Gringo-6
El Gringo.
Capítulo-6 “Primer misión oficial”

Selva colombiana 3:32 a.m.
Mi misión... rescatar a dos americanos y todos los demás secuestrados que haya.

Mi equipo... muy superior al de aquella misión “no oficial”.
Mis armas tienen silenciador.
Mi fusil es un Galil (israelí) AR calíbre 5.56 mm x 45 con mira Ortóptica y señalador láser con cargador de 35 tiros, cadencia 650 disparos por minuto.
Llevo un casco con tres miras, una de amplificación de luz residual (visión nocturna), otra de visión telescópica y otra de visión infrarroja intercambiables al toque de un botón que activa un pequeño motor eléctrico.
Micrófono direccional alcance 250 m con audífonos integrados al casco.
Cuchillo de monte y puñal.
Pistola Pietro Beretta Cal. 9 mm.
Granadas tipo M67.
Granadas de humo.
Chaleco antibalas.

Activo el micrófono direccional. Escucho un juego de naipes en una carpa.
Mi propósito es descubrir si esperan refuerzos, cuantos son, cuantos centinelas, etc.

Luego de escuchar una hora aproximadamente me entero que van a ejecutar a una mujer llamada Lili y están apostando por el “turno” (para hacerla “feliz” antes de ejecutarla).
También una mujer guerrillera se disputa el turno.
Para ellos es importante el establecer un “orden” porque le hacen tantas atrocidades que los que quedan después del décimo, tal vez les toque fornicar un cadáver o ya está inconsciente y no resulta tan divertido como cuando grita y suplica.

También me entero que hay un guardia que recorre el campamento y otro apostado afuera de la carpa donde están los secuestrados.

¡Terminó el juego!
Van a ir a buscar a la mujer.

Trataré de ubicar la carpa con los prisioneros para tener cuidado cuando yo dispare.
Por lo que oí no puedo saber cuantos son pero por el número de carpas hago un cálculo de treinta dos.

Un toque al botón y se activa la mira (visión nocturna)... trato de ubicar la carpa que tenga un centinela fuera (allí estarán los prisioneros).

Una vez que los localizo... ¡comienza el combate!
Selector “tiro a tiro”, mira ortóptica y señalador láser.
Apunto, confirmo con el láser y disparo... cae el guardia.

No veo bien con esta mira... si fuera de día.
Retiro la mira, usaré los aparatos de puntería normales del Galil.

El otro que recorre el campamento lo ve y corre a ver que le pasó.
Apunto y disparo... cae el otro.
Nadie escuchó el disparo pero si los gritos del guardia que había ido a ver al compañero.

Salen todos de las carpas.
¡Demonios! si se hubiesen quedado en las carpas habría liquidado a unos cuantos antes de que salieran.

Selector en “automático” y disparo a las carpas (evitando la que sé que están los prisioneros).
El Galil es mejor en “automático” que aquellas ametralladoras de la primer misión (no oficial) porque no se desplaza tanto del blanco.

Gritos y confusión porque no oyen los disparos.
Para cuando se dan cuenta que están “bajo ataque”, ya produje importantes bajas.

Se arman y se atrincheran buscándome... no pueden localizarme.
No saben si estoy al frente, en un flanco, en el otro o a retaguardia... están desesperados.
Activo visión nocturna y los veo. Apunto y disparo pero yerro.
La mira de visión nocturna me hace perder profundidad de campo. No sé si están a ochenta o cien metros.
Está oscuro para usar la telescópica, no veo nada.
Me aproximo arrastrándome.
El líder ordena disparar al azar.
Todos abren fuego... algunas balas me pasan cerca.
Disparo una ráfaga y caen dos.
No escuchan pero ven el fogonazo aunque el Galil tiene apaga llamas.

Ahora sí arrecian los disparos hacia donde estoy. Pero no saben si además de mí hay otros.

El combate dura más de la cuenta y ya amaneció.
Quedan todavía seis o siete.
Me fijo hacia dónde se dirige el viento para crear una cortina de humo con una granada.
Lanzo la granada de humo.
Activo la mira infrarroja.
Sé exactamente donde están por el calor que emiten sus cuerpos.

Unos minutos más tarde liquidé a todos... o eso creí.

Estoy sofocado por el calor y la humedad de la selva. Me quito el chaleco y el casco porque ya tengo el cuello adolorido.
Los llevo en la mano izquierda y el fusil en la derecha. Camino hacia las carpas.

De atrás de un árbol sale un guerrillero que aprisiona mi cuello con el brazo y ataca con puñal al pecho.
Suelto mi fusil y bloqueo el ataque de puñal.
No puedo dejar que se libere la mano con el puñal pero me asfixia la tenaza sobre el cuello. Del lado izquierdo tengo el cuchillo de monte.
Se lo clavo en el muslo.
Grita de dolor y afloja la tenaza. Giro y se lo entierro en las costillas.
Quiero sacárselo para rematarlo pero los dientes del lomo del cuchillo se enredan en sus músculos y lo único que logro es revolverlo y él grita y grita de dolor.

El dolor lo paraliza y no atina a defenderse.
Ya no intento sacárselo porque es peor para él.
Está malherido.
Dejo que se recueste en la grama.
Él me mira – ¿Cómo te llamas?
Jacques – Soy El Gringo.
Él – Me ganaste Gringo pero peleé bien ¿no es cierto?
El Gringo – Sí, fuiste muy valiente.
Él tosiendo – Me llamo Daniel Escobar. En mi bolsillo hay una carta para mi mamá.
El Gringo – Tranquilo tú se la enviaras. Mira aquí tengo un calmante y llamaré pronto al helicóptero. Hay un médico a bordo, te atenderá y quedarás como nuevo.

Le aplico el calmante.

Daniel – ¡Ahhhh! Te lo agradezco Gringo, me dolía mucho.
El Gringo – Es muy potente ese calmante... ya verás.
Daniel – ¿Sabes que con ese casco pareces “Robocop”?
El Gringo - ¡Ja... Ja... Ja...! Que ocurrencia Daniel...
Daniel – ¿Me lo prestas?
El Gringo - ¡Aquí tienes!... Voy a buscar los prisioneros y llamo al helicóptero.

Entro en la carpa y desato a todos confirmo si están los dos americanos y saco a todos al claro.
Llamo por radio al helicóptero y me acerco al guerrillero.
El Gringo - ¡Oye! Daniel... en 15 minutos estará aquí.
¡Daniel!... me arrodillo a su lado y sus ojos abiertos ya no brillan.
Escucho su corazón... ni un latido.
Comienzo un masaje cardíaco... llevo ya tres minutos... ocho- ¡Respira... respira... vamos Daniel!

Aparece una de las mujeres que rescaté, me agarra el hombro – Déjelo Gringo... ya está muerto. ¿Era su compañero?

El Gringo – Éramos enemigos... pero fue un valiente guerrero.
¡Maldición Daniel... pudimos ser amigos!

Cierro sus ojos con mi mano. Me paro... tengo un nudo en la garganta.
Me quedo mirándolo... no puedo creer que se haya “ido”.

Me agacho, meto la mano en su bolsillo y saco la carta...

“Querida mamá:

Vea usted mamá, hace una semana pedí franco para ir a verla
pero no me lo concedieron.
Le envié por encomienda a su merced aquel collarcito con los aros haciendo juego y el vestido que le prometí.

Perdone que no pueda estar cuando apague “sus velitas”.

¡Bendición mamá!... Daniel”

Llega otra vez la mujer, me voltea y me abraza... - ¡Ya Gringo!
El Gringo - ¡Maldita guerra mujer... maldita guerra.!
(Continuará)