Me encontré allí sola, sentada, en la orilla de la playa al amanecer.
Aún recuerdo muy bien lo que hice aquel día, por la mañana, temprano, me levanté y como de costumbre hice mi cuarto rápidamente antes de salir disparada hacia casa de mi amiga Eva. Ese día era su cumpleaños, hacía meses que estábamos esperándolo y por fin llegó.
Cuando llegué a su casa, no tuve que esperar ella ya estaba allí, esperándome, apoyada en el muro del portal, con el cigarrillo en la mano y esa sonrisa, su sonrisa, que podía alegrarme aunque estuviese en lo más hondo de mi tristeza, aún recuerdo lo primero que me dijo:

- Buenos días, estas radiante, te noto diferente, ¿ocurre algo?

Ante esa pregunta me quedé un poco asombrada, no me ocurría nada pero sabía que me había levantado con un humor brillante y también notaba que ese día iba a ser diferente, iba a ser especial y que ocurriría algo, en fin... le respondí lo que estaba pensando lo que pasaba por mi cabeza en esos instantes.

- No ocurre nada, simplemente me he levantado de buen humor y noto que hoy va a ser un día especial, no se por qué pero se que va a pasar algo.

Algo a lo que ella se quedo bastante asombrada, sabía que yo no solía hacer caso de lo que algunos consideramos presentimientos y que pasaba de esas tonterías, tardó unos instantes en encontrar una respuesta adecuada a lo que le acababa de decir, unos instantes que se mi hicieron eternos...

- Ya lo decía yo... a ti te pasa algo, no es normal en ti todo lo que me estas diciendo hoy, no se si es que estas tan emocionada por la fiesta de esta noche que ya no sabes ni lo que dices, o es que alguien te ha cambiado el cerebro.

Nos fundimos en carcajadas, como hacíamos siempre en esas situaciones en el que uno no sabe que decir y alguien dice algo un tanto gracioso.
Y al fin llegó la hora de ir hacía nuestro destino de la mañana del gran día, habíamos quedado para ir a comprarnos la ropa más bonita que encontrásemos en toda la ciudad. Nuestra conversación fue pésima durante el camino hacia las tiendas, hablamos de lo que queríamos hacer en cuanto acabásemos nuestros estudios de secundaria, y de cosas así sin importancia.
Nos metimos en todas las tiendas de la calle principal, no paramos de probarnos faldas, pantalones, tops, jerséis,... de todos los modelos y colores, al final salimos con bolsas por todas partes, nos habíamos quedado sin dinero y exhaustas de tanto probar ropa, y salir y entrar de todas las tiendas. Nos dirigimos hacia su casa, nada más llegar fuimos a su cuarto y soltamos el montón de bolsas encima de la cama, fuimos a por unos refrescos y después de descansar un poco empezamos a ponernos la ropa que nos habíamos comprado. Yo me compré un vestido por encima de la rodilla, de color negro y un corte a cada lado en los que se veían asomadas mis piernas. Eva se compró una falda y un top a juego, que por cierto estaba despampanante. Se empezaba a hacer tarde, cogí mis cosas y me despedí de ella.
Al llegar a casa estaba mi madre esperándome, sentada en la butaca del salón, con una enorme bolsa a su lado, en el suelo, y me dijo:

- Ven aquí mi niña, tengo un regalo para ti.- Hizo una breve pausa, pensando en lo que iba a decir después- Sé que estas muy entusiasmada con la fiesta de Eva, y que tanto tu como ella lleváis esperando este día desde hace mucho tiempo, y he decidido haceros un regalo, para ti esto- acercándome la enorme bolsa que tenia a su lado- y para Eva, que por cierto llámala y dile que venga un poquito antes a buscarte, le he comprado esos pendientes que tanto le gustaron esa vez que fuimos a buscar mi viejo reloj. Venga abre tu regalo...

Cuidadosamente y a la vez impaciente empecé a abrir mi regalo, abrí la enorme caja y allí se encontraban las botas que hacía tanto tiempo que iba detrás de ellas, rápidamente me quité mis viejos zapatos y me las puse, me iban a la perfección, las podría estrenar esa misma noche con mi nuevo vestido. Me abalance encima de mi madre y le di un fuerte abrazo.

- ¡Gracias mamá!- le di un gran beso en la mejilla- ¿llamo a Eva?
- Si, hazlo estoy impaciente por ver la cara que pone.

