte?. Son los soviéticos, que se acercan. Puedes oír el estruendo de la artillería, puedes incluso ver el fuego, pero desgraciadamente aún están lejos. No podrán salvarlos.
Ahora mira dentro. Pero no te fijes en los del reluciente uniforme, esos que se ven sanos y prósperos. Fíjate en los del traje a rayas y una estrella en el pecho, en esos que están marcados como animales.
Observa: uno de los prósperos ha salido al patio. Lleva una lista en la mano. Ha llegado el momento.
No preguntes qué está diciendo. Sabes que son nombres, los nombres de aquéllos a los que les ha llegado la hora.
En el interior del barracón dos mujeres con camisa blanca y corbata les obligan a desnudarse. Hace frío, los niños y los ancianos tiritan, el pánico y la impotencia llenan el aire.
Una de las mujeres abre la puerta metálica, que produce un siniestro chirrido. Como corderos en el matadero, el grupo avanza hacia el fondo de la cámara abierta.
Contén la ira, no caigas en la bajeza de los verdugos. Sólo resígnate, no eres tú al que la Historia va a tachar de cobarde asesino.
Atento. Han cerrado la puerta. Escucha el llanto de las mujeres, imagina todas esas personas desnudas, hacinadas, humilladas, invadidas por el horror.
En cuestión de segundos todo habrá acabado.
Cierra los ojos, apriétalos hasta que el dolor sea agudo. Quizás no sufran ya.
Ambientado en Auschwitz.
Dedicado a todas las víctimas del Holocausto.
Este relato es verdaderamente espeluznante, y lo peor de todo es que se trata de hechos absolutamente reales, de monstruos de carne y hueso mucho peores que los de ficción. Me sumo también al homenaje a todas las víctimas de la violencia y de la crueldad humana. La narración es excelente: muy directa, te hace que lo estés viviendo. Saludos.