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Una tarde cualquiera de invierno(2)...

Era un día cualquiera de invierno, hacía pocos días que Paula había terminado la carrera y aquel día se encontraba deambulando por Madrid, echando curriculums y pensando sobre la vida, la nueva vida que empezaba. Siempre le había agobiado que llegase este momento, el momento de hacer su propia vida, de decidir cómo quería enfocarla. Estaba sentada junto a un árbol en el retiro, de repente vio que una chica se acercaba haciendo footing, no podía creerlo, era Marta.
-¿Marta?
-¿Paula? ¡Que sorpresa! ¿Qué haces aquí? Te suponía en Valencia
-Acabé la carrera y me vine unos días a casa de unos amigos a buscar trabajo y desconectar. ¿Y tú? ¿Qué tal estás? ¿Sigues con ....?
-Pablo, si, estamos viviendo juntos y dentro de unos meses nos casamos.¿Y tú? ¿estás con alguien?
-No sabes cuanto me alegro. Yo estoy sola, después mi última relación aprendí que es como mejor se está.
-No digas eso, un día de estos encuentras a la persona de tu vida.
-Si tu lo dices...
-Oye, perdona pero voy con prisa, llámame si quieres antes de marcharte y me cuentas.
-No te preocupes, te llamaré.

Se dieron un par de besos, y Marta se alejó corriendo entre los árboles. Una profunda melancolía invadió a Paula. Aquella chica fue hasta ahora su único amor. -el mundo es un pañuelo –pensó- tener que venir aquí a Madrid para encontrarla. De repente un tremendo escalofrío recorrió su cuerpo, cerró el libro que estaba leyendo y decidió marcharse a casa. Cuando Alberto la vio entrar enseguida notó que algo raro pasaba.
-¿Qué te pasa? Vaya cara que traes.
-No me encuentro bien, me voy a dormir
-¡Pero que dices! Si son las dos de la tarde. Venga, siéntate aquí y cuéntame que pasó.
-Nada de verdad, me apetece dormir y estar sola.
En ese momento entró en casa Rosa, la novia de Alberto.
-Vaya cara que tenéis, ¿qué ocurre?
-Nada –contestaron Alberto y Paula al unísono.
-Rosa, ¿te importa ir preparando a ti la comida? Estamos mientras en el cuarto
-Claro que no cariño

Paula y Alberto se fueron al dormitorio de ella, se tumbaron sobre la cama y ella se puso a llorar.
-¿Paula me quieres contar que te pasa?
-Nada de verdad, he tenido un mal día, esto de buscar trabajo es más difícil de lo que imaginas.
-A mi no me engañas, si no me lo quieres contar dime eso, que no me lo quieres contar, pero no me mientas porque tus ojitos dicen que te pasó algo.
-Me encontré con Marta en el retiro –dijo entre sollozos mientras se abrazaba a él.
-Venga no pasa nada, sabias que algún día pasaría.
-Se va a casar –y el llanto era cada vez más fuerte.
Hubo un silencio, Alberto se quedó sin palabras para consolarla. Era su mejor amigo y sabía lo importante que había sido Marta en la vida de Paula, él fue quien estuvo apoyándola durante todo el tiempo que duró la relación, ahora se sentía impotente, no podía verla sufrir, sufrir de esa manera por amor.
-No se que decirte, conseguirás olvidarla, tienes todo mi apoyo.
-Lo sé, gracias, te quiero mucho –y se abrazó de nuevo a él.
-Venga, espabílate, vamos a comer y esta misma tarde salimos por ahí, ya verás como conoces a alguien.
-¡No lo entiendes! No quiero conocer a nadie, la quiero a ella.
-No quiero ser duro, pero se va a casar, te hizo mucho daño, no se merece que la quieras tanto. Tú vales mucho, acabas de terminar la carrera y no te puedes venir abajo ahora.
-¿Y de que sirve todo? ¡eh¡ ¡Dime! Si no la tengo a ella no soy nada.
-No digas nunca eso, no merece la pena vivir para una persona, la vida sigue, además de aquella historia hace ya tiempo, pensé que lo habías superado.
-Si, lo tenia superado mientras que no la veía, pero siempre me quedaba una esperanza, nos quisimos mucho, era amor verdadero.
-Ese amor se acabó y debes aceptarlo o vas a estar amargada toda tu vida.
-Supongo, pero hoy la vi tan guapa, como si el tiempo no hubiese pasado.
-Venga, espabílate que vamos a comer.