Me dirigí hasta el teléfono, marqué velozmente el número de su casa, y al otro lado respondió una voz de chico que me resultaba bastante familiar, le pregunté por ella y en unos segundos estaba al otro lado del teléfono...

- ¿Si?
- Soy yo, Jenny.
- Dime, ¿que pasa?
- Ven a recogerme un poco antes de lo previsto, mi madre tiene una sorpresa para ti.
- ¿A si? ¿Que es?
- No lo se- dije con disimulo- Por cierto ¿quien respondió al teléfono?
- Ya lo verás, es una de las dos sorpresas que te tengo preparadas para esta noche. ¿Entonces a que hora te recojo?
- A las seis y media mas o menos, y no te retrases no debemos llegar tarde a tu fiesta de cumpleaños.
- Bueno, pues hasta entonces.
- Adiós.

Colgué el teléfono. Fui hacía a mi madre y le conté que Eva también tenia un par de sorpresas para mí, y que no tenia ni idea de que podía ser, que solo sabía que una de las sorpresas era un chico el cual había respondido al teléfono y su voz me había resultado muy familiar, pero no conseguía adivinar quien era. Ella me estaba escuchando con un silencio impresionante, y de pronto se echó a reír a carcajadas.

- ¡Mamá! ¿De que te ríes?
- No, de nada.- Aún entre risas.
- ¿Enserio dímelo, de que te ríes?
- Me río por qué yo ya se quién es ese chico.
- ¿Quién es ese chico? Dímelo por favor.
- No te lo diré es la sorpresa que te tiene preparada Eva, yo lo se por qué esta mañana cuando estabais comprando lo vi y ahora al decírmelo he caído en que él era la sorpresa.
- Mama por favor, dímelo no te hagas rogar más.
- Solo te digo que te hará mucha ilusión.

Yo al ver que ante tanta insistencia no cedía a decirme quién era el misterioso chico dejé pasar el tema y intenté no estar impaciente, pero los nervios me comían, no podía dejar de darle vueltas, pero nunca daba con el chico misterioso.
Después de estar un largo rato sentadas, mi madre y yo, en el comedor en un profundo silenció, mi madre se levantó y se dispuso a poner la comida, llamó a mis hermanas y nos sentamos a comer, pusimos la tele y como siempre el telediario, para ver como iban las desgracias que se estaban cometiendo en la guerra contra Iraq. Durante la comida no hubo mucha conversación mis dos hermanas discutieron durante un largo rato sobre quién tenía que poner la gasolina al coche, y yo y mi madre solo dirigimos algunos comentarios sobre la guerra.
Cuando terminé de comer fui rápidamente a ducharme ya que se me estaba haciendo tarde, me vestí, me peiné, me pinté, me preparé el bolso y cogí el regalo que le había comprado días antes a Eva, y cuando estuve lista tocaron al timbre, era Eva que ya había llegado. Entró haciendo pase de modelo para mostrarle la nueva ropa a mi madre, a lo que mi madre le dijo:

-Estás preciosa, pero... ¿no crees que esos pendientes no quedan muy bien con la ropa que llevas?

Eva se quedó asombrada, no se esperaba que le fuese a decir eso, y se quedó callada sin saber que responder. Mi madre aprovechó para irse hacia su habitación, solo tardó unos minutos en volver con la cajita del regalo que le había comprado.

-Toma- acercándole el minúsculo paquete- esta es tu sorpresa.

Mi madre se quedo mirándola, con una sonrisa enorme, satisfecha de los regalos que nos había hecho. Mientas Eva abría la cajetilla, entusiasmada, me quedé mirándolas a las dos plantada en medio del salón sin saber que hacer. Al fin terminó de abrirlo, se fue directa hacia el lavabo a probarse los nuevos pendientes, volvió con una cara sonriente y dándole un beso en la mejilla a mi madre, le dió las gracias. Seguidamente le di prisas por qué ya casi era la hora y llegaríamos tarde, yo ya me estaba poniendo la chaqueta cuando ella me detuvo y me acercó una pequeña bolsita, sonriendo la abracé y abrí la bolsita, era un collar de cuerda negra, de esos que van pegados al cuello con una flor en medio, me lo puse y se lo mostré a mi madre.

- ¡Que bonito!, té queda precioso con ese vestido. ¡Venga! Iros ya, que vais a llegar tarde y no tenéis que haceros esperar tanto.

Me acerqué y le di un beso, Eva hizo lo mismo.

