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Ya no podía más

La noche envolvía la casa. Sin estrellas en el cielo la luna observaba en silencio lo que una vez había sido su feliz hogar. Dentro de la casa no había ninguna luz encendida, todos dormían, todos soñaban, todos callaban.
Con lagrimas en los ojos recordó las risas que había compartido en aquella casa. Hacía tanto de eso que se pregunto cuándo fue la ultima vez que fue feliz en aquel lugar. No supo contestar.
Oyó un coche que se acercaba, entonces se volvió pero pasó de largo. Giró de nuevo la cabeza hacia la casa. Tenia dos plantas de ladrillo caravista, su tejado de teja árabe. De los balcones colgaban plantas de flores rojas y blancas.
Observó el entorno, un entorno agradable para los ojos ajenos, pero no para él. Detrás de aquella dulce fachada había una historia que le había estado matando poco a poco. La persona que cuidaba con cariño aquellas plantas, había conseguido hacer de aquel joven un muchacho lleno de amargura. Día tras día, mes a mes, año tras año, sus gritos e insultos habían convertido su hogar en un campo de batalla, sus humillaciones a él en un chaval inseguro. El rencor y el odio que ella tenía habían clavado en él una estaca que lo desangraba poco a poco.
Un día se dio cuenta que había reunido la fuerza suficiente para cambiar su destino. A pesar de lo mucho que la quería debía comenzar a pensar en él y en su felicidad. Una felicidad que había desaparecido cuando su padre se marchó dejando a su madre al cargo de un niño de ocho años y una niña de cinco. Desde entonces no había un solo día que su madre hubiera dejado pasar la oportunidad de descargar su dolor sobre su hijo mayor, tal vez porque le recordaba al que una vez fue su marido.
Pero este chico no podía ya más, no podía seguir soportando sobre sus hombros todo lo que amargaba a su madre.
Y llegó el día en el que decidió cambiar su vida, era él o su madre, su felicidad o la de nadie. Y haciendo acopio de un valor que había estado buscando durante tantos años, decidió hacer frente al enemigo. Aquella tarde en vez de llorar en silencio mientras su madre despotricaba contra él, decidió hacerle frente y decirle todo lo que ella provocaba en sus sentimientos y con ello en su vida que se desmoronaba con cada aliento que le quitaba. Su madre le dio una bofetada y seguidamente se marchó a su cuarto dando gritos. Al joven no le dolió esa agresión física pues las palabras que su madre le lanzaba resultaban mucho mas violentas y dañinas. Era la ultima bronca sin motivo que iba a soportar en aquella casa y de aquella mujer que era su madre.
Después de hacer una llamada recogió sus cosas y se encerró en su habitación. Cuando su madre y su hermana dormían hizo una llamada perdida y salió de la casa cerrando suavemente la puerta. Tenía mucho miedo pero no tenía otra alternativa si quería volver a sonreír.
Por fin apareció un coche y se detuvo a su lado. Una chica se apeó y le dio un abrazo. Después de meter las bolsas en el maletero se montaron en el coche y se alejaron de aquel infierno que desde hacia tiempo había dejado de ser un hogar para él.
Datos del Cuento
  • Autor: B.P.O.
  • Código: 10150
  • Fecha: 26-07-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.6
  • Votos: 72
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3565
  • Valoración:
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