Una historia que no tiene fin, un mundo paralelo de sueños rotos y esperanzas vacías… nuestro presente.
Los oscuros secretos del pasado son enterrados bajo toneladas de mentiras y el futuro no es mas que un espejismo que se desvanece al acercarnos a él; pues mil historias y fantasías imaginamos, damos mil vueltas a un ovillo de pensamientos hasta que no lo podemos enredar más; pensamos cosas como qué maravilloso es el porvenir y fantaseamos maravillas que nos van a acontecer. Todo un engaño. El futuro es traicionero, nunca satisface nuestras ansias de felicidad; los deseos que más anhela nuestro alma caen a un abismo de dudas, hasta que se estempanan contra el fondo de la amargura.
Son esos secretos añejos y la desesperanza por un futuro vacío, lo que acaba helando los corazones dejados al olvido. Marchitan las caricias que nos regala el viento y quiebran las tenebrosas almas en mil pedazos.
Quizás nada podamos hacer para evitar tan trágico sino. Solo esperar a que todo pase, a que nuestro fin llegue. Quizás mientras esperamos, nos consumamos lentamente, viendo impotentes la vida pasar a nuestro lado, sin que un mísero rayo de luz se atreva a rozarla.
Tal vez si haya esperanza, tal vez haya un futuro mejor y verdadero, tal vez no existan esos oscuros secretos que nos devoren lentamente, que los corazones no se hielen y las almas sigan siendo de lino y terciopelo.
Eso es algo que tarde o temprano descubriremos. Sea cual sea, nuestro sino está ya marcado y es muy difícil cambiarlo. Solo tenemos que ser diestros en nuestras elecciones y mejorar la fúnebre idea del futuro. Esas elecciones forman parte de una historia sin fin, de un mundo paralelo a nuestra mente… nuestro presente.