Hoy día, gracias a los adelantos de la técnica, en las iglesias se está muy bien. Hay bancos muy cómodos, buena megafonía, y algunas hasta tienen calefacción y aire acondicionado. Pero antes las cosas estaban bastante peor. Antes la gente que podía se llevaba sus reclinatorios y los demás se quedaban de pie. El párroco tenía que gritar desde el púlpito para hacerse oír. Y en aquellas circunstancias, algunos sacerdotes, para hacer más llevadero el frío y el calor, hacían homilías con un efecto psicológico que daban muy buen resultado.
Por ejemplo una homilía sobre Marta y María tenía matices bien diferentes en verano y en invierno. De este modo hacían más llevadero el frío o el calor.
Esta sería la homilía de verano, con un calor sofocante. Las mujeres no paran de darle al abanico. El sudor chorrea por las caras de los hombres. Las chicharras no paran de cantar. El sacerdote habla:
Queridos hermanos y hermanas:
Hemos oído en este pasaje del evangelio como fue el Señor recibido por estas dos jóvenes en el frescor de su lozanía. Dos personas que airean ante nosotros dos actitudes necesarias para la vida de un cristiano. Marta, ocupada en cortar lechugas y pepinos para prepararle al maestro un buen gazpacho, preparando el agua fresca, estrujando limones y naranjas, es una clara alusión a la actitud activa, necesaria en la iglesia como el aire que se respira. Pero ella no entiende la postura de su hermana. Por eso se acerca con frialdad al Señor para insinuarle que es una fresca. Mientras ella se desvive con el servicio, María está sentada en el suelo y junto a la ventana abierta escucha las palabras que como una suave brisa salen de los labios del maestro y refrescan su mente. Con el buen aire que le corresponde, Jesús replica a Marta, aunque sus palabras le caigan como un jarro de agua fría: María ha escogido la parte mejor. María representa la actitud contemplativa que en la iglesia es pura como la nieve.
Esta sería la homilía de invierno. Todos están bien abrigados. Algunos llevan la bufanda casi tapándole la cara. Los témpanos cuelgan de los tejados. Cuando el sacerdote habla sale el vaho visible:
Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio de hoy nos muestra la cálida acogida que dieron a Jesús estas dos hermanas, ardientes en deseos de servirle. Dos personas inflamadas de amor por Jesús que muestran dos actitudes necesarias para la vida de un cristiano. María, ocupada en cortar la madera, encender el fuego, calentar el caldo; acalorada con tantas faenas, es una alusión a la actitud activa, necesaria en la iglesia como el sol que nos alumbra. Pero ella no entiende la postura de su hermana. Por eso encendida de ira le pide al Señor que la corrija. Mientras ella se desvive con el servicio, María está sentada en la alfombra y junto a la chimenea, al calor de las ascuas, escucha las palabras que como un fuego vivo salen de los labios del maestro y abrasan su corazón. Al verla que echa chispas, Jesús responde a Marta con calidez que María ha escogido la parte mejor. María representa la actitud contemplativa que en la iglesia es flamante como una hoguera.
Este relato es extraordinario, el juego con el lenguaje hace de ti un escritor prodigioso que debería inundarnos de excelentes escritos como este, y en otros variados tópicos que gustosos consumiriamos hasta llenar la bolsa de nuestro aprecio