Después de comer se tumbó en el sofá, pensando en la historia de amor con Marta. Recordó como se conocieron una fría mañana de invierno en la facultad de Económicas. Paula había ido allí a tomar un café con una amiga, en la cafetería, en la mesa de detrás estaba ella, fue un flechazo, le llamaron la atención sobre todo esos tremendos ojos verdes. Estuvieron todo el rato echándose miraditas, cuando ya se iba decidió pasar antes al servicio, y cuando salía se cruzaron. Marta le dijo: -Se te calló este papel. Y le metió en el bolsillo una servilleta arrugada. Cuando llegó a casa, leyó la servilleta: MARTA y a continuación un numero de teléfono. Durante toda la tarde estuvo dudando que hacer, nunca le había pasado nada así, pero aquella chica de ojos verdes verdaderamente le gustaba. Cuando se dio cuenta estaba marcando aquel número.
-¿Marta?
-¿Si? ¿Quién es?
-bueno... –dijo entre balbuceos. Soy la chica de la cafetería de esta mañana. Un sudor frío le recorría la frente.
-Hola –dijo Marta, también un poco nerviosa.
-Hola
Y ninguna sabía que decir.
-Cuéntame , ¿qué tal?
-Pues bien ¿y tu?
Y de nuevo el silencio.
-¿Quieres que quedemos esta noche y nos tomamos algo? –preguntó nerviosa Marta
-Pues... me encantaría.
-A mi también, ¿A que hora te viene bien? ¿Dónde quedamos?
-Pues en el kilómetro cero, a las diez, ¿te viene bien?
-Estupendo, nos vemos allí entonces
-Hasta entonces
Y se despidieron sin más, Paula se pasó toda la tarde arreglándose, una camiseta, otra, ahora este pantalón, no mejor falda, nada le parecía bien, estaba nerviosa, nunca había tenido una cita de esas características pero tenia la corazonada de que iba a ser alguien importante en su vida. ¿Quién no se había enamorado nunca a primera vista? A las diez en punto estaba en la puerta del sol, en cinco minutos la vio aparecer.

-Paula, Paula despierta, es tarde, te quedaste durmiendo –Alberto la comenzó a hablar.
Abrió poco a poco los ojos la luz le molestaba –¿Que hora es?
-Son las diez, Rosa y yo vamos a cenar, venga espabílate y cena con nosotros.
-Vale, me doy una ducha rápida y estoy con vosotros.

Fue una cena extraña, los tres miraban la tele sin saber que veían, nadie decía nada, se respiraba un ambiente triste. Rosa fue la primera en cortar el hielo –Mañana he quedado con mis compañeros después de cenar , ¿te vienes con nosotros Paula?
-No creo, estoy pensando en marcharme para Valencia mañana.
-¡que dices! -Interrumpió Alberto- tu mañana te vienes con nosotros y te quedas unos días más
-Muchas gracias, pero de veras que me apetece irme, mis compañeras me estarán echando de menos y aquí ya no pinto nada, solo molestaros.
-No digas eso , te quedas hasta el fin de semana y no se hable más. –dijo Alberto.

Terminaron de cenar y se fueron a dormir, al día siguiente ella estuvo todo el día en oficinas depositando curriculums y cartas de presentación, en todos sitios le decían lo mismo:
-ahora mismo no necesitamos ampliación de plantilla, pero en cualquier caso te tendremos en cuenta. Al volver decidió pasar por el retiro, quería volver a encontrase con Marta, pero Marta aquel día no pasó, aburrida de esperar se marchó a casa. Después de comer se tiro toda la tarde tumbada en la cama, recordando su historia con Marta, de nuevo se quedó dormida. Alberto la despertó, la trató de convencer para que cenara y se arreglara para irse con ellos, después de muchos esfuerzos lo consiguió. Paula estaba radiante, con ese pelo rizado pelirrojo, esos ojos marrones, llevaba una falda vaquera de media pierna y una camiseta azul turquesa atada al cuello. –Estás preciosa –le dijo Alberto.
-Tu que me miras con buenos ojos –respondió ella sonrojada.
-Te lo digo yo también -interrumpió Rosa -estás muy guapa, ya verás como ligas con alguno de mis compañeros.
-¿Nos vamos? –contestó ella porque no sabía que decir.

