A Feliciano le fascinaban las leyendas de terror, pues argumentaba que esos relatos ayudaban a “sacar” el estrés que sufren las personas, por medio de un buen susto. Además como el chico se encontraba estudiando en la universidad para convertirse en cineasta, casi todos los cortometrajes que realizaba versaban sobre temas de miedo.

Un día realizando una práctica junto a sus amigos comenzaron a filmar una escena muy parecida a la que se puede ver en la película del Exorcista, cuando el sacerdote llega por primera vez al cuarto de la joven poseída.

Todo en el set estaba dispuesto: la iluminación, los decorados, el maquillaje, el vestuario etc. Feliciano tomó su cámara de mano y se acercó con el fin de obtener un primer plano del rostro de la joven, ya que pensaba que de ese modo generaría una mayor expectación en la audiencia.

Dio el grito de ¡acción! Y todos comenzaron a rodar la escena. Solamente se escuchaban las notas del soundtrack original de la película de 1973. El ambiente se transformó y la atmósfera se puso muy pesada.

Todo transcurrió a pedir de boca, la chica se convulsionó como una loca para luego desmayarse en el momento justo en el que lo marcaba el guión. Aquello a los ojos del incipiente director fue una actuación de primer nivel, ya que se grabó en una sola toma.

Terminaron de grabar y Feliciano se acercó a su compañera y le dijo:

– ¡Estuviste fantástica Maricela! Pero ya puedes dejar de fingir, ya acabamos.

Al notar que la muchacha no respondía, la tomó de la mano y se percató de que todo su cuerpo estaba helado cual témpano de hielo.

– ¡Está muerta! ¿Cómo es posible que no nos diéramos cuenta de esto? Exclamó con lágrimas en los ojos

Antes de avisarle a nadie, se puso a revisar el vídeo de su cámara para ver si encontraba el momento del fallecimiento de la chica. Horrorizado, observó que cuando la muchacha comenzó a convulsionarse fue porque una entidad maligna la estaba estrangulando. Además, la criatura miró cínicamente hacia el lente de la cámara guiñando uno de sus ojos.