Bueno como hoy estamos de buen humor a ver si os puedo llevar un poquito a todos vosotros , espero poder sacaros una sonrisa.
Con la muerte en los talones, hipocondríaco de nacimiento, caminaba el pequeño Eusebio, grácilmente, a saltitos, todavía inberbe se contoneaba por todo el bulevar, un saco de huesos con nombre propio en busca de un destino... , unas birrillas. El sol le daba en toda la almendra y su mente se aturullaba en fresquitos pensamientos, hizo un alto para descansar sus delgadillas piernas y... ¡que casualidad!, estaba parado enfrente de una decolorada mesa en la que se podía adivinar unas letras que ponía algo así como cola-cola, retiró una de las fatigadas sillas y debajo de una sombrilla posó sus doloridas nalgas... , fruto de la loca noche anterior.
- Camarero porfa.
El camarero le miró con cara de susto.
- Si, es a usted Rey.
Aquella cara iba empeorando por momentos
- Si digame usted, -dijo con una voz temblorosa.
- Tranquilo que no me lo voy a comer, si acaso me trae unos torreznos y le hizo un guiño, - que no guapetón, una cañita porfa.
- Enseguida.
El camarero se fue vacilante después de tan arduo trago, aunque no molesto, si no un tanto intrigado. Hacía poco tiempo que trabajaba en aquel cutre bar, por llamarlo de alguna manera, venía de la capital y aquellos aires gaditanos no le eran muy familiares, así que en lo más hondo de su básica calavera había un pequeño gran matíz que se le resbalaba por sus recalentadas neuronas, tendría que lidiar con seres tan vivarachos a diario?, una sonrisa se dibujó en su cara mientras recogía el refrigerio de la barra para trasladarlo a su destino final, y por que no?, si esto es pa pasarlo bien y con su castizo cuerpo se fue al encuentro de semejante ser. Que sorpresa le esperaría?.
- Aqui tiene usted.
- Pero no me llames de usted guapetón que me pones añitos de más.
- Vale, quieres algo de picar?.
- Pues no me vendría mal una varita.
- Y eso que es?
- Uyyyyyyy, si yo te contara.- Y hablando de varas, esta tarde hay una corridilla de toros muy mona, aquí en el puerto son muy famosas y es muy difícil encontrar entradas, el caso es que yo tengo mmuchos amigos, uno de ellos es intimo de uno de los toreros, que por cierto no veas como esta el prenda y me dejan unas entrdillas en la taquilla, qué! te animas y te explico lo de la varita?.
El camarero flipaba enredado en tan incipiente verborrea, y no se atragantará con lo rápido que habla?, pensaba para sus adentros. Casi sin tiempo a pensar en lo que le estaba sugiriendo le salió un espeso, bueno, sin saber donde se estaba metiendo, aunque feliz por su primera amistad en aquellos lares.
A Eusebio ni le cambió la cara, apuró la birra de un trago y le pidió una nueva,
como si de tal cosa se tratra... Su desparpajo natural de necesidad y su alma había nacido para el goce y la algarabía y por ello caminaba con paso firme, sin importarle los dimes o diretes, con sus tenis rosas y sus pantalones ajustados iba por el lado alegre de la vida.
- Aqui está la segunda de la tarde, - dijo el camarero que ya se había contagiadode tal alegría.
- Ji ji ji ji ji ji, eso crees tu guapetón, por cierto como te llamas?, no nos han presentado.
- Mi nonbre es Rodolfo.
- El mio Eusebio.
Se quedaron mirando un tanto perplejos, después de escuchar dos nombres tan dispares e iguales a la vez.
- Encantado, entonces, unas aceitunillas para acompañar o una varita?.
A Rodolfo se le había calentado ya la boca por los frecuentes tragitos que le daba a la botella de soberano a escondidas, y su sonrisa brillaba por doquier para hacer juego con sus ojillos que parecían dos puñaladitas en un tomate, ni el más hábil de los cocineros tendría tal manejo de cuchillo como para hacer tan minúsculas muescas.
- Te veo muy integrado Rodolfo, por que tu no eres de aqui,no?
- Pues no , soy de Madrid.
- No veas lo que se ha perdio ese Madrid. Y que?, cuando sales?.
- Pues ya mismo, en cuanto te tomes una cañita más, esta corre de mi cuenta, a ver si se nos pasan estos calores.
- Pues que sea así, y unas banderillas para ir entrando en calor.
- Je je je, eso esta acho.
Una tarde gaditana, una plaza de toros gaditana y dos amigos o amigas, oles y aplausos y en su mene una frase, joder Eusebio menuda faena, esta noche fiesta y a la muerte, que le den...
Por que una sonrisa tuya ilumina toda mi vida, te quiero amor, un besazo.
Por eso tienes una vida tan iluminada! Por cierto, tampoco yo sé que es una varita, -en el contexto del cuento, se entiende- y como al parecer se come..., a ver cuando me cocinas una? que solo de pensar en tus guisos me hace la lengua palmas. Otro besazo a ti, bombon!