La hechicera de Nemetón...
Capítulo – 4 “La maldición de viceversa”
Comienza la tortura para Draffud que no logra entender a Aicul.
El ignora que sobre ella pesa una maldición de los dioses que la hace decir todo lo contrario a lo que escribe (cuando se trata de amor)... por ello ésta maldición se llama “viceversa”.
Aicul duerme al abrigo de los brazos de Draffud.
Ya amaneció así que el guerrero deja a la hechicera dormida y se interna en el bosque en busca de casería.
Vuelve bastante antes del mediodía.
Aicul se está bañando en el estanque.
Draffud viene contento por haber capturado una buena presa y va a mostrársela a la hechicera.
Mas cuando la ve no puede hablar... es tan bella.
Observa ese ritual que realiza bajo la cascada... luego sale y se sienta sobre una roca para secarse.
Una vez seca toma una vasija y deja caer sobre sus manos solo un poco.
Se unta desde el cuello hasta las piernas.
Toma las puntas de sus cabellos y las frota con aquel líquido
de la vasija.
El guerrero nota que su olfato ya conoce ese perfume.
Ella no ha notado su presencia.
Draffud se retira con intenciones de limpiar y asar la presa.
Encuentra los leños apagados y el caldero encima.
Va a la gruta en busca de algo con qué encender el fuego.
Encuentra un papiro con un escrito...
“Apenas ayer conocí al guerrero más recio y valiente que haya visto jamás. Algo “arrogante” pero aceptable.
Sé que lo amo y lo amaré por siempre”...
Draffud deja el papiro donde lo encontró y va donde Aicul a besarla.
Al acercarse ella de inmediato se pone su túnica y lo recibe con una sonrisa - ¿Dónde andabas?
Él – Fui a buscar nuestro almuerzo.
Ella - ¿almuerzo?
Él – Sí, almuerzo. Al mediodía se come el almuerzo...¿no?
Ella – Yo hago ayuno. Como una sola vez al día. Al anochecer.
Él - ¡Maravilloso! Como quieras... yo comeré.
Luego de eviscerar al cervatillo - ¿Con qué enciendes el fuego?
Ella unta un poco de grasa en los leños, luego le echa un polvo y con dos piedras produce una chispa. Hay un fogonazo, un olor fuerte y... fuego.
Él hace una carne asada deliciosa que unta con las especias y el vino que le diera Aicul.
Come cortando la carne desde el palo donde trinchó la presa.
Ella lo mira... huele...traga saliva.
Conversan...
Él - ¿Sabes que te amo... cierto?
Ella – Yo no.
Él - ¿Cómo?
Ella – Que yo no te amo... ya te lo dije.
El guerrero frunce el ceño - ¿Por qué escribiste que me amas?
Ella – No lo escribí para ti.
Él - ¿Tú no recibiste un golpe en la cabeza?
- Dime... ¿Quién estuvo ayer contigo y te hizo el amor?
Ella – Tú ... ¿quién más?
El guerrero se pasa la mano por la cara pensando, luego pregunta – ¿Acaso te estás burlando de mí?
Ella, con cara de “yo no fui” - ¿Por qué no te obsesionas con otra?
Él – Pero si yo no estoy obsesionado contigo... yo te amo.
- Quiero que me digas dónde está la “otra” con la cual obsesionarme.
Ella – En este bosque estamos solos.
Él - ¡Mhmmmm! Definitivamente uno de nosotros tiene un problema de comunicación.
-Dime... ¿Quién es el guerrero “arrogante” con quien hiciste el amor anoche y tú quieres?
Ella – Eres tú... por supuesto que te quiero.
Esto puede decirlo porque no escribió nada que dejera "te quiero".
Él – Pero entonces me amas.
Ella – No. Nunca te amé.
Se desdice de lo que escribió... "lo amo"
Él - ¡Pobrecita debe ser tanto vivir sola en este bosque maldito...!
Ella - ¿Qué quieres decir con eso?
Él – Nada...nada... tranquila.
Draffud piensa que ella "desvaría" porque ni siquiera sospecha que sobre ella pesa aquella maldición llamada "viceversa".
La toma entre sus brazos y la mece.
La besa en la frente.
Y Bueno... en los labios.
A un beso le sigue otro... y otro...
Se abrazan, se besan, se miran a los ojos. Ella cierra sus ojos y vuelven a besarse con más pasión a cada instante.
Aicul apartándose de los brazos del guerrero - ¡Basta!... no sigas por favor.
Draffud – ¿Por qué?
Aicul – Las Archidruidas solo podemos hacer el amor tres veces en nuestras vidas y solo para reproducir.
Draffud - ¿Pero qué maldita estupidez es esa?
Aicul - Eso está regido por las reglas de Avalón.
Draffud – Debería regirse más bien por tus reglas.
Aicul estalla en risas – Eres lo bruto... Avalón no es una mujer es un lugar.
De allí salen todas las Archidruidas. Allí se establecen las reglas por las cuales nos regimos.
Draffud – Como sea... yo no podré aguantarme.
Aicul con los brazos cruzados y negando con la cabeza - ¿Sabes?... tú eres un salvaje que apenas sabe hablar.
Fue un comentario sin ánimo de ofender. Ella lo dijo con una sonrisa pero Draffud lo interpretó
como un insulto.
Draffud – ¡Soy un guerrero! Y...
Se interrumpe a sí mismo y muy triste dice– Tienes razón... soy un salvaje y para hablar no puedo hacerlo por mí mismo. Siempre tengo que oír primero lo que me dice el corazón.
Se da media vuelta. Recoge sus armas y busca su corcel.
Aicul ve que está recogiendo todo - ¿Qué estas haciendo?
Draffud monta de un salto. Mira a Aicul como para retener su bella imagen en su memoria y se aleja.
Ella corre y se abraza de su pierna – No quise decir eso... no te vayas.
Cruzan miradas.
Ella suplicante... arrepentida - ¿Podríamos hablar?
Él contrariado con el semblante endurecido - ¿Quieres hablar conmigo... con un “salvaje”?
Ella – Es que soy un desastre para estas cosas... ¡perdóname, por favor!
Él espolea su cabalgadura y se aleja.
Ella juega su última carta y le grita – ¡Te quiero!
Puede decir eso porque no es lo que escribió en el papiro.Ella había escrito "...lo amo..."
Si escribió "te amo" o "lo amo" al hablar dice lo contrario.. "no te amo" o "no lo amo".
Pero como no escribió "te quiero" eso puede decirlo y no cae en viceversa.
Ella niega con naturalidad porque "no advierte" la negación, es parte de la maldición.
El guerrero y su cabalgadura desaparecen entre la espesura del bosque.
Aicul se queda meneando la cabeza en gesto de no... lleva sus manos a la cara y rompe en llanto.
(Continuará)
LA HECHICERA DE NEMETÓN CAP 4 (JOAQUÍN LEDO) Entre la maldición "viceversa",(un hallazgo!!!)y las reglas de Avalón...este guerrero está en problemas... ¿No tenía REVERSA ese caballo?...Ella quedó LLORANDO... Pau 2