El niño de los pies hundidos era admirado por todos sus amigos.era un niño noble, valiente,con el que lo más desagradable era ganar.
el niño de los pies hundidos era solamente dos ojos y dos oídos, escuhaba y miraba como jamás pudo hacerlo nadie.
sin embargo, a las personas mayores les entristecía pues lo veían como un charco de lágrimas tácitas.
todo en su vida fue infancia, pero no una infancia cualquiera,porque, verdaderamente era un charco de lágrimas. lágrimas sin razón que nacían como nacen las palabras en un charlatán.
Y es que no decía más que lágrimas. Pero los niños no las veían como tal, ellos veían cristales, que reflejaban la luz de una manera mágica, que jugaban en su mejilla con vivacidad. Adoraban al niño de los pies hundidos.
Todas las puestas de sol, se juntaban todos los niños para jugar. Éste era el momento más triste para el niño de los pies hundidos, y por ello el más feliz. Le apenaban mucho las despedidas, y no podía soportar la despedida del sol, el único que conseguía hacerle féliz sin entristecerle.
A pesar de todo, jugaba con los demás, y sonreía en su llanto, y a pesar de sus pies hundidos, intentaba correr detrás de las carcajadas.
los niños crecieron; el niño de los pies hundidos no, porque su vida fue todo infancia. y comenzaron a verle como a un charco de lágrimas, se habían convertido en mayores.