No cesaba de joderme, a pesar que innumerables veces la he matado, pero siempre vuelven. Quizá sean sus parientes que una y otra vez viene a joderme la tranquilidad que necesito para avanzar mi novela. No vallan a creer que esto es cuento, no, no es cuento, estoy hablando de una negra, sucia y pesada mosca que pulula sobre la luz de mi escritorio y que una y otra vez la mato, pero esta, retorna, claro que no sé si ha resucitado, o es, como dije, otra mosca, pero, me pregunto, ¿por qué siempre viene a la misma hora, volando por el mismo lugar, y, con tal desfachatez, se pone sobre mi cara, mano, lámpara, en cualquier lado que me rodee todas las noche... Y, como les dije, allí está la maldecida, caminando con su alas prestas a salir disparadas apenas coja el matamoscas. Mejor no le hago caso y la dejo ser, puede que se canse, o se sancoche en el foco de la lámpara que uso mientras escribo. Estaba pensando en las ideas que uno tiene cuando se pone a escribir, sobre todo cuando empieza la primera palabra, por supuesto que debe de haber tenido una idea de lo que va a escribir. A mí, para avanzar mi novela, diariamente me pongo a masticar la idea a seguir... ¡Carajo! La maldita mosca de nuevo, no sé qué hacer dios mío. Bueno, como les decía, eso de avanzar tiene sus dominios, sus zonas de transito, como el lobby de un avión, pero, eso es una idea... En mi caso, simplemente aparece una palabra en mi cerebro y la jalo, poniéndola en la página en blanco y así continúo, y cuando notó que mis dedos se deslizan por el hielo, me digo que ya estoy avanzando... Y sobre todo cuando acabo de matar a la maldita mosca, con la punta de un periódico. Allí está, aplastada, llena de sangre, con su negro cuerpo apelmazado. Me da asco y la echo en el tacho para continuar definiendo el cómo avanzar en esto de mi novela... pero, uno tiene que doblegarse ante lo natural como el cansancio, la mosca, la responsabilidad del trabajo, las llamadas del teléfono y muchas cosas mas para seguir en este fluido que es el escribir de algo que no lo entiendo a cabalidad. La otra noche, mientras recordaba un sueño, me dije si era capaz de saltar de mi cama y escribir todas esas lindas ideas que fluyen a través de los sueños, pero no puedo, ni creo que podré. Es mejor hacerlo mientras los dedos y las ideas han hecho un puente entre ellos, y yo y mis dudas quedamos de espectadores, de matamoscas. Secretario interno de no manchar lo que fluye entre la creatividad y la máquina... Es lindo, sobre todo cuando sientes que todo deseo, anhelo se han hecho humo, polvo, ceniza, y ves que el tren de las palabras continúa avanzando mas y mas, aunque no tenga que ver nada acerca de la novela que intento avanzar. Creo que voy a detenerme pero no puedo, hay algo que me dice que sigua y sigua, como si estuviera esperando un orgasmo de letras, o ideas, qué diablos será, pero, es mejor hacerle caso y escribir, dejarse ser, como estar enchufado a algo que no logro entender... que me dice tantas cosas como que el hijo de dios está en los dedos de mi mano, y que las reglas de la mujeres son los signos zodiacales de la luna cuando se pone en bola... De pronto, me siento como en medio de una selva de indios, y yo con mis lentes, mi papel, mi lápiz trato de decirles que no sé cómo he llegado aquí, que esperen un poco y que no se acerquen como la mosca que acabo de matar con un pedazo de papel... No creo que se acerquen, pero será mejor continuar adelante como si esto fuera una máquina del tiempo, de las figuras e imágenes... Me veo como esos bichos que se limpian sus manos antes de entrar a la cena, con tanta hambre y tantas ganas de sentirme satisfecho que me detengo y pienso que soy una mosca, una cochina mosca que se ha metido dentro de mis ideas y no me deja por nada, no, no me deja... Habrá que parar, detenerme, romper el lápiz, quemar los papeles y decirme que todo esto no es mas que otro juego mas por querer ser algo como escritor, cuando la verdad es que no soy mas que otro intento por saber para qué diablos soy bueno, y qué es lo que me gustaría hacer el resto de mis días y noches mientras aparece otra mosca, silbando como siempre, rodeándome los ojos, sientiendo que ella es mas importante que yo, y puede que sea verdad porque al menos ella vuela y lo hace bien, y parece que le gusta, en cambio yo, ¿que? No vuelo, no escribo, no, no... sí, no soy una mosca, pero, tampoco sé lo que soy ni lo que hago esta noche sentado en mí escritorio, dibujando imágenes a través de las palabras, sientiendo que voy a morir así como la mosca en su intento por volar a través de un mundo sin sentido, sin razón, pero, bello, eso sí, muy bello, así como la mosca aplastada por un papel mientras absorbía mi atención creativa, y mis dedos diligentes...
San isidro, julio de 2006