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Categoría: Fábulas

Volví a querer

Mis padres dicidieron emigrar a Portugal a un pueblo
llamado Liviana.
El mar lo tenía muy cerca, sentía fascinación por el, sus aguas me daban sosiego, a veces bajaba a contemplarlo, allí me sentía feliz.
Enseguida hice amistades y empecé a salir con amigas. Una tarde vino un chico de otro pueblo cercano que derigió sus pasos muy cerca de mí,
cruzamos las miradas y sin darme cuenta entró de lleno en mi corazón.¿Teníamos tantos proyectos?
Con el tiempo él ya no era el mismo y la relación se enfrío alejándose de mi lado.
El mundo se me vino encima, no podía vencer mi desesperación.
Aquella tarde bajé a la playa, mi refugio era el mar, allí serenaba mi espíritu.
Se oía el repicar de campanas, no me percaté que la marea estaba subiendo y me vi atrapada, como pude empecé a subir por las rocas, por fin alcancé la cima.
Llegué toda ensangrentada, vi la puerta de un convento, una monja me atendio invitándome para que pasara.
Allí dentro encontré paz, que era lo que yo necesitaba en ese momento y decidí quedarme con ellas. Hice los votos de novicia pero conforme pasaban los años, aquellos muros me asfixiaban,
no tenía vocación de monja y decidí salir de allí. Ya fuera todo era tan distinto de como yo lo dejé tanto tiempo desconectada del mundo exterior,
todo era tan diferente que no me sentía bien.
Cada vez que podía iba a visitarlas, ellas
me habían ayudado tanto en mis momentos difíciles.
Yo no era la misma parecía como si hubieran dos personas dentro de mí.
A veces me ponía en el ordenador, así mitigaba el vacío que existía dentro de mi alma.
Conecté con un hombre "Héctor" él me decía frases tan bonitas referente al amor...
Enpezó a decir que la vida había que vivirla,
que amar era lo más bello, que no cerrara mi corazón. ¿tantas cosas lo impedían?
El tiempo que estuve en el convento transformo mi manera de pensar, todo era pecado hasta un beso era pecaminoso. Héctor decía que el amor no era malo, que borrara de mi mente tales cosas, que Dios creo a la mujer y al hombre para que fueran felices ¡cómo podía ser pecado amarse! Héctor fue cambiando mi vida y pude de nuevo volver a querer. Él hizo que yo encontrara la paz interior, sin él no hubiera podido olvidar.
Hoy me siento libre como una mariposa volando al viento. Por fin pude volver a sentir, Héctor tenía razón, no se podía vivir sin amor.
Datos del Cuento
  • Categoría: Fábulas
  • Media: 4.98
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