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Categoría: Misterios

El Solsticio

Daniel daba vueltas en su habitación, pensaba el que debía comprarle a su hermana Inés por su cumpleaños. Todos los años tenía que estrujar su cabeza para regalarle algo muy original. El año pasado le había regalado un cojín en forma de nube y le había encantado y es que aunque su hermana fuera a cumplir 16 años seguía siendo como una niña. Daniel tenía 2 años más que ella y 4 menos que Alba la peque de la familia.
- ¡Daniel a comer!- le gritó su hermana pequeña
- Ya voy- respondió abriendo la puerta
Por fin llegó el cumpleaños de Inés, Alba le había comprado una lampara preciosa. ¿Le gustaría el collar que le iba a regalar Daniel?
- ¡Oh! Es preciosa Alba –exclamó Inés al ver la lampara- este año te lo has tenido que currar más eh! Dani.
- Espero que te guste, graciosilla
- Seguro que si – dijo mientras abría el regalo- uf, esto debe ser caro ¿de donde has sacado tanto dinero? Con esto seguro que triunfo es fantástico. Muchas gracias a los dos.
- De nada – respondió su hermana y se marcho
Alba no era de muchas palabras, era tímida incluso con su familia, sólo tenía una amiga y no salía mucho de casa, ni siquiera de su habitación. Vivía sumergida en un mundo de libros y decía que no necesitaba nada más, pero sus hermanos sabían que ella no era del todo feliz. Había tenido problemas para relacionarse por culpa de su inteligencia, su enchufe y por ser la empollona. Todos la rechazaban, aunque no se daban cuenta que lo que les ocurría era que estaban muertos de envidia.
Inés al contrario que Alba tenía un grupo de amigos y salía la mayoría de los sábados, aprobaba por los pelos, era abierta, sincera y nerviosa. Era feliz pero al igual que Alba no del todo. ¿Algo existiría en el mundo que la hiciera completamente feliz?
Daniel era un chico normal, el punto medio de los tres hermanos o eso era lo que decían siempre sus padres.
Pasaron unas cuantas semanas todo parecía seguir el curso normal de la vida, pero alguien se atrevió a alterársela a estos tres hermanos. Todo comenzó en el solsticio de verano, Alba como siempre leía un libro y sin saber de donde provenía una brisa inundo la habitación, la chica se estañó ya que la ventana estaba cerrada y la puerta también, una enorme inquietud devoró a Alba. ¿Qué podía ser aquello? Recordó que era solsticio y fue a buscar en viejos libros cosas sobre él. Sabía que lo único que iba a encontrar era un montón e inservibles datos: que si era el día más largo del año, que caía siempre a mitad de verano... todo eso ya la sabía, buscaba algo nuevo, a través de la lectura había comenzado a creer en la magia, recordaba muy bien el libro en el cual hablaban sobre el solsticio desde un enfoque mágico. Lo había leído hace un par de años, El día y la noche, de autor desconocido. Fue a buscar el libro en la estantería y cuando lo abrió el corazón le dio un vuelco y comenzó a latir con fuerza. ¡La primera página estaba en blanco! Sí, se acordaba perfectamente de cómo empezaba el libro, pero quería asegurase ya que eso fue precisamente lo que le provocó la subida de histeria. Se arreglo para salir rápidamente y gritó
- ¡Me voy a la biblioteca! ¡luego vuelvo!
Rápido sin perder ni un minuto llego a la biblioteca bajo a la sección infantil y rebuscó entre las estanterías. No encontró nada, y por ello fue a preguntar a la encargada.
- Perdone ¿sabría usted si tienen el libro El día y la noche?
- Sí, por supuesto. Un momento- le respondió amablemente la mujer -¿de que autor?
- Es anónimo
- Sí aquí esta. En la segunda estantería abajo a la derecha
- Muchas gracias
Encontró el libro medio escondido, lo abrió y comprobó que no era un libro muy popular, ya que no lo había cogido ni una sola persona. Continuo pasando hojas y... no podía ser, también estaba en blanco.
De regreso a su casa no dejaba de pensar en el comienzo del libro: Amanda, una de los tres protagonistas, estaba en su habitación y una brisa de aire le revolvía los cabellos, lo raro era que tanto la ventana como la puerta estaban cerradas... ese día era el solsticio de verano. Cada vez que Alba pensaba en esto se le erizaban las puntas de los pelos. Le había ocurrido lo mismo que a Amanda en el libro ¿cómo podía ser eso?
Alba estuvo dos semanas callada, contemplaba como día a día, una nueva hoja desaparecía, como realizaba las mismas acciones que Amanda y la cosa fue a más sus hermanos también hacían lo que contaba el libro, ya que Amanda tenía al igual que ella dos hermanos sus nombres eran Darío e Isolda. El libro se ambientaba en la Edad Media, los protagonistas eran hijos de un noble cristiano y por ello vivían en un castillo. Todo parecía cada día más confuso así pues decidió hablar con sus hermanos de lo que estaba pasado.
