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Categoría: Sueños

VIVIENDO EN UN SUEÑO

Conocí en una ocasión a un joven caballero en una noche de tormenta, la lluvia me cubría por completo cuando de repente allí le vi con su mano tendida, la acepté y su forma de sujetarla tan dulce pero a la vez tan firme, sentí seguridad… En ningún momento la soltó. No sabía donde me llevaba pero no me importaba solo sabía que no quería que jamás me liberara.

Sin darme cuenta me encontraba en una cabaña, junto al fuego… y con sus brazos a mi alrededor. Me encontraba tumbada en su regazo, el frío del invierno dejó de existir, solo estábamos él y yo, perdidos en cualquier lugar del mundo.
Todo era maravilloso, era todo mágico, único…
- He esperado tanto para tenerte, como te tengo ahora, entre mis brazos, sin nadie que nos interrumpa, sin el tiempo que nos limite, perdidos para nunca encontrarnos… - me susurró al oído con su dulce voz que me llenaba de amor.

Mi joven caballero se incorporó y quedamos los dos de frente. La mirada clavaba en mis ojos, que alcanzaban mi alma, bajé la mirada, no era capaz de aguantarla, pero el con su mano, hizo que volviera a mirarlo y la expresión de su mirada cambió.
- ¿Qué ocurre? ¿Pasa algo malo? – pregunté temerosa de haber decepcionado su imagen de mí.
- Si… - me respondió. Sentí como mi corazón se rompía en pedazos. – Me he dado cuenta de algo oculto para mí hasta este instante. – comenzó a decir y yo me levanté al comenzar a caer sobre mis mejillas las lágrimas del dolor. Me refugié en la ventana que se encontraba tras de mí y él continuó, yo escuché con dolor cada palabra. – Siempre creí que eras bella, hermosa, la princesa de mi vida, la chica por la que moriría algún día, el sentido de vivir, el motivo por el que mi corazón late cada día, la musa de mis poesías… - él comentaba mientras a mi me destrozaba, presenciar la pérdida del amor de mi vida.
- Me equivoqué en creer todo esto ¿sabes? – siguió de pie tras de mí. – No puedo creer que solo vi la realidad ahora. ¿Sabes cual es esa realidad? – me preguntó, pero yo no era capaz de responder, no quería escuchar más. – La realidad que he descubierto es que… - hizo una pausa y puso sus manos suavemente sobre mis brazos, fue acariciándome, recorriendo mis brazos hasta llegar a mis manos, las cogió con firmeza y me rodeó con ellos, me abrazó. – He descubierto que Te Quiero… - me dijo, yo me sorprendí, me giré y le miré a los ojos con restos de llanto.
- ¿Cómo? – pregunté casi sin voz. – ¿Cómo has dicho?
- He dicho que Te Quiero. Eres la mujer con quien quiero estar, no me importa lo que diga la gente, no me importa que seas rica o pobre, que seas princesa o sirvienta… No necesito riqueza, solo me interesa poseer tu corazón, conquistarlo cada día, solo te quiero a ti. Para vivir lo único que me hace falta es saber si tu también me amas.
- ¡Oh! Mi joven caballero… Veo que sois ciego a lo inocente y verdadero. Nunca supisteis interpretar el significado de cada mirada, cada palabra… ¿Creéis que hubiera soportado insultos, rechazos… o haber luchado y abandonado todo lo que amo si el amor que siento por vos no fuera los que mas quiero? ¿Pensáis que he esperado tanto si no creyese en este amor? Mi joven caballero os quise desde el primer momento y más os quiero por cada momento que comparto.
Se acercó a mí, cogió mi mano y con una leve reverencia la besó. De la nada nació una bella melodía tocada por ángeles que nos convenció para bailar, abrazados nos dejamos llevar por la melodía y bailamos eternamente.

La lluvia no cesaba, no se podía salir fuera, pero me daba igual, así podía seguir en sus brazos día y noche acurrucados.
Los dos nos encontrábamos tumbados, comentaba lo que haría cuando volviera a la cuidad, y el plan era seguir en la universidad, al trabajo, a las obligaciones… A la rutina.
- Bueno, yo no haré siempre rutina. La universidad es una vida ¿sabes? – dijo él con un tono alegre.
- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunté.
- Pues que hay muchas cosas que hacer, muchas chicas que no están nada mal, hay muchas que querrán estar conmigo ¿sabes? Y no sé, podría… - decía. Aquello me molestó.
- ¡Pues que te aproveche! – reaccioné.
- Gracias. No me vendría mal. La verdad es que necesitaré algo para ponerme las pilas, porque seguro que estaré agotado. – seguía diciendo con tanta tranquilidad. - ¿A quién llamaré? Tú conoces a la mayoría ¿Por qué no me ayudas? – me dijo, pero yo le estaba dando la espalda.
- Hazlo solito.
- Aunque tu compañera de laboratorio… está bastante bien ¿no crees?
- ¡Yo que sé! ¡Déjame en paz!
- ¿Qué te pasa? – me preguntó extrañado. - ¿Estas molesta? – preguntó pero no le respondí. – Ray… ¿te ha molestado? – me senté y le miré cabreada.
- ¡NO! ¡Me siento me siento muy feliz de escucharte hablar de mi compañera de laboratorio! ¡De las ganas de largarte! ¿Quieres irte? ¡Pues vete! ¡No te cortes por mí! – reaccioné y le volví a dar la espalda.
- - Ey… ¿Y esa reacción? ¿Qué mosca te ha picado? – preguntó.
- Nada, déjame. – le respondí. Él intentaba verme la cara.
- ¿Qué estas celosa? – preguntó sorprendido. Comenzó a hacerme cosquillas.
- Déjame Athan. – él insistía hasta que sonreí. Continuó haciéndome cosquillas hasta llegar a reírme. Caí tumbada, el junto a mí de lado apoyando su cabeza en su mano. Se quedó mirándome.
- Ray… nunca estés celosa de ninguna chica, porque aunque sean lo que todo chico desea, para mí tu eres la única, solo tengo ojos para ti ¿vale? - me aclaró y yo sólo sonreí. Acarició mi mejilla con sus dedos mientras miraba mis ojos.
- Tus ojos parecen color el color del agua del mar, tu cabello liso de oro y tu piel suave como la seda, blanca como la seda y frágil como el cristal. – decía mientras acariciaba cada parte nombrada. Se quedó acariciando con dulzura mi brazo que a continuación fue besado por sus labios, lentamente ascendiendo hasta llegar al cuello y con destino mis labios. Sus labios y los míos, finalmente se encontraron,.. ¡qué sentimiento tan bello! Me encontraba volando por el cielo hasta alcanzar el universo.

