Mirando hacia el horizonte, se adivina en líneas una sonrisa. Si se enfrenta la vista a las montañas se ven unas manos poderosas, enormes, rodeando, yo pequeña, yo en el centro, yo por dentro de todo. Si se observa la arena. las marcadas huellas de una soledad se forman con pereza en la playa de una esperanza.

Mirando al cielo, si es de día se observa en el Sol el brillo de un despertar de calma, de serenidad y ausencia de llanto, si está nublado, las nubes juguetean formando esponjosos recuerdos. y si es de noche, las estrellas acercan de puntillas una mirada blanca, limpia, con olor incandescente a recuerdo, a pasión desbocada, desatada de recatados besos.

Y mirando los sueños. si me alejo, si me marcho lejos, si me aislo, si me sumerjo en otro mundo. alguien puede venir a buscarme, a enlazar entre mis dedos la magia de una fantasía, dejando en mis manos posado, como sedoso pañuelo bordado, un perfume de nostalgia que difícilmente puedo desprender de mis ropas sin quedar desnuda.

Una nueva frescura en palabras para tratar de alejarme. se traduce en unas letras que saltan al paisaje de mis ojos atrapando mis sentidos, desbordando mis ternuras.

Un rebelde salto al vacío de unos pensamientos y caigo inevitablemente en la red neuronal de un nuevo desafío con marcado sello de coincidencias y de pura nostalgia encadenada.

Es como si la vida tuviera los trocitos de las ilusiones apretados en su puño y a cada nuevo intento por olvidar dejara caer descuidadamente un retazo desbordado del traje que se formó en mi alma, formando un rastro de emociones. con el que siempre se me puede localizar esté donde esté.

Mirando. no se logran ver oscuridades.