Efectivamente, cuando llegaron a casa de Pedro todos se quedaron alucinados y prendados de la belleza de Paula, todos los chicos trataron de entrarla, pero ella ni caso, su mente estaba en otro sitio, en concreto en una chica morena de ojos negros que estaba sentada detrás suya, sin pensárselo dos veces se dirigió a ella.
-Hola –dijo con voz tímida
-Hola, ¿qué tal? –contestó la chica de ojos negros
-Pues nada, acompañando a Alberto y Rosa , ¿y tú?
-Soy la hermana de Pedro
-Ah –dijo Paula con una sonrisa entrecortada porque no sabía que decir
-¿Eres de Madrid? –preguntó la chica
-No que va, soy de un pueblecito de Teruel, fui a estudiar a Valencia que es donde vivo actualmente y vine a Madrid unos días para visitar a mi amigo Alberto y echar curriculums.
-¿Y que estudiaste?
-Soy licenciada en Psicología.
-¡No me digas más!
-¿Qué ocurre? –pregunto Paula intrigada
-Yo trabajo de secretaria para un gabinete de psicólogos.
-¿En donde?
-En calle Ferrandiz
-Creo que deje mi currículum por allí
-No importa, el que lo lleva es uno de mis mejores amigos, si quieres hablo con él, a ver que se puede hacer
-No sabes como te lo agradecería. Oye –preguntó Paula con voz muy segura -¿Quieres que nos vayamos de esta aburrida fiesta? Te invito a una copa en el bar de abajo.
-Estoy de acuerdo contigo, aviso a mi hermano y nos vamos
Mientras bajaban en el ascensor, no se dijeron nada, pero de repente la chica rompió aquel frío silencio: -A todo esto, ¿cómo te llamas?
-Paula, ¿y tu?
-Vanesa
-Pues encantada de conocerte
-Igualmente
Y se dieron los dos besos de rigor. Se dirigieron al bar de abajo y se tomaron una copa tras otra hasta que el bar cerró. Hablaron de todo, de trabajo, de política, de amores imposibles,...Hacía tiempo que Paula no conectaba así con ninguna chica. Quedaron para verse al día siguiente. Paula se dirigió bien temprano a la calle Ferrandiz, entro el portal y nada más pasar por la puerta del gabinete vio a Vanesa allí sentada, tan guapa o más que la noche anterior.
-Espera un segundo, -le saludó Vanesa. -Vale, espero. Vanesa se adentró en uno de los despachos, tardó un buen rato en salir, cuando por fin lo hizo, salió sonriente: -Paula entra Don Sebastián quiere conocerte. –y le guiñó un ojo. Ella le devolvió el guiño con una sonrisa y entró en aquel despacho. Estuvo durante más de una hora entrevistándose con aquel hombre, parecía simpático a pesar de que se le veía mayor. Concretaron en que la probarían durante un mes con otra compañera del gabinete y si les gustaba la contratarían por un año más. La cosa no podía ir mejor, acababa de encontrar trabajo y además una estupenda amiga o algo más... Al salir se despidió muy amable de Vanesa.
–Gracias por todo, a partir del lunes nos veremos por aquí todos los días.
–No sabes cuanto me alegro –contestó Vanesa con una sonrisa picarona. -¿quieres que quedemos esta noche para celebrarlo?
–No sé
-Anda, ¿qué tienes mejor que hacer un viernes por la noche?
-Tienes razón , -se animo Paula -¿A las once en el kilómetro cero?
-Allí estaré.
-Nos vemos.

