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Vestido Azul

~Su papá lo ánimo a tomar un trabajo de medio tiempo, de esa manera podría estudiar en las noches y ayudar en el almacén por las mañanas. "Así se forman los varones" repetía mentalmente para darse fuerza, ánimo, entereza cada vez que estaba agotado a punto de largarse de todo aquello que lo mantenía al borde de la histeria.
Unas ojeras profundas verdosas le ganaban espacio en la blanca cara, luchar con esa barba incipiente que se debe afeitar todos los días y ahora ojeras era otro asunto que se sumaba en su contra.
Su apoyo era la abuela que no quería saber más de lo que se le contaba por voluntad, estiraba los pesos que el traía y conseguía hacer milagros para que se viera bien vestido y no como un desarrapado de mal gusto, “porque un hombre de verdad debe dejar esas pendejadas de vieja”, se decía cien veces cuando tocaba el material de sus pantalones de trabajo.
Llevaba un mes sin asistir a clases, una noche cruzando la avenida desde la escuela al paradero se encontró una propaganda en el piso, la recogió por los colores fluorescentes del papel, destacaba la convocatoria para ser parte de un grupo musical, se sintió tocado por el destino, esa era la señal que esperaba tendría que ensayar su número para el concurso y rogarle a su abuela que le ayudara con una prenda barata pero acorde con su presentación.
Por las mañanas en el almacén sacaba algunos pesos adicionales llevando mercados, esa plata no se la controlaban, al patrón de la tarde que era amigo de su abuela lo arreglo pidiendo una hora porqué el mes de exámenes estaba realmente difícil, en la academia solicitó una licencia por falta de recursos. Con sus notas y su comportamiento se podía reintegrar en el próximo bimestre. Le importaba que su papá no se enterara, le daba temor la escena que presentía: gritos, acusaciones, de pronto un bofetón, sus trapos a la calle y muchas palabrotas, no tenía idea porqué odiaba a los artistas. Ni la abuela, ni el papá hablaban sobre el asunto y desde su entrada a la adolescencia no había tiempo para nada, solo trabajar, estudiar y vuelta a lo mismo.
La abuela lo sorprendió con un vestido nuevo de almacén, no preguntó cómo lo había conseguido; ¿para qué? si tampoco iba a obtener respuesta. El traslado al lugar de la presentación le dio tiempo para intentar arrepentirse, la fortaleza le vino de un sitio extraño recordó la cara de la abuela con un tinte de ilusión y cierta sonrisa que no entendió.
Con su boleta de inscripción le dieron paso a un salón en la parte posterior del teatro-bar, con el estaban muchos otros y muy pocas otras. Con un nudo en la garganta y el estómago revuelto respiró hondo y salió al llamado, los zapatos suaves como un guante después de trescientas horas de ensayo sonaron alegremente, entregó la partitura al ayudante del director quien le guiño un ojo y le dijo: - Si no ganas cantando lo harás con esa presencia tuya tan hermosa-, se sonrojo y salió al escenario con el primer acorde.
El director de la orquesta se quería morir cuando lo vio, con aquel vestido azul que el mantenía guardado sin estrenar, la abuela debió ser quien se lo entregó, había llegado el momento de sentarse a hablar.

 

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