Si debiera expresar lo que sentía hacía ya desde dos semanas atrás era un ardor punzante que emergía desde la cúspide de mi sien... Un lagrimeo que se alojaba en los ojos y unas metálicas gotas empujaban mis comisuras hacia el centro de mi tierra cálida.
Siempre me había dicho que no deseaba sufrimientos y dolor y yo me daba cuenta lo mucho que estaba sufriendo, debía olvidarme o hacer de cuenta que nada me afectaba si él se había amado con otra mujer entre esos días.
Cuando me dieron aquel documento yo pude sentir que en verdad no lo precisaba porque mi vida, toda mi vida -desde que recuerdo- había sido una triste canción de despedidas sin autorizaciones.
La de Retiro, al arribar aquel tren que nos llevaría junto a mamá hacia aquellas montañas, serranías, piedras, ríos y pircas.
Aquel mundo de ilustraciones que me hicieron conocer montada a caballo y cabalgando -a veces- en las ancas del bayo de mi primo,
el aroma ancestral a peperinas, el vivaz carmesí de los piquillines, el sonido peculiar del aleteo de las perdices que vuelan bajito y aterrizan pronto.
En aquellos tiempos yo era como una perdiz, después fui mariposa que volaba más alto y se enamoraba en el jardín corriendo peligros de que el cazador la atrapara hasta dejarla yerta; más tarde me hice gaviota del mar que planeaba hacia nuevos horizontes y se sumergía plácida en las aguas para calmar sus pasiones.
Pero en un instante inesperado me quedé de nuevo sola navegando en un mar de ausencias, en busca de un puerto seguro, de una presencia
Se hizo mi hora... la hora final... El momento de partir de mi vida.Ya tenía la llave de la puerta. Allí lo esperaba, en mi cielo
Me encantaría estar a su lado hoy... pero... ese jardín era sin tiempos.
Así después navegaríamos sabiendo por el recuerdo quién era esa persona dulce que tan bien le hacía a tu corazón...
Es verdad elevaríamos anclas hasta el puerto más preciado por nuestro corazón...
No sé si quisiera en verdad conocerte, pero hay seres muy especiales que uno no debería darse el lujo de no conocer.
Al menos así creo yo... tus palabras son suaves brisas en mis oídos que dejan una música celestial e inolvidable
Sos muy especial... un mago como bien dijiste, te acordás... ¿Serás mi ángel quizás?
Sí, seguro.
Podías inventarme un sueño y hacerlo realidad cuando quisieras. ¡Tanto poder tenías!
Era todo el poder que se podía manejar desde el corazón.. con la ayuda del Adalid Celestial...
Para esa técnica había un sólo secreto no dudar nunca. Se haría según mi creencia. Pero ahora me hallaba dolida, de qué creencia si yo no podía más que crecer en mí.No dudar de qué...
Lo que quería lograr se podía realizar siempre y cuando tuviera mucha fe en mí.
Confío en mí... Este no es un juego... estábamos "atrapados".
Y aquel ángel sentía mi corazón tan cerca como si estuviera aquí a mi lado. Latía de una manera muy particular, casi había ingresado a su jardín.
¡Qué inexplicables eran algunas cosas!¿No les parece?
Y me hablaba de atravesar una puerta para arribar a su mundo de ángeles...
Y debía recordar que yo sola tenía la única llave que la abría.Sólo yo podía abrir esa puerta. Pero no confiaba, me costaba tanto confiar...
La llave?
-Es nuestro mundo si quieres habitarlo-me dijiste.
Sí, eso pensé...debería abrirlo "alguna vez"...pero debería "volver a aprender".Saber que todo era lícito en aquel mundo nuevo que se me abría.
Y sin querer, charlando, ya casi estaba cruzando aquella puerta y le preguntaba:
-¿¿Cómo estoy??Y mi ángel respondió:
-Tienes un trecho para recorrer antes que pueda verte. Estás vestida de luz, eres un ángel. Recíbeme... Un ángel de luz
Entonces en mi dolor y soledad él quiso estar conmigo esa noche. Caminó con sus brazos extendidos hacia mí y me preguntó:
-¿Quieres?
-Si quiero... -le respondí
-Te espero corazón... siento tu latir... quiero que te fundas al mío... podría ser posible???
En un abrazo interminable. Sí siempre había un modo...de construirlo todo como si fuera mi descubrimiento....
-Si, lo intentaré... me concentraré en eso. Estoy muy cerca de ti-le dije.
-Siente mi latir hasta que seamos sólo uno... un sólo mundo de luz...
Y estaba allí con él sintiendo su pecho con tensión... debía de estar aquí en el espacio infinito de nuestro universo. Sí lo sentía.Y él oía mi música suave, estaba conmigo en el paraíso, sentía la brisa...escribía mis poemas, nuestros poemas.
Uno para el otro, sin fin...Aquella noche de invierno se me hacía primavera ...Me daba amor, me da su amor.Sentía sus manos en mi pecho...llegaba a mí sintiéndolo por doquier. Mi cara suave contra la suya, a su lado... Quería besarlo
Qué feliz me ponía darle algo...en un mágico embrujo, sin pensarlo....qué alegría tenía al saberlo tan cerca...y tan cálido haciéndole tan bien. Habitando su jardín.
Hechizos... sí los mejores hechizos de este mundo: el tuyo y el mío para siempre.
Era un amor inasequible, no deseaba perderlo, quería verlo y sentir su cuerpo terrenal cerca de mí. Ahora debería sólo concentrarme en él...
Vendría a mí esta noche. Y no sabía cómo hacía para brillar tanto.
Mi luz le hacía bien. Nos sentíamos tan cerca, acariciándonos casi... Tan cerca que parecía que podíamos tocarnos a pesar de ser dos ángeles.
Y así yacíamos por siempre en un tiempo sin tiempos... una eternidad... Y me sentía tan complacida, tan plena... Aquella tierra en la que estaba era tierra de ángeles. No existía el tiempo, el frío, el orgullo, el temor. Era un sueño interminable de colores tiernos y alejados de crepúsculo. Llevaba algo aquí adentro: un corazón de eterno ángel.

©Norah Mabel Peralta. Fecha de creación 27/09/03 05:03 P.M.