Nada más llegar a casa lo primero que hizo fue llamar a sus padres para decirles que había encontrado trabajo y a sus compañeras de piso en Valencia, Eva y Rosa, sus mejores amigas. Pensó que le iba a costar mucho adaptarse a esta nueva vida, a vivir sin ellas, en una ciudad nueva, con gente nueva, estaba aterrorizada de pensar en todo eso. Además tendría que encontrar piso, no podía vivir siempre con Alberto y Rosa. Dándole vueltas a todo se dio cuenta de que se tenia que arreglar, en menos de media hora tenia una cita con Vanesa.... Se fueron a cenar juntas y a un bar de copas, había mucho feeling entre ellas, pero ninguna de las dos se atrevía a nada más, de repente Vanesa soltó:
-¿Eres lesbiana?
-¿Cómo? –preguntó sorprendida Paula
-Eres muy guapa.
-Tú también eres preciosa.
Se miraron fijamente a los ojos durante unos minutos, aquella mirada lo dijo todo y más...
-¿Nos vamos de aquí? –preguntaron las dos al unísono.
-Ja, Ja
Y desaparecieron de aquel bar. Estuvieron en un sitio, en otro, copa tras copa, risa tras risa, hasta ver amanecer,... Y por fin llego la hora de irse...vaya nervios, ninguna de los sabía como comportarse, se miraron de nuevo a los ojos y sin decir mas se besaron, se besaron apasionadamente durante un rato largo, al finalizar dijo Paula entre risas: -¿Nos vemos mañana? –Nada me haría mas ilusión. Y cada una desapareció por una esquina. Después de comer Paula estaba pálida, Alberto la interrogó:
-¿Qué tal anoche? Tienes mala cara
-Muy bien, pero me encuentro cansada, me duele el estómago un montón.
-¿Quieres que vayamos a urgencias?
-No, déjalo, me voy a dormir un rato, será el cansancio y la falta de costumbre.
A la hora de cenar, Paula se despertó de nuevo, tenia muy mala cara, en el salón estaban Rosa y Alberto.
-¿qué tal? ¿has descansado?
–tengo un fuerte dolor en el estomago –contestó ella con la voz apagada.
–Si quieres vamos a urgencias
-¿No te importa llevarme?
-¡como me va a importar!. Rosa, ¿tu también vienes?
-No, acompáñala tú
Mientras estaba esperando en urgencias, le sonó el móvil, era Vanesa:
-Hola guapa, ¿qué tal? ¿has descansado?
-Mas o menos
-vaya voz tienes, ¿quieres que nos veamos hoy?
-No creo
-¿Y eso? ¿Hice algo ayer que no debía?
-No tonta, no es por ti. Estoy en urgencias con un fuerte dolor de estómago.
-Uff, vaya, ¿quieres que vaya para allá?
-No hace falta, Alberto esta aquí.
-A mi no me importa acercarme
-Te lo agradezco de veras, pero no es para tanto, algo me sentaría mal anoche, cuando salga te llamo y nos vemos.
-No me convences del todo, pero esperaré tu llamada, un besito guapa.
-Un beso.

Después de varias horas, pasaron a hacerle pruebas, la cara del medico no era buena:
-¿Has tenido antes estos dolores?
–A veces, pero no a menudo, casi siempre después de desayunar -contestó ella asustada -¿qué pasa?
-Aún no lo sé, te vamos a hacer otra prueba, y me temo que te tendrás que quedar esta noche ingresada.
-¿Pero es grave?
-Aún no lo sabemos, pero es mejor prevenir.

Cuando ya habían terminado las pruebas, en la habitación del hospital, llamó a Vanesa:
-Hola
-Hola, ¿qué tal fue?
-Bien, algo me sentó mal algo ayer y me tienen que hacer un lavado de estomago –mintió Paula sin saber por que. –voy a pasar la noche en el hospital
-Voy para allá
-No hace falta que vengas, mañana nos vemos
-Si tú lo dices.
-De verdad, tengo que descansar, venga un beso –y cortó la llamada
CONTINUARA.......
Datos del Cuento
  • Autor: Maria
  • Código: 11005
  • Fecha: 24-09-2004
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.11
  • Votos: 62
  • Envios: 2
  • Lecturas: 1462
  • Valoración:
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