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Mientras me desperezo e intento librarme de las legañas...
Doña Asunción compra dos barras de pan integral y unas rosquillas.
El señor Venancio atiende el riego de las macetas y coloca sus canarios en la pared del sol.
Una africana llamada N´Guemo carga sobre su cabeza un cántaro equilibrista que llenó de agua tres kilómetros atrás.
Y Edward Robertson maldice las últimas cifras de Wall Street.
Mientras esribía la palabra Street, con un teclado aún difuso y bostezante...
Chai-Pen realiza su sesión de tai-chi.
Nelson Rodrigues recoge coca.
El señor Svensson lleva su Volvo a reparar.
Marie Chantal Dubois nace en París, lugar del que proceden todos los niños del mundo.
Y en el extremo contrario, la abuela Engracia se acaba de convertir ya definitivamente en polvo.
Mientras tecleaba la última línea...
Un oso cazó una foca.
Una galería se vino abajo en la mina de carbón.
Un rayo partió otra vez a un olmo viejo.
Un yogur se pasó de fecha en el estante del supermercado.
Y un marido hizo las maletas.
Mientras descanso mi espalda y dejo las letras un momento...
Una vida que no es la mía, va haciendo lo que buenamente puede.
Otra vida, también ajena, no puede hacer más.
Y todas las vidas, todas, van acá y allá como hilos de araña, cruzándose y separándose, tocándose en algunos puntos, sin poder ser más que sí mismas.
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Y mientras Luis Jesús se está peinando, Yo leo, mi río y me divierto Y con placer lo alabo, porqué entiendo Que su fértil mente goza con el entuerto. (“Vidas que van”)