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Valentín y el pirata Malaspulgas

El pirata Malaspulgas era el pirata más temido de todos los tiempos. Nadie quería enfrentarse a él, pues tenía fama de tener muy mal genio y ser muy cruel con quienes se negaban a cumplir sus deseos. 

Un día, el pirata Malaspulgas llegó a un pequeño pueblo costero en la que nunca había estado. Todos los habitantes estaban muy asustados. Nadie quería allí al temido pirata, pero nadie tenía el valor de enfrentarse a él y echarlo. 

-Yo me enfrentaré a él -dijo Valentín, el tabernero.

-¿Qué vas a hacer, descerebrado? -le dijo el posadero. 

-Tengo un plan -dijo Valentín.

-¿Vas a enfrentarte al pirata Malaspulgas y a su tripulación con el palo de la escoba de barrer la taberna? -dijo el posadero, mofándose.

-En otros tiempos yo también fui pirata -dijo Valentín, sin hacer caso de las burlas de su vecino.

Al tabernero no le dio tiempo a continuar. El pirata Malaspulgas estaba entrando por la puerta de la taberna. El posadero se escondió, muy asustado. 

-¡Cerveza para todos! - gritó el pirata Malaspulgas

-Marchando -dijo el tabernero.

-¿Estás loco? Si se emborrachan estamos perdidos -le dijo el posadero a Valentín desde su escondite.

-Les voy a servir cerveza sin alcohol con un toque especial de la casa, no te preocupes -dijo Valentín.

Al cabo de media hora, el pirata Malaspulgas y toda su tripulación estaban durmiendo a pierna suelta en la taberna. Valentín había añadido a la bebida unas esencias especiales de hierbas para que los piratas durmieran profundamente durante varios días. 

-Es el momento, vecinos -dijo Valentín-. Vamos a llevarlos a su barco. Yo mismo llevaré el barco a alta mar.

Entre todos los vecinos llevaron a los piratas al barco. Valentín cogió el timón y se despidió de todos.

-¿Como piensas volver? -le preguntó el posadero desde el muello.

-No os preocupéis por mí -dijo Valentín-. Sabré cuidar de mí mismo. Vosotros atended la taberna mientras tanto. 

Dos días después el pirata Malaspulgas despertó, y toda su tripulación después.

-¿Qué ha pasado aquí? -gritó el pirata Malaspulgas. 

-Valentín el Tabernero a su servicio, señor -dijo Valentín-. Hemos conseguido salir a tiempo del pueblo, mi capitán. Estaba encantado. Una maldición pesa sobre él desde hace décadas. Llevaba tiempo queriendo escapar. Cuando habéis llegado me ha parecido un milagro.

-¿Qué estás diciendo? -preguntó el pirata Malaspulgas.

-¿No se acuerda, mi capitán? -dijo Valentín-. Os ayudaré a recordar.

Valentín se inventó un emocionante historia sobre encantamientos, luchas y rescates en la que el pirata Malaspulgas era el gran héroe y Valentín era la llave para salir victoriosos. El pirata Malaspulgas, creyéndose la historia, agradeció a Valentín su ayuda y le nombró segundo de abordo. Desde entonces, Valentín viaja con los piratas.

El sacrificio de Valentín sirvió para salvar a todo su pueblo y también a muchos otros, ya que utiliza su historia del pueblo encarnado y otras maldiciones para disuadir a los piratas de asaltarlos. 

Dicen que un joven grumete sigue muy atento las historias de Valentín y las anota en un viejo cuaderno de bitácora. Quién sabe, tal vez algún día alguien encuentre ese cuaderno y podamos conocer todas las historias contadas por Valentín.

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