Tengo como un dolor en la garganta. Un plátano atorado en alguna parte... Seguramente estará llena de sangre y mucha saliva, pues yo normalmente bebo dos litros de agua pura... No puedo dejar de ingerir aquella vil fruta; es toda una locura...
Aquella mañana, por invitación de mi hermana, fui a desayunar en su casa, y no recuerdo haber visto alguna fruta. Yo soy muy bueno para recordar. Es más, la comida la observo con gran detenimiento, pues es sabido que todo lo que uno ingiere le causa ya sea efectos buenos, o malos. Es muy importante observarlos. Su color, textura, olor, sabor...
!Ay¡ No puedo hacer nada con esta molestia. Justo aquel día, tenía una reunión con ilustres personajes: filósofos, científicos, actores, sabios, ectera. Fue una lástima no ir y sentirme incapaz de hacer algo al respecto. Y todo por esta desgraciada fruta... ¿Qué cómo ocurrió?
Bueno, les informo que soy de esas personas que recuerdan todo, e interpretan cada cosa que sucede a su entorno (incluidos los sueños)... ¡Ay, este maldito plátano! Que no me deja narrarles lo que sucedió. De todas formas haré le esfuerzo y les contaré esta historia de locura...
Después de desayunar en casa de mi hermana, me dirigí hacia mi oficina y me quedé hasta el medio día; la hora en que termina mi trabajo de consultor en derecho internacional de industrias agro-alimentarias. Soy experto en ese campo. Bueno, después de llegar a mi lujoso departamento, me di un buen baño de agua caliente. Vivo solo, totalmente solo. Me gusta aquel estilo de vida, sin nadie a mi lado. He aprendido que toda persona tiene influencia buena, o mala. Sobre todo cuando se trata de una persona sensible y especial como yo, muy fácil de influir; por ello vivo, podría decirse, casi aislado del mundo en mi lujoso departamento... Todas las cosas (incluido personas) las recibo en la recepción del edificio. En cuanto a mi trabajo. Todos mis contactos son a través del teléfono, email, o mi secretaria que la veo muy poco, pues llega después, y se va antes que yo...
Me di una buena siesta, me vestí elegantemente y me dispuse a salir a la reunión. Antes de ir, salí un momento a la gran terraza que tengo y me puse a observar el cielo... Allí empezó toda esta locura, sí señor.
Mientras me relajaba sentando en una butaca, me di cuenta que el cielo comenzó a oscurecer como un eclipse solar; y vi como una ola gigantesca de total negrura caía sobre el lugar en que me hallaba. Salté como un mono de la butaca en que me hallaba y salí de mi departamento, subiendo hasta la parte más alta del edificio. Desde aquel lugar, pude ver como aquella ola espesa como brea cayó sobre toda las casas y la gente que estaba debajo de mí.
Cuando todo se hubo consumado, allí, empezó mi pesadilla. Lentamente, aquella negrura que cubría todo el lugar comenzó a evaporarse, volviendo los cielos de color gris como aquellas nubes listas para llover. Cuando todo se hubo despejado, pude ver que las calles quedaron decrépitas, grises... Las casas, quedaron tan solo sus estructuras, parecían ser como cárceles, o jaulas para bestias.
Aun no podía dar fe a lo que veía, y supuse que estaba en una terrible pesadilla. Bajé del lugar en que me hallaba y comencé a pasearme por las calles, y, no encontré nada ni un solo suspiro, nada... De pronto sentí que una fuerte mano peluda me cogía del cuello, me ponía un collar y me arrastraba como un esclavo hacia una de las jaulas, o de las casas decrépitas; para aventarme, finalmente, como una bestia salvaje.
Ya dentro de la cárcel miré cara a cara a mi verdugo. Era un enorme gorila, vestido con gran elegancia, que mientras me miraba con gran curiosidad, se tragaba toneladas de plátanos... Era extraño ver que estas frutas tenían energía, pues caminaban hacia las manos del mono, conversando amenamente entre ellos; era una total locura... Era muy gracioso verlos desvestirse, o quitarse la cascara con gran tranquilidad, para zambullirse de cabeza hacia el hocico del gorila como si fuera una piscina...
Cuando el elegante simio se alejó de mi jaula, me puse a observar a estos plátanos. Para mi estupor, éllos se acercaron hacia mí, y comenzaron a tirarme basura; mientras hablaban de que yo, era una peligrosa y extraña bestia... No pude resistir mas y les grité con toda el alma quien era yo... Sorprendentemente, de mis labios salieron como extraños gemidos. Sentí que estaba enloqueciendo...
Los plátanos comenzaron a reírse como focas y, lleno de angustia, me puse a llorar. Algunas empezaron a aplaudirme con una parte de sus cáscaras... Tuve que peñiscarme como cincuenta veces para ver si era un mal sueño, pero no, lamentablemente, no sucedió nada. Ellos continuaron mirándome inusual interés. Yo, totalmente frustrado, continué llorando hasta quedar agotado y quedarme dormido.
Cuando desperté, estaba en una camilla, atado de pies a cabeza. De pronto, una mujer gorila vestida de blanco se me acercó, y acompañado de viejos plátanos gigantes, y con unas pinzas especiales, me abrieron la boca y ¡Zas!... Me introdujeron pequeños plátanos sin cáscara sin parar hasta que no pude aguantar mas, y caí desmayado.
Cuando abrí los ojos estaba tirado en mi terraza y al lado de mi butaca. Me di cuenta de que había sido una pesadilla... Lo extraño de todo esto es que aún siento aquel sabor en mi garganta, y eso, me hace sentirme muy mal. Parece que tuviese un gusano gigante arrastrándose por todo mi cuello, pidiéndome que engulla plátanos y más plátanos sin cáscara. Seguro que aquella lombriz desea averiguar el secreto del cómo, uno como yo, puedo articular palabras, sonidos... Yo creo que es así. He decidido hacerles la lucha y no hablar ni pronunciar cualquier sonido, hasta que aquel malestar se me valla, y no pueda quedarse con el secreto de la palabra...
Lo extraño de toda esta historia es que aún veo todas las casas a mí alrededor como jaulas, y a todas las personas como simios. Espero que apenas termine de pasarme este maldito sabor, todo acabará. Quisiera salir de mi jaula, pasear por las calles, hablar con la gente y ver a todo como antes; como cuando era alguien especial, y no como ahora que estoy lleno de pelos por todo el cuerpo, igualito que un maldito gorila que lo único que puede pronunciar son gruñidos...
JOE 28/06/04