Inés no le haría caso, así que decidió comentárselo a Daniel, este se le río en la cara, pero accedió a ver el libro y a leer algo lo cierto era que él también había notado cosas raras últimamente. Una vez convencido de que algo paranormal acechaba su vida, decidieron comentárselo a Inés, esta pareció más interesada de lo que sus hermanos habían pensado. Miró el libro lo leyó y comenzó a chillar como una loca. Al menos les había escuchado y creía lo que le decían. Los tres hermanos se pusieron en circulo y Alba comenzó a contarles todo que sabía sobre el libro. Rápidamente se dieron cuenta de un detalle mínimo, pero muy extraño. Los personajes y sus nombres coincidían con ellos.
Alba y Amanda vivían en un mundo de libros, aunque esta última había aprendido a leer en secreto gracias a un monje. Tenían 14 años y eran tímidas como “espectador en un teatro”.
Isolda e Inés buscaban la libertad cada una a su manera, Isolda ansiaba no tener que vivir presa en el castillo de sus padres e Inés no dejaba de pensar en el año que cumpliera los 18 años, para sacarse el carné de conducir y desaparecer de casa.
A Daniel y a Darío les apasionaban las colecciones; Daniel de chapas y Darío de conchas. El arte era otra de sus grandes pasiones, los dos pintaban y dibujaban preciosos paisajes, calles etc.
Los nombres, no había más que verlo empezaban por D, I y A. Al igual que Darío, Isolda y Amanda sus iniciales formaban la palabra Día. A si que no había que pensar más. Alba ya sabía lo que debían hacer. Abrió el libro por la última página y preguntó a sus hermanos:
- ¿Me acompañáis al Libro?
Los dos asintieron y dándose las manos repitieron el conjuro que estaba escrito en la página 491.
Los tres notaron que sus músculos se debilitaban y que caían por un agujero negro. El libro se cerró de golpe con ellos dentro. Aterrizaron en una sala triangular, alrededor de ellos había tres jóvenes que les miraban:
- Os estabamos esperando - dijo la pequeña – Soy Amanda, este es Darío y esa es Isoldra. Vosotros debéis de ser Alba, Daniel e Inés. ¿Me equivoco?
- No, en absoluto – respondió Alba – creo... que tenemos algo que vencer.
Alba, Amanda, Isolda y Darío sabían perfectamente contra quien debían luchar y que día. Tardaron una tarde entera para que Daniel e Inés comprendieran lo que sucedía:
Sus nombres formaban la palabra Día, y estos debían encontrar la manera de que la noche no cayera para siempre en la tierra. Najiva, Oracio, Celena, Hipólito y Elegeria formaban hace millones de años la Noche, pero Najiva no se conformó con ser una entre cinco, quería ser la más importante, quería que su nombre se oyera en todo el mundo. La avaricia de Najiva rompió la unidad y ahora esta quería hacerse con el poder, controlar el Día y la Noche. El problema es que si tu corazón no es resplandeciente como el sol del Día es imposible hacerse con el poder, a no ser que la Noche llegue a controlar el Día.
Nazira, hija de Oracio y Elegeria pasaría a formar parte de la unidad, sustituyendo a Najiva una vez muerta.
Pronto sería solsticio de invierno, la noche más larga del año, y en la que Najiva iba a atacar ya que en esa noche tenía más poder y más tiempo. Los chicos ya habían preparado todo para la gran noche.
A las 5 de tarde todos estaban preparados para quitar los poderes a Najiva con un simple conjuro y la doble fuerza de la unidad del Día, todo sería pan comido. Pero, debían pensar en un pequeño detalle. EL libro, se estaba borrando, día a día y noche a noche. Si desaparecía, los chicos, no podrían volver a su casa, y lo que era peor, quizá la vida de Amanda, Darío e Isolda cambiaba. Si la historia desapareciera, ellos lo harían con ella, a no ser que alguien la recordara. EL reloj de la sala dio las 6 y media y una luz centelleante surgió de la nada. Entorno a ella los seis chicos se dieron la mano y en cuanto el rostro de Najiva apareció pronunciaron el conjuro. Najiva no pudo hacer nada, la doble fuerza de los poderes le pillo desprevenida. Ésta, perdió todos sus poderes y la noche, perdió algunas estrellas… eso no era perjudicial, cuando Nazira la sustituyera todo volvería a ser como antes.
Pero, ninguno se dio cuenta de que el libro se había borrado, mientras conjuraban el hechizo y la página 491 se había ido junto a sus susurros.
Todo cambió, pero no desapareció porque Alba recordaba muy bien las escenas y los personajes del libro, pero ella y sus hermanos no pudieron regresar a casa, y tuvieron que quedarse a vivir dentro del libro para siempre.
Datos del Cuento
  • Autor: Lara
  • Código: 16934
  • Fecha: 28-06-2006
  • Categoría: Misterios
  • Media: 4.96
  • Votos: 80
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4699
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