- ¡Adiós mamá!
- Adiós- dijo Eva ya en la puerta.
- Hasta luego niñas, que os divirtáis. Tened cuidado, y no lleguéis muy tarde.

Cerré la puerta tras de mí.
Sabia que Eva estaba esperando a que le preguntara por el chico misterioso, y así lo hice, no podía esperar más ¡tenia que saber quién era!

- Dime, ¿quién es el chico misterioso?¿dónde está?
- Ahora lo verás, nos esta esperando con los demás, no seas impaciente.
- Es tu cumpleaños no el mío, ¿no debería ser yo quién te hiciera las sorpresas?
- Si, pero hace ya tiempo que quería darte esta sorpresa, y hoy me ha parecido el día más oportuno.
- Bueno ya veo que tendré que esperar un poco más.

Durante el resto del camino hacia el restaurante donde habíamos quedado con el resto de la gente, no nos dirigimos ninguna palabra, solo nos mirábamos y nos dedicábamos alguna sonrisa.
Nada más entrar reconocí a todos los que estaban en la mesa, menos al chico que estaba de espaldas que era el chico misterioso, de pronto se levantó y se acercó a nosotras y enseguida pude reconocerle, ¡era el primo de Eva! El chico del cual había estado enamorada mucho tiempo, hasta que se fue a vivir al pueblo de al lado y ya casi no nos veíamos, noté como me subían los colores y me empezaban a temblar las piernas, se acercó me dio dos besos y me dijo al oído en un susurro:

- Estas preciosa.

Se volvió a sentar. A mí me habían guardado un sitio entre mi amiga Eva y su primo Jonathan. Me quedé muy sorprendida ante aquella grata sorpresa; Eva lo notaba y sabía que me había gustado la sorpresa, así que ya no preguntó se limito a mirarme y a dedicarme una sonrisa pícara.
Todos se acercaban a Eva, felicitándola y dándole los regalos, ella los iba abriendo entusiasmada.
Yo, mientras estaba sumergida en mi mundo de sueños, pensando en lo que podía pasar esa noche, estaba imaginándome bailando con Jonathan, cuando de pronto..., vi al camarero que venía a tomar nota de lo que íbamos a cenar. Pedí lo primero que se me pasó por la cabeza. Durante toda la cena no dirigí casi ninguna palabra con nadie. Cuando terminamos, fuimos hacia la discoteca a la que solíamos ir para los cumpleaños, no muy grande pero muy acogedora y había buen ambiente, y además estaba bastante cerquita de la playa. Empezamos a bailar todos juntos, estábamos todos eufóricos, mirando por el local para ver las presas de esa noche; yo solo me centraba en Jonathan, no podía parar de mirarle, y algunas veces me pilló y me dedicó una sonrisa.
Cuando me di cuenta todo el mundo ya estaba emparejado, solo quedábamos Jonathan, yo y Sílvia otra de mis amigas, de pronto Jonathan se acercó a mí, me agarró de la mano y me condujo hasta la pista, en ese momento estaba sonando una canción marchosa por lo que no estaba tan incomoda bailando con él, pero justo en ese momento empezó a sonar una lenta por lo que me empecé a poner muy nerviosa sin saber que hacer, él me cogió por la cintura y me acercó a él tanto como pudo, a lo que yo respondí poniendo mi cabeza encima de su hombro. En ese momento vino Eva y guiñándome un ojo me dijo que se iba a casa que ya la acompañaba Tito, su rollo de esa noche, le respondí con una sonrisa y se fue, levanté la cabeza mirando a Jonathan, como preguntándole qué hacíamos, nos habíamos quedado solos, todos los de la fiesta se habían ido. Se acercó a mi oído y me dijo:

- ¿Vamos a la playa? Esta a punto de amanecer, me gustaría verlo contigo.

No respondí, simplemente le cogí de la mano, fui a coger las cosas y me dirigí a la salida. Ya en la calle, seguimos cogidos de la mano, dando un largo paseo. Rato después nos tumbamos en la arena, y allí estuvimos un buen rato, tumbados, sin dirigirnos palabra, mirando el amanecer, que me pareció el más bonito que había visto en mi vida.
De pronto Jonathan me dio un beso, y con la voz temblorosa dijo que se marchaba, se levanto a toda prisa y se fue, no me dio tiempo ni a mediarle palabra. Y me encontré allí sola, sentada, en la orilla de la playa al amanecer...