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Categoría: Cómicos

mi abuelazo

Quiero glosar como se merece la figura de mi abuelo. Todo lo que me dispongo a narrar es rigurósamente cierto. El que no se lo crea, peor para él.

Mi abuelo era un gran hombre. Tan así, que de no haber muerto en el 88, ahora cumpliría 135 años.
Lo añoro y lo extraño. Y lo extraño es que lo añore, porque no llegué a conocerlo personalmente.
A lo largo de su trepidante vida viajó por docenas de continentes de todo el mundo. Hablaba más de veinte idiomas, y se le entendía bastante bien en uno o dos. Era capaz de hablar hasta en braille. También dominaba el lenguaje de los signos. El corte de mangas, por ejemplo, le quedaba precioso.

Y eso que todo gran hombre se forja en las vicisitudes. Mi abuelo de joven pasó un año malo, malo, malísimo. Fue el año más largo de su vida. Duró 377 dias. Fue, cómo lo diría, exagerádamente bisiesto.
Y lo pasó enfermo, debatiéndose entre la vida y la muerte, a raiz de que en una de sus incursiones por el continente negro, las pasó moradas. Sufrió la picadura de un mosquito que por lo visto no estaba vacunado contra el paludismo, y mi abuelo que siempre destacó por ser un contracorriente, contrajo la enfermedad del sueño. Todo ese año se lo tiró durmiendo.
Se quedó más flaco que la mortadela del ejército. En ese momento no era un hombre, era una loncha, un trazo, un leve esbozo de humanidad etérea que evanece en un fluido cósmico formando una infinitésima parte de un todo universal, bastante más gordo y lustroso que él.
Pero se repuso y a los dos meses ya daba en la báscula 78 kilos desnudo y 122 cargado de ladrillos.

Mi abuelo decidió que la doncella Catalina tenía que ser para él. Era sin duda la más bella del pueblo. Así que una noche, mi abuelo, todo él hecho bravura, allanó con nocturnidad y elevosía el domicilio de mi abuela y la raptó, metiéndola en un saco y cargándola al hombro.
Se la llevó al monte y con los pantalones a media asta, la desfloró con un vigor que no han visto los siglos.
Mi abuelo era un contracorriente, ya lo dije. Tenía un testículo y dos penes. Ella, mi abuela, al salir del saco por completo, resultó ser Cayetana, la hermana mayor de Catalina. Más fea que un eructo en una procesión. Pero estaba tan ilusionada y cachonda que a las tres semanas del coito dio a luz mellizos. Al primero lo llamaron Luis, al otro no.
Mi abuelo, por supuesto, la abandonó enseguida y se fue a seguir recorriendo el planeta. Se enroló en la marina y partió hacia las islas Baleares, con la intención de conquistarlas.
Al arribar preguntó a los alemanes que las habitaban, qué diantres había pasado con los nativos.
Ellos le contaron que a los nativos los habían exterminado los aborígenes siglos atrás, aborígenes que a su vez fueron muertos por los indígenas, que también desaparecieron a manos de los oriundos.
Los alemanes estaban muy atrasados y gracias a las ciencias de mi abuelo aprendieron cómo canalizar el agua de un arroyo en garrafas, o cómo llevando el agua de un rio a los lugares más yermos, se conseguía desecar ese rio y se obtenía un magnífico desierto en donde poder meditar sobre el hombre, el mundo, el más allá del infinito y el vino adecuado para un queso graso.

En éstas, llegó a bordo de un barco, mi abuela. Lo cogió por las orejas y lo arrastró de vuelta a casa. Le pegó una soberana paliza, mientras él aguantaba estoico el mar de porrazos intentando zafarse de las cuerdas que lo ataban al palo mayor.
Mira, Cayetana, le dijo dias después, yo a quien quería era a tu hermana Catalina, pero en la oscuridad y el fragor de mi sangre, me llevé lo primero que pillé, o sea tú. Pero te confieso, que puestos a equivocar la presa, hubiera preferido cazar hasta a tu hermano Arturo antes que a tí. Así que déjame en paz, quédate ahí tirada con Luisito y con el otro, y que os den por el saco a los tres.
Mi abuela lloró, lloró mucho, lloró más que un paria en una marisquería, porque no entendía nada.
Mi abuelo se lo había dicho todo en morse, y, amargada, se suicidó quitándose la vida por fallecimiento.
Qué desgraciada fue siempre mi abuela. Nació año y medio después de morir su madre y la adoptó un enfermo de alzeimer, que la olvidó nada más firmar la adopción. Pero esa es otra historia.

Mi abuelo era como un hombre del renacimiento. Sabía de todo, arquitectura, matemáticas, biología, medicina, escultura, pintura y danza de vanguardia postmoderna.
Esta última la creó cuando estaba dirigiendo una compañía de ballet clásico. "La muerte del cisne", pasó a escenificarse como "la cuadrilla de los patos después de recibir una tanda de perdigones".
Todos los bailarines estaban complétamente borrachos, tras haber visitado una por una las tabernas de la ciudad bajo el mando de mi abuelo.
Los edificios que proyectó también fueron notables. Jamás unas estructuras tan complejas, se habían derrumbado con tanta precisión y elegancia.
Conquistó la ciudad del Vaticano y la convirtió al catolicismo, cuando aquello era un nido de ateos y trostkistas.
Inventó las técnicas de imprenta después de que tras una pelea con marinos en una taberna, le dieron un directo en la mandíbula que le dejó grabadas en ella, con una nitidez impresionante, las iniciales del anillo que llevaba puesto el bestiajo que le atizó.
Descubrió que la luna y la tierra daban vueltas alrededor del sol como los boxeadores en el primer asalto, sin llegar a tocarse.
Inventó el soplete de soldar, un dia cuando se encendía un habano justo detrás de un comedero de vacas que tenían la fea costumbre de levantar la cola constantemente. Se chamuscó las cejas, pero el descubrimiento lo valía. Ningún sacrificio es vano, si con ello se participa en el desarrollo de la humanidad.

Y todo esto y mucho más, yo lo sé por boca de mi padre Luis y mi tio el otro. Veréis, mi padre y mi tio también fueron grandes hombres, es increíble lo que llegaron a hacer. Mi padre inventó la palanca, el microondas, el tornillo, el pararrayos, la rueda de atrás de las bicicletas........
Datos del Cuento
  • Autor: luis jesus
  • Código: 5319
  • Fecha: 16-11-2003
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 6.14
  • Votos: 59
  • Envios: 9
  • Lecturas: 6189
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
liliana la brujita
invitado-liliana la brujita 21-01-2004 00:00:00

disfrute leyendo tu cuento y aunque algo incredula me sorprendi no solo con una media sonrisa ,.....no!! sino q sonriendo con ganas !!me gusto mucho.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 31-12-2003 00:00:00

Leo sin parpadear la historia de tu abuelo, y me pongo a meditar si su nieto está de duelo. ("Mi abuelazo")

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