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VUELTA E IDA

Se me derrumbaron las piernas cuando la vi volver, pensé que era un fantasma hasta que me tocó el hombro diciendo:
-Hola, estás helado, levántate.
No pude decir palabra alguna, sólo la miraba...
¡¡¡¿¿¿Hola, estás helado levántate???!!! ¿Acaso está loca? Después de 14 años desaparecida, después de pensar que estaba muerta, ¡viene y me dice que estoy helado! ¡De bolas que estoy helado, congelado y petrificado! Si pensé que era una maldita visión, pensé que estaba perdiendo la razón.

Nos bañábamos en un río mientras llovía, no hicimos caso de las advertencias de los mayores acerca del peligro que representaba ir al río en tiempos de lluvia. Hubo una crecida y la corriente arrastró a mi hermana hasta que la perdí de vista. No pude hacer algo por ella. Mi madre me azotó por haberla perdido, papá dejó de hablarme por mi grandísima irresponsabilidad. Fui tratado como un paria y la inmensa culpa que sentía no me dejaba vivir en paz, hubiera querido dar mi vida por la suya, era el hermano mayor y debía velar por ella...

Mi madre murió de tristeza y antes de fallecer me maldijo, después de esto, mi padre se marcho de la casa y nunca más supe de él. Yo me volví retraído y solitario. Sólo estaba concentrado en mi trabajo, tratando de olvidar la desgracia que había pasado por mi causa... Ajá y entonces llega esta hijueputa a aparecer como si nada hubiese pasado y a decirme muy alegremente: “hola, estás helado”. ¡Pero que recontramaldita!

Lo primero que le dije fue:
-¿Si estabas viva por qué no diste alguna señal? ¿por qué no nos buscaste?
-Quería conocer el mundo y quedandome en ese pueblo era una barrera para mis anhelos.
-¿Y hasta dónde te llevó el río?- pregunté tratando de ocultar mi rabia.
-Hasta pueblo que no conocía llamado Puente Negro. Me rescataron unas mujeres que estaban lavando en la orilla, me cuidaron hasta que estuve mejor.
-Y entonces... ¿conociste el mundo?- le pregunté aparentemente sereno.
-No. Me enamoré, me casé y ahí me quedé.
¡Pero que hijueputa!, pensé, luego le dije:
-¿Cómo supiste que estaba en la ciudad?
-Fui hasta el pueblo, hasta nuestra casa y me encontré con nuevos habitantes, ellos me dijeron que tú estabas aquí, asi que vine hasta acá y busqué en la guía telefonica. Con un apellido tan peculiar como el nuestro se me hizo muy fácil.
-Ah sí, vendí la casa, despues que mamá muriera y papá desapareciera.
-¿Mamá murió?... pobre- dijo tranquilamente- Papá... siempre tan loco, seguro que fue a recorrer el mundo también.
-¡¡¡También!!! ¡Pero si tú te quedaste metida en un pueblo!- y recobrando la calma le dije- supongo que estás cansada... ¿por qué no te acuestas?
-Sí, me duelen las piernas... debería dormir.
Y así hizo.

Cuando estuvo profundamente dormida la asfixié con una almohada, luego la cubrí con las sábanas, la envolví en una bolsa negra, la metí en el auto y manejé hasta un relleno sanitario y ahí la dejé, que se pudriera con la basura, que se quedara muertita, como lo estuvo siempre para mí.
Datos del Cuento
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