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Categoría: Misterios

PASSIONILIA

El Dr. Elio Gutiérrez se marchó a su casa abatido por aquella tragedia. Manuel, su mejor amigo, había muerto en su clínica, en sus propias manos, pero una especie de incertidumbre difusa bloqueaba de vez en cuando aquellos sentimientos aflictivos. -Debí hablar con él, necesitaba conversar con él, antes que muriera, musitó, y en ese momento su vehículo casi se desliza por una hondonada ya que le pareció ver por el espejo retrovisor, sentado en el asiento posterior, un señor canoso con las dos manos aferradas fuertemente a la frente y la cabeza, retorciéndose de dolor.
-¿Que te ocurre? Le inquirió Raquel, su bellísima esposa, al advertir el estado deplorable en que había llegado. -Murió un gran amigo, Morillo y yo hicimos todo lo posible por salvarlo. Contestó un poco aliviado. -Entonces no te preocupes tanto.. Además, me llamó la esposa del Dr. Morillo, y entre otras cosas me informó que él llegó en iguales condiciones patéticas que tú. ¿Condiciones patéticas? Que significa eso?
Raquel, de quién se decía que era frígida, le explicó que su colega arribó a su casa con un dolor de cabeza intenso, los ojos encarnados, temblando, y que no pudo descansar, porque su ducha estaba obstruida. Al acostarse encontró un hombre en su cama en una posición lastimera, como suplicando que le curaran. También le expresó que esa misma situación afectaba a las dos enfermeras que participaron en la operación de Manuel, por lo que entienden que su espíritu tiene que ver con las manifestaciones extrañas que se desarrollan en sus hogares.
-puras boberías, contestó Elio, pero esa misma noche descubrió que en verdad, el alma de Manuel estaba detrás de aquellos fenómenos extraños. La TV había sacado un anuncio donde aparecía el mismo señor que a él le pareció haber visto en su vehículo, dándose puñetazos en la cabeza y golpeándose contra una pared, luego se le aparece una niña con una boina amarilla y le muestra una pastilla color blanco ceniza, exponiéndole: -no tienes porque golpearse, señor, Jaquequilia, la nueva pastilla milagrosa le quita el dolor de cabeza al instante, el viejo toma la pastilla y cuando abre la boca para ingerirla, la niña corre despavorida. y el anuncio vuelve a repetirse incesantemente hasta el fastidio.
Estaban conmovidos, espantados, reconocieron que aquella tribulación solo les concernía a los que habían estado en la sala de cirugía, no había un área del distrito en que tanto ellos como sus hijos, no percibieran aquel hombre exasperado, arrancándose los cabellos con un gesto de desesperación. Elio, entendían, debía tener alguna respuesta que explicara el maléfico evento, así que ejercieron presión sobre él, quien al final se decidió por visitar a Sarah. la viuda de Manuel, a quien le demandó:
-Sara, parece ser que Manuel se enteró de lo de nosotros.
-Si, lo supo, yo misma se lo conté, Manuel era muy bueno conmigo y contigo, no merecía esa traición, Esta falta me tenía aprisionada; le llamé el mismo día que lo balearon, le confesé todo, me dio las gracias por mi sinceridad. Lloró, derramó lágrimas de lástima por ti, por mí y por Raquel; me observó igualmente que mi confesión adulterina le había impactado tanto que la cabeza parecía como si le fuera a estallar. También me dijo que no me preocupara, que hablaría contigo, sin violencia, de hombre a hombre, que solo iba a darte a conocer lo miserable que fuiste, y te pediría que cumpliera con un contrato, un pacto que aparentemente ustedes hicieron. Creo que al salir de su Oficina para ir a la tuya fue que lo balearon. En el hospital, él sabía que iba a morir. No le importaba la muerte, sólo quería conversar contigo.
El Dr. Gutiérrez se estacionó en un mutismo absoluto, No habló, se quedó atragantado, las palabras de Sarah lo dejaron en una disyuntiva de vida o muerte. El río estaba cerca, el puente era lo bastante alto para salvar a su colega, a las enfermeras y sus hijos. Su cadáver fue localizado al día siguiente a unos doce kilómetros del puente. En uno de sus bolsillos encontraron lo que parecía un escrito que el agua había borrado parcialmente, observándose dos huellas de sangre como si fueran dos firmas. En los laboratorios de la Policía Forense solo pudieron salvar tres frases del contenido del escrito: traición…. Muerte….. Pasión.
En las teles de las casas afectadas hubo otro anuncio esa noche, el señor canuco estaba conversando alegre con la chiquilla de la boina amarilla, quien le señalaba: -señor, le veo muy sonriente y muy saludable hoy, parece que Las pastillas Jaquequilia le curaron el dolor de cabeza. Si es así tiene que prometerme que ya no se golpeará mas ni se halará los cabellos, ni pondrá esa cara de dolor y de misterio-. -Si hija mía, le contesta el anciano, -te lo prometo, pero a condición de que en vez de jaquequilla me obsequies unas píldoras de Passionilia. Ni corta ni perezosa la chiquilla le trajo unos comprimidos color rojo ardiente y se los ofreció, extrañada de que este señor tan mayorcito pudiera pedir las cápsulas de la pasión eterna. De frente a los televidentes se tomó una gragea, luego guiñó el ojo izquierdo dibujando una sonrisa irónica.
Milagrosamente, los afectados se repusieron de sus dolores, los chicos pudieron volver a sus colegios, regresó la normalidad a aquellos hogares. Esther, la hermosa viuda triste de Elio, extrañamente no le guardó luto, y ahora se ve por aquellas calles vestida de adolescente, mas guapa y mas jovial que nunca en pantalones Jean, minifaldas y Jerseys de ultima moda, participando en todas las actividades recreativas y culturales del pueblo hasta que llega la noche cuando se recluye en su hogar, de donde salen unos quejidos de excitación orgásmica, a veces tan agudos, que rompen la tranquilidad de aquellas madrugadas apacibles para el resto de los vecinos, y cuya última manifestación fue anoche, cuando el grado de fogosidad fue tan desvergonzado, que llegó a mencionar a Manuel en un grito tan salvaje y penetrante que sus vibraciones sacudieron el campanario mayor de la iglesia cercana, el que aún a esta hora: 10:30 A.M. del 09 de Septiembre del 2003, se encuentra repicando como si estuviera invitando a una misa con el Cardenal.

JOAN CASTILLO
9/09/2004.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 6.09
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