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El Castillo sobre el Mar.

El castillo sobre el mar.
Por Gungrave.


Has llegado sin pensarlo, forastero. Has llegado a un mundo muy especial, y ni cuenta te has dado. Pero a pesar de su belleza, es oscuro y triste, que no tiene principio ni final. Lo presientes, ¿verdad? Oscuridad y tristeza, ligado con una belleza que embarga todos tus sentidos. Excepto uno. El miedo. Estas asustado, ¿verdad forastero? Oh, sí, estas asustado. Piensas que estas muerto y que has llegado a la tierra prometida, pero no es así forastero. Esto no es la tierra de Dios ni mucho menos. Es una tierra sin nombre, sin gente, sin vida. Pero aun así sientes su belleza, su pureza, esa sensación que te hace sentir feliz y tranquilo. Pero tú tienes miedo, forastero. Temes a lo desconocido. Bien, eso no esta mal. Desconfías pero amas esta tierra y solo llevas pocos minutos aquí. Otro aspecto te llama la atención. La soledad. Esa falta de sonido y movimiento que caracterizaba tu antigua vida, tu antiguo ser. Pero, a pesar de la soledad que asfixia tus pulmones, te sientes vigilado. Sientes unos ojos hostiles que te miran desde lo más profundo de la belleza de este mundo. Los sientes, ¿verdad forastero? Claro que los sientes. Estan mirandote desde el otro extremo.

Por supuesto, te interesa llegar al otro extremo. ¿Te tiene asombrado el paisaje, forastero? Claro que te asombra. ¿Cada cuanto uno contempla la belleza pura? Pues comienza a recorrer el camino, forastero. Llega hacia esa hermosa luz que atraviesa el bosque. Porque has visto el bosque, lo sé. Has desviado tus ojos un momento de la hermosa luz, para ver el tenebroso bosque que limita con él. Has visto el bosque. ¿O es acaso que el bosque te ha visto a ti, forastero? ¿No será que sentiste sus ojos hostiles nuevamente y tu instinto te hizo dirigir la mirada hacia él? ¿Fue eso, forastero? Oh, sí, fue eso. Y aparece nuevamente, como una gripe mal curada. El terror. El miedo. La soledad. La belleza. Todo eso llena de calor tu adormecido cuerpo y comienzas la caminata hacia la luz. Ha llegado el momento, forastero. Tu momento. El que llevas años esperando. Pero, ¿tendrás el valor para cruzar el bosque, ese que te asusta y te observa con maldad? ¿Tendrás el valor, forastero? Ya lo veremos.

A medida que caminas te das cuenta de que has llegado sin saberlo. Ya estas en la entrada del bosque. Temes por ti, tu patética y frágil existencia, pero aun así, sientes una paz interna que te empuja a seguir. Es la luz, forastero. Que la luz te guíe o que el bosque te lleve. Así se ha hecho siempre y así siempre se hará. Continua, forastero. No mires el camino andado. De todas maneras, ya no hay vuelta atrás. Continua, forastero.

El bosque te rodea ahora que has entrado. Sientes vida, sientes el respirar de los árboles, sientes esos ojos que te miraban del otro extremo y que ahora te asechan con furia. Sientes su hostilidad. Pero lo sabes bien, ¿no es así forastero? No hay vida en este mundo. Nunca la ha habido. Pero esas ramas, que se deslizan con un viento inexistente, están vivas. ¿Te preguntas porque, forastero? La respuesta esta en la luz. Llega a la luz, que el bosque no te asuste, aunque tus piernas ya tiemblan y el latir de tu corazón se hace más rápido. Ya es tarde para arrepentirse, forastero. Avanza o detente. Es tu decisión de todos modos. Pero te interesa continuar, ¿no es cierto? Pues, entonces, continúa tu marcha.

En tu camino, te preguntas el como, cuando y porque, sobre esta tierra. Pero nadie puede darte esa respuesta, forastero. Estas solo, ¿recuerdas? Solo estas tú… y por supuesto, el bosque. El frío te entumece el cuerpo y dudas sobre tus posiblidades de llegar a la luz. Sientes un dolor intenso en tu pecho. ¿Te preguntas que será, forastero? Pues es tu corazón, que late con una poderosa fuerza, deseando proporcionar más adrenalina a tu cuerpo. Pero no puede. Tu cuerpo esta paralizado por el frío y el miedo. Has fallado, forastero. Pero, ¿Qué es eso? La luz ya inunda el lugar donde estas, forastero. Abre bien los ojos y observa la luz. El frío desaparece, el miedo te ha sido arrebatado. Solo paz… y luz. Lo ves, ¿verdad?. Es el castillo sobre el mar. Te acercas corriendo hacia él. Piensas que has llegado al final de tu tan tenebrosa travesía. Piensas que ha llegado el momento de descansar y dormir para nunca más despertar. Especular es de tontos, forastero. Esto aún no termina. Te acordaras de mí.

Golpeas furiosamente la puerta. Buscas refugio del bosque. A pesar de que lo has atravesado, sus ramas aun se deslizan y sus ojos aun te miran desde la penumbra. Ansías entrar al castillo, ¿verdad, forastero?. Pues no es tan fácil. Oh, lo sientes, ¿verdad?. Te han negado la entrada, forastero. No admiten hombrecillos patéticos como tú, que le huyen a la vida y que aclaman a la muerte. Pues la muerte se acerca a ti, forastero. Esta en el bosque. Ya sientes su mirada en tu nuca, y sientes también, una extraña presencia. No quieres voltear, pero aun así lo haces. ¿Por qué, forastero? ¿Por qué le das la cara a una presencia que te ha estado asechando todo el recorrido y a la que tanto temes? ¿Será que has decidido volverte honesto? ¿Será que has optado por la valentía en vez de quedarte de espaldas y esperar tu inevitable muerte? ¿Será por eso, forastero?

No. Claro que no es por eso. Y lo sabes bien, forastero. La estuviste buscando toda la vida y cuando llegó a ti, le huiste, como quien huye del demonio. Pero ahora que llega a ti por segunda vez, no has decidido escapar. Has decidido afrontar las consecuencias de tus actos. Bien. Eso esta mejor, forastero. Un poco de honradez al final nunca es mal recibida aquí. Ahora la vez. No tiene rostro, y si lo tuviera, no lo pudieras ver de todos modos. La negrura oculta parte de su figura. Es como una sombra. Es una sombra.

Ahora, el bosque ha crecido, ¿no lo crees así, forastero?. El castillo se aleja cada vez más y, junto con él, la luz, la paz, la belleza y el calor. Solo te queda el terror. La sombra se acerca a ti y te toma de la mano para guiarte. ¿A dónde te guiara, forastero? ¿A dónde te llevara esta sombra a la que tanto buscaste y ahora esta aquí, tomándote la mano? ¿A dónde te guiara? Pues, ya lo veremos.
Datos del Cuento
  • Autor: Gungrave
  • Código: 18586
  • Fecha: 30-05-2007
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.42
  • Votos: 113
  • Envios: 2
  • Lecturas: 5195
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