sentado en mi escritorio, nada tengo que decir. todos son alegrías y tristezas, muerte y vida, luz y oscuridad. todo sigue igual para cada uno de nosotros. en esos pensamientos estaba cuando quise hacer algo diferente. decidí no comer nunca mas, no ver, no andar, no nada. tan solo respirar. esa fue mi decisión hace unos segundos y veo que he fallado nuevamente. sigo respirando en un valle lleno de personas a quienes amo y odio, conozco y no conozco. sigo en este lugar en donde lo bueno no siempre es bueno, y lo malo igual. miro las cosas que tengo y me doy cuenta que mi vida se está acabando. dicen que el año 1699 fue el año donde no hubo guerras en el mundo, existe una plaza en una parte del mundo en donde la gente recuerda aquel año. pasan los años y las guerras y muertes son el pan de cada día. veo el final de mi vida sentado en un escritorio lleno de papeles escritos y libros y películas, y siento que debe haber algo mas que esta dualidad, que los santos y demonios no existen. de pronto, al escribir estas líneas un sentimiento de paz inunda todo cuanto me rodea y siento que soy afortunado de no saber la razón por la cual me siento así. camino por los pasajes de mi casa ay noto que soy una sombra de lo que fui. llego al baño y me miro al espejo, tiemblo de ver algo diferente. allí estoy, sin pelo ni dientes, vestido de lo que sea, con los ojos aún de niño perdido. es seguro que en esta casa donde vivo desde que nací algún día, algo me diga el porqué no puedo salir de aquí. encerrado sin saber el porqué, comiendo lo que me da esa persona que dice ser mi madre, mirar a quien dice ser mi amante, en fin, un largo sueño de una sombra perdida en los pasajes de una casa soñada.