Hay una tarde varada frente a un río
y entre los dos un niño canta
vaiviniéndose en su mecedora de bejuco
El huevo dorado del sol anida entre los mangos de la ribera
El río es un gusano de cristal irisado
Que arrastra zafiros
Y se purifica con reflejos de luz
en el eco se escuchan los cantares campesinos
Encarrilados sobre el vibrar de las cuerdas de guitarras
El viento despliega unas alas de nubes malva
Y las brisas de la montaña
Soplan los gritos de libertad con lo que creció su madre
El aullar de los micos no es mas que la expresión de horror de las sierra
Que manifiesta su vida sin ser escuchada
Es una tarde enclavada en el recodo de un tiempo
que va y viene en la mecedora
y la tarde es como el niño que la mira
está hecha de recuerdos y deseos
El cuerpo de esa tarde
es un fluido tenso entre el pasado y el futuro
que en ciertos lugares de mi angustia
se coagula como una caracola instantánea
Más allá de la noche que titila en la infancia
Más allá incluso de su primer recuerdo
Está una mujer frente a un escaparate
empolvándose el rostro y arreglándose el pelo
Nada importa el brioso rugir de Apolo por su ventana
Ni la saeta de Zeus explotando en el tendido de estrellas colgadas del cielo
No importa que sus días no sean estos días
Ni que su vida este en esta vida
Solo se peina y canta
Por el bulevar se eleva el polen de los rosales
Y ella se peina y canta
Las palmeras levantan en sus brazos
El huevo claro de luna
Los cedros agachan su cabeza para despedir el sol
Y en esta tarde varada el niño no recuerda a esa mujer
Tal vez no la conoció
O tal vez nunca ha existido
Los recuerdos en su mente
Son confusos pero alegres
Como una bella canción que nunca fue cantada
Como una estatua que se esconde en la roca sin que el escultor la limpie
El niño sonríe en la soledad
La sanguijuela azul de la desdicha clama misericordia cada día
La tarde varada se repite en cada instante
Este niño soy yo
Y desde mi niñez te esperaba en silenció
Yo te sé de memoria Dama enlutada
Señora de mi noche
Verdugo de mi día
En ti están las fuentes de mi melancolía
Y del fervor de estos versos
Por eso juego con tus cabellos
Y los trenzo en mis dedos
Para amarrar tú recuerdo aun más a mi mente

tomado de Raul Gomez Jattin
escritor colombiano