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Categoría: Románticos

Una entrevista importante

El llamado me había sacado de la oficina más que volando. No tuve casi que hablar para que me dieran permiso. Fue realmente inesperado. Todo estaba calculado para dentro de unos días, pero supongo que el calor y esa humedad que hacían el día casi irrespirable...

Mis pies me conducían sin gobierno, como si solos supieran adónde ir.

Los recuerdos, como flashes, asomaban entre mis sensaciones sobreexitadas. Los principios peleaban con la realidad cotidiana. Sorteaba baldosas flojas con el resto de agua de una baldeada...

Subí al auto. Me costó encenderlo. Creí que iba a ahogarlo por insistir tan seguido, pero por fin arrancó. A pesar de mi ansiedad, avancé despacio y con cuidado. Parecía en éxtasis.

Después, los semáforos que parecían detenerme a propósito o aquél taxista que avanzó por la derecha como si fuera por la izquierda y quiso hacer valer su postura... Pensé en la maldita educación de mis hermanos, después me extendí al mundo mientras avanzaba despotricaba contra las guerras, las injusticias y el hambre. No se salvó ni el gobierno, ni el ministro de educación, ni el de economía.

Por fin, había llegado. No recuerdo si cerré el coche con llave. Me puse el saco mientras avanzaba. Creo que consideraba que éste era un encuentro realmente formal y debía estar presentable. No sentí los escalones cuando subí la escalera principal. Me transpiraban las manos. Tenía seca la boca. Me chocaba con la gente sin querer, pedía disculpas sin detenerme y una vez en el ascensor, me sequé las manos con mi pañuelo. Acomodé mi cabello. Me arreglé el saco, pero dejé algo floja la corbata. Me quité los anteojos. No sé si veía mejor...

Cuando abrí la puerta, sin pronunciar palabra alguna, alguien, no sé quién, lo puso en mis manos...

Creí que se podría romper. Me temblaban las piernas. No me salía la voz. Se me humedecieron los ojos. Y de pronto, todo me pareció mejor. Creo que hasta podría haber abrazado al ministro de economía y al de educación. Se me dibujó una tonta sonrisa que no podía borrar. Levanté lentamente la cabeza. Me acerqué despacito, me senté junto a ella, le dí un beso en los labios sin poder dejar de sonreír...

Me había convertido en papá y esa pequeña humanidad reivindicaba a toda la humanidad y prometía hacer algo por todos, aún sin hablar.

Tal vez, porque el milagro siempre está en lo que vendrá...
Datos del Cuento
  • Autor: LIBESCH
  • Código: 1773
  • Fecha: 21-03-2003
  • Categoría: Románticos
  • Media: 6.07
  • Votos: 44
  • Envios: 1
  • Lecturas: 5128
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
felicidad segurado
invitado-felicidad segurado 28-03-2003 00:00:00

!!!!!!!!estupenda forma narrativa, me encantó, tienes mucho talento. Un infinito abrazo, FELICIDAD SEGURAD

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 22-03-2003 00:00:00

Intuí de un comienzo que se venía un nacimiento. En esos momentos todo se olvida, es verdad. Saludos.

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