Ambos dejándonos llevar por el momento, entregándolo todo sin miedo, sin secretos. No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto, si iba rápido, ¡no lo se! Sólo se que en ese instante mi mente y mi corazón estaban conectados.
Cuando él despertó no había amanecido aún, yo dormía pero con un beso suyo me despertó, me di la vuelta para mirarlo.
- Hola- saludó dulcemente.
- Hola. – le contesté.
- ¿Cómo te encuentras? – me preguntó.
- Bien.
- ¿Qué quieres hacer hoy? – me preguntó, yo sin dudar respondí.
- Quedarme contigo. – me acercó a él y nos quedamos acostados.
Cuando despertamos el sola brillaba con todo su resplandor.
- Hoy hace un día precioso. Tras dos días de intensa lluvia, un día de resplandeciente sol. – dije respirando el aire puro
- Si… Es el día perfecto para partir. – dijo Atan con un tono triste.
- ¿Partir? ¿Volvemos a la cuidad? – pregunté.
- No. Tu vuelves a la cuidad.
- ¿Y tu dónde iras? – pregunté con temor.
- Nuestros destinos son diferentes Ray,
- ¿A qué te refieres?
- ¡Vamos Raiven! Sabías que esto no duraría, sabías que me iría.
- ¡Pero no después de dos días! – exclamé. - ¿¡Para esto me querías!? ¿Para hacerme daño?
- ¡No! No… Jamás fue mi intención herirte, lo único que quise fue hacerte feliz o al menos, formar parte de ello.
- ¿Dejándome? – suspiró. Sabía que sufría pero no era capaz de aceptarlo.
- Ray… Tú eres el motivo por el que estoy aquí, gracias a ti he vuelto a existir, a ser feliz… Lo eres todo para mí… Pero no puedo incumplir lo pactado, ni tampoco podría quedarme aunque quisiese.
- ¿Por qué tiene que ser así? No quiero que te vayas, por favor quédate conmigo… - le supliqué y le abracé sin parar de llorar.

Sabía que aunque llorase lágrimas de sangre, de nada serviría. No era capaz de hacerme a la idea de despertar y no verle junto a mí, cada vez que lo pensaba lloraba cada vez más. ¿Qué haré cuando no esté? Le pedí a Dios que lo dejara conmigo, que no lo apartase de mi lado, que no lo apartase de mi lado, pero de nada servía, lo sé.
- ¡Mira! La primera estrella de la noche… ¿Quieres pedir un deseo? – me preguntó.
- ¿Para qué? Si nunca se cumplirá. – le contesté. Cerró los ojos pasaron unos segundos y los volvió a abrir.
- ¿Qué has pedido? – me preguntó.
- Nada. – le respondí secamente. - ¿Y tu?
- Quedarme contigo… - me dijo y le abracé. Pasaron los minutos y la hora llegó. – Ray es la hora. Tengo que irme.
- ¿Te volveré a ver… aunque sea en sueños?
- No lo sé. Eso espero. Pero recuerda que siempre estaré contigo. – me dijo y las lágrimas cayeron sobre mis rostro. – Mi bella dama, llevo conmigo recuerdos muy bonitos, los mejores que he vivido. – me dijo mientras me secaba las lágrimas con sus dedos. Me sonrió y caminó.
- No me das ni siquiera un beso. – le dije, se dio la vuelta y me sonrió.
- No podría llevarme ese recuerdo conmigo. – se acercó a mi y me susurró al oído. – Te Quiero y siempre te querré esté donde esté.
Athan caminó a la luz que me cegó y al abrir los ojos aquí me encontraba: en mi casa, tumbada en el sofá.

Jamás olvidé aquellos días con él en la cabaña de un lugar desconocido para mí y quizás para el mundo entero. Donde compartimos los momentos más hermosos de nuestras vidas. A veces, en las noches tormentosas, siento sus brazos cubriendo mi cuerpo. Cuando el viento sopla y me acaricia siento sus manos sobre mí.
Aquel joven caballero me dio la alegría que jamás llegue a tener en la realidad, aquel ladrón me robó el corazón y este conquistador, conquistó cada territorio de mi corazón por quien luchó. Él me lo dio todo…
Te quiero Joven Caballero, sueño con estar de nuevo en tus brazos y sentir tus besos.

Ya han pasado tres años desde aquel recuerdo, y durante todo este tiempo desperté cada mañana con la esperanza de verlo y cada noche deseaba estar con él pero jamás le vi. Me rendí, me di cuenta que vivir de un sueño no era la solución y que todo aquello era tan solo la ilusión de este corazón.





START: June.27.2006

END: July.02.2006 (4:17)
Datos del Cuento
  • Autor: Amy Isidro
  • Código: 17253
  • Fecha: 22-08-2006
  • Categoría: Sueños
  • Media: 5.54
  • Votos: 83
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