Erase una vez una hernmosa civilización en el puro centro del mundo; la sociedad restiwladia; este pueblo era algo parecido a los gitanos y a los druidas; usaban mucho poderes mágicos, gran parte de ellos provistos de un anillo que les daban todo lo que ellos desearan con el corazón. Durante siglos, este pueblo vivió siempre tranquilo y llevándose bien unos con otros, la destrucció, la intolerancia y la discordia hacían ensagrentar los oídos y los pensamientos de este pueblo, cuya tierra prometido siempre había sido Ghazaleyed, una ciudad que las otras fueron incapaces de pronunciar. Un día, lejos de Ghazaleyed, uno de los califas de la ciudad, el Poderosísimo Excelente Zaganos III,se fijó mucho en su ciudad vecina, la cual poseía muchos rubíes y riquezas naturales, de nombre Ifpectictos. Zaganos IIi siempre había deseado los tesoros de semejante reliquia tan grande, estaba tan verde la envidia que la gente le confundía con un árbol; entonces poco a poco su cuerpoi se tonró completamente verde. Incluso él fue más sorprendido de todos los restiwladios, pero muchos lo interpretaron como una señal divina, que Zaganos III había sido elegido por los Dioses para ser "El Absoluto", el que guiaría a los hombres... Perdón, a los restiwladios, a la grandeza; más tarde Zaganos III apreovechó la oportunidad para dirigirse a su pueblo y decirles: "Traiganme la grandeza de Ifpectictos", así lo ordenó. Entonces los restiwladios habían construído catapulas, fabricado lanzas, forjado armaduras, estudiado el panorama de ambos reinos. Nadie recuerda que aquella proeza hubiera tardado menos de siete años, y Zaganos III se pintaba mucho para aparentar más valor. Finalmente, uno de los generales de Zaganos, Ozturk, había mandado a todas sus tropas a Ifpectictos, que todo el tiempo se negó a pelear.
La reina de ese reino, Akasma, había implorado a Zaganos que no atacara, que por favor dejara vivir a su gente, y que a cambio le daría todo su oro, que para ello no tenía ninguna importancia; sin embargo la reina se demoró mucho en planear la forma en que lo diría; mientras tanto, un restiwladio mataba a los suyos, y después a otro, y después a otro, y on el tiempo, los parientes de estos cobraban venganza: iban matando a los guerreros restiwladios que venían, hasta que se estableció una regla: Por cada restiwladio de Ghazaleyed muerto, veinte restiwladios de Ifpectictos, correrían la misma suerte. La guerra no tardó en armarse.
Pasaron tres años, y la Akasma tenía muchos problemas tratando de penetrar en la incontenible armada de Oztürk. Parecía que todo sucedería así, hasta que un día Akasma apareció muerto en su alcoba, completamente desnuda y llena de sangre en manos, piernas, pies y boca. Ifpectictos se derrumbó en la desesperación, lo que permitió que Oztürk penetrase con fuerza ahí, pero antes de llegar al castillo, los truenos sonaron, comenzó a llover ranas, y apareció Karli, la Madre del Sol y Diosa de la pureza. Tanto los restiwladios de Ghazaleyed como los de Ifpectictos se arrodillaron ante ella, pero llena de ira, Karli usó la mirada para matar a Oztürk, lo que además provocó la muerte de Zaganos III comido por castores y gusanos.
Sus pasos divinos fueron seguidos por estas palabras:
-Restiwladios producto de mi vientre. ¿Podría su diosa saber la razón de por qué pelean? ¿O es que su deseo de poder les han cegado ante su madre? -Finalmente volteó a un niño de Ifpectictos- ¿Y ustedes? Sé que no agotaron sus recursos para dialogar con ellos, y que simplemente les siguierno la corriente a estos blasfemos.
Lanzando su maso, golpeó al niño en la cabeza y lo mató.
Dejaron a su reina sola, haciendo todo el trabajo, así que la maté... ¡PARA QUE VIERAN SU IMPRESIÓN DE ALGO TAN INESPERADO! Ahora ninguno tiene líder.
Después subió nuevamente al cielo.
-He hablado -continuó-, en la siguiente generación, engendraré a un niño, en uno de los pueblos, que será el que haga que las dos ciudades vuelvan a su esplendor; los demás bebés les seguirán. Estén pendientes, porque uno puede aparecer en una de sus ciudades. Prepárense
Poco después desapareció del lugar, mientras que los sobrevivientes de ambