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Yoko y la Brujita de Did

En una mañana de verano estaba Nelly la Brujita caminando por el bosque, había ido a buscar las raíces con las cuales ella hacia su poción y de la cual los habitantes de Did estaban tan contentos.
Cuando de pronto tras de un árbol en la parte mas apartada y oscura del bosque sintió alguien que se lamentaba, muy despacio se acerco para ver quien era. Pensó que era alguno de los pequeños Didos que estaba perdido. Pero cual no seria su sorpresa al ver sentado en una enorme raíz a un pequeño duende con sus orejitas puntiagudas, su carita arrugada como si fuera un viejito.

La brujita se acerco. El duende asustado iba a salir corriendo cuando inmediatamente Brujita le hablo, el se quedo tranquilo al escucharla.
__ ¿Como te llamas? __Yoko __ ¿Porque te lamentas?
__Por que estoy perdido y no se como llegar a mi país de nuevo.
__ ¿Sabes donde estas ahora? A lo que el pequeño duende le respondió.
__No, por eso es que estoy así, porque no se como fue que vine a parar aquí.

Caminaba por el bosque donde vivo cuando de pronto vi una puerta pequeña entre unos árboles, me acerque, la abrí, entre y comencé a caminar. Cuando me vine a dar cuenta era tarde porque había perdido el camino.
De pronto, me veo en este lugar.

La Brujita le dijo: __Yoko, ven conmigo a mi casa para darte unas ricas golosinas pues seguro que tienes hambre, mas tarde iremos a ver al anciano Dido el nos ayudara a regresarte de nuevo a casa.
Por lo que el pequeño duende salio caminando al lado de la Brujita.

Yoko le preguntaba quienes eran los Didos, ella le iba contando con esa dulzura que le caracterizaba todo acerca de sus amigos, como había llegado hace unos años atrás a aquel bello país. Estaban llegando a la casita de techo rojo cuando el pequeño duende le dice: __ ¿Brujita quien vive en esa casita tan bonita a orillas de ese lago?__Ahí vivo yo. Siguieron caminando hasta llegar a la puerta de la casa donde después de Brujita abrirla entraron.

Dentro, Yoko miraba todo con detenimiento, le encanto todo lo que veía. Brujita tenía su casita tan limpia y organizada que daba gusto estar allí.
El le preguntaba por todo pues muchas de las cosas que en ella había el no sabia que eran.

Nelly le explicaba, el con sus ojitos bien abiertos moviendo las grandes orejas soltaba risitas que a Brujita le encanto. Mas tarde Yoko miraba como Nelly preparaba unas golosinas a base de semillas de girasol con miel he higos, que mas tarde los dos saborearon con sumo placer.

Cuando terminaron de comer Nelly le dijo a Yoko.
__Ahora vamos a ver al anciano Dido te aseguro que nos ayudara.
Salieron Yoko y Nelly para el pueblo donde encontrarían en la plaza del reloj al anciano, algunas veces acostumbraba ha estar allí en las tardes.
El duende miraba todo con suma atención. Muchas de las cosas que habían en Did no las tenían donde el vivía. Así que dando saltitos iba preguntándole a la Brujita.

Se divisaban las casitas del pueblito, el reloj enorme que le daba vista al Parque Central de Did. Nelly busco con la vista al anciano, lo vio parado al lado de una de las columnas que estaba frente a la escuela, Ambos encaminaron sus pasos hacia el. El anciano cuando vio a ese pequeño ser con aquellas orejas largas, puntiagudas y su piel arrugadita de color medio verdoso quedo extrañado mirando a su amiga, espero que ella le hablara.

___ ¿Como se encuentra hoy el anciano Dido? El con su sonrisa de oreja a oreja le dijo. __Muy bien mi querida amiga, dime a que se debe tu visita por el pueblo a estas horas y en compañía de un forastero. __ Anciano, necesito de tu ayuda en este momento, Yoko que así se llama mi amigo se perdió viniendo a parar al bosque de Did. El duende escondido detrás de la brujita miraba al anciano, no se atrevía a salir detrás de ella pues al contemplarlo y ver su larga barba completamente diferente a como era la Brujita se asusto mas.

El anciano se dio cuenta y riendo le dijo, __Vamos a sentarnos bajo aquel manzano, a su sombra el pequeño Yoko nos contara de su país y de el para después poder ayudarlo. Los tres caminaron rumbo al árbol que estaba al otro lado del parque. Allí se sentaron en unos pequeños banquitos.
Yoko comenzó hablar contándole todo lo que ya sabemos. El anciano le dijo.

__ ¿Cual es el nombre de tu país? __Se llama Firusa. La Brujita y el anciano dijeron al unísono __ ¡Firusa! Donde queda esa ciudad que ni en el mapa esta. __Esta debajo de ustedes. ___ ¡Debajo de nosotros! Dijeron de nuevo los dos al mismo tiempo. __Si, ¿No sabían que debajo de ustedes hay otro país muy completamente diferente a forma de vida y demás? Brujita dijo.

__No sabíamos eso. ¿Verdad anciano? El Dido afirmo con su cabeza.
__Pues si, de bajo de ustedes vivimos nosotros los Duendes, somos muy felices de vivir ahí, solo en noches de luna llena algunos salimos a la superficie un rato para ver y respirar el roció de la noche, enseguida regresamos a las profundidades de nuevo.__Dime Yoko. ¿Ustedes tienen escuelas para los Firusos, tienen médicos? __No, médicos no tenemos porque nosotros nunca nos enfermamos, cuando esto pasa es para morir, duramos 200 años.
Pero escuelas si al igual que ustedes aquí.__ ¡Ah! (dijeron de nuevo los dos)

Brujita le pregunto __ ¿Como son sus casas? ¿Tienen jardines, árboles que dan frutos, noches, días, tienen todo eso?, Porque me has dicho que suben a ver la noche y el roció que cae sobre las árboles.
__No, no tenemos noches solo días por lo cual tenemos unos generadores que transformar una parte del día en noche para así poder dormir, es muy corto el tiempo que necesitamos para ello por lo que siempre tenemos mas día que noches. Nuestras casas son construidas con arcilla tenemos unos pequeños jardines a los lados de cada casita, también árboles que dan frutos aunque son diferentes a los vuestros en textura y sabor. __ ¡Que interesante! (dijo Brujita).

__Pero ahora díganme. Como podré llegar a mi país de nuevo. El anciano se paso la mano por su larga barba en señal que estaba pensando, al rato le contesto. __Mira hoy es tarde, mañana, iremos al mismo lugar donde tú estabas y veremos como podemos mandarte de nuevo de vuelta a Firusa.
Déjenme pensar, estudiare la situación para mañana tener la respuesta correcta.
Dando media vuelta se marcho. Brujita le dijo al pequeño Duende.
__Yoko vamos para mi casa, te quedaras ahí esta noche hasta mañana que veamos al anciano de nuevo. Ambos salieron rumbo a Roca Amarilla.

Al otro día cuando Nelly despertó miro donde le había acomodado unas mantas al duende. Este no estaba. Rápidamente se bajo de la cama, se puso un chal por arriba de los hombros saliendo a ver donde se encontraba Yoko, pensó que se había ido en la noche, pero no, estaba a la orilla del bello lago que daba vista a la casita de nuestra amiga. Brujita sonrió entrando a vestirse para luego salir hacia donde estaba el pequeño duende sentado.

Al verla llegar Yoko se levanto de donde estaba y le dijo a Nelly.

__Que bella vista se ve desde aquí, como me gustaría que todos los duendes vinieran a ver los amaneceres, las puestas del sol son tan bellas, pero ninguno de ellos querrá hacerlo, somos muchos los que vivimos en las entrañas de la tierra. Solo algunos salimos para ver la noche desde las profundidades donde habitamos.

__No te preocupes por eso ahora, algún día podrán venir, aquí tienes a tus nuevos amigos que somos nosotros y eso que los demás Didos no te han visto; De seguro hoy estarán reunidos junto al anciano en la plaza del pueblo. Vamos no perdamos mas tiempo que el siempre es puntual en su llegada.
Los dos partieron en la escoba. Cuando Yoko vio la escoba que se mantenía flotando en el aire se quedo asombrado, el pensaba que solo ellos sabían de poderes mágicos.

De esta forma le dijo a su amiga __ ¿Dime Nelly tu también sabes de encantamientos y de hechicerías? __Si, recuerda que soy una bruja, eso no se te puede olvidar. Cuando llegaron a la plaza del pueblo estaban esperándolo todos como la Brujita había dicho. Nelly descendió de su escoba, los dos caminaron directo donde se encontraba el anciano.

__Buenos días anciano. __Buenos días, muy puntual han llegado a la sita, pero antes de explicarte como de nuevo regresaras a tu país Yoko quiero presentarte a todos los pobladores de Did que se han reunido aquí en la plaza para conocerte y brindarte su amistad.

El duende los miro a todos sonriendo. __Muchas gracias les doy por haberme acogido en su país, sobre todo dar las gracias a mi nueva amiga Nelly La Brujita de Did como le llaman ustedes. Para mi seria un honor el que algún día pudieran visitar mi tierra como yo he conocido la de ustedes. En estos dos días aunque poco ha sido el tiempo he extrañado a mis amigos de Firusa pero no dejo de recocer que con mi nueva amiga la he pasado muy bien y la compañía del anciano. Gracias les doy por su hospitalidad y su cariño, las puertas de mi país estarán siempre abiertas para cualquier Dido que quiera ir a visitarnos algún día. Y diciendo esto ultimo miro al anciano esperando que este le dijera lo que el deseaba escuchar desde que llego a la plaza del pueblo.

El anciano se dio cuenta de que Yoko comenzaba a impacientarse por lo que mirándolo le dijo. __Ahora te diré como regresaras a tu país de nuevo, primeramente iremos al mismo lugar donde la brujita te encontró, luego allí te mostrare algo que tengo guardado en esta caja pequeña.
Es lo que te llevará de nuevo a tu casa. Todos los Didos caminaban detrás del anciano. Brujita al frente guiando a los demás para ir al lugar donde había encontrado al duende.

Cuando estaban en el lugar, la Brujita se detuvo y dando media vuelta le dijo al anciano __ Aquí es donde encontré a nuestro amigo Yoko.
El anciano abrió la caja, sacando una bola de cristal transparente, esta tenía tres antenitas de metal unidas en la punta por otra bolita de cristal más pequeña. Se la dio al duende y le dijo.

__Mira Yoko este artefacto funciona de esta manera. La bola de cristal te marcara el rumbo, las antenitas estarán sirviéndote de guía siempre, fíjate en la del centro que esa será la que te lleve de nuevo el camino a casa. Es la principal guía de este instrumento, fue fabricado un día por mí para cuando alguien de nosotros se perdiera en el bosque poder encontrarlo y mira quien lo va a estrenar, nuestro nuevo amigo Yoko.
No te preocupes porque yo tengo otro igual.

El duende muy contento tomo en sus manos el pequeño invento y saludo a sus amigos de Did. Antes de marchar por donde mismo había venido se dio media vuelta diciéndole al viejo sabio __ ¡Ah! cuando llegue como ustedes lo sabrán.
El anciano había olvidado decirle al duende, por lo que rápidamente le contesto. __Es verdad Yoko mi cabeza ya esta fallando. Esta bolita de cristal aparte de guiarte también me dirá cuando tú llegues a casa, ella del color cristalino que tiene se pondrá opaca cuando tú estés en Firusa de nuevo. Así que podrás ponerla frente a ti y saludarme, yo te estaré mirando y te contestare. __ ¡Que inteligente eres viejo sabio! Dándole un beso a la Brujita le dijo que la extrañaría mucho, que siempre la recordaría y un día vendría a buscarla para que fuera con el a pasar unos días en su país.
La Brujita se le llenó los ojos de lágrimas. __Cuando quieras podrás venir a buscarme. No habíamos dicho que el pequeño duende al extraviarse su mente había quedado en letargo por eso no sabia como llegar de nuevo a Firusa.

Ahora al tocar uno de sus bolsillos había chocado con algo y al cogerlo entre sus pequeños dedos recordó que tenia un silbato dándoselo a su amiga le dijo. __Cada vez que soples este silbato yo vendré a donde tu estas, solo tu y yo lo podremos escuchar, mas nadie, con la misma desapareció por entre los árboles del bosque. Todos miraban, miraban y no veían nada ni un rastro, nada por donde el duende se había marchado, así que todos dieron la media vuelta y se fueron caminando de nuevo para sus casitas de techos rojos.
El anciano Dido dijo a su amiga.

__Extrañaras a tu nuevo amigo, yo se que tu te encariñas rápido y después te duele que se marchen de tu lado mi pequeña Brujita, pero recuerda que todos tenemos que partir de nuevo algún día. Yoko no es de estas tierras, no entristezcas, cuando quieras verlo tu sabes lo que tienes que hacer.

Así que dándole un guiño marcho con su paso corto pero firme todavía.

La Brujita rió, monto en su escoba de nuevo feliz, contenta por haber ayudado a alguien que lo necesitaba. Dando dos vueltas por arriba de los árboles rió bien fuerte con esa risa cristalina que ella siempre tiene y rauda salio por el cielo azul de Did pensando quien seria el próximo para ayudar.

Fin
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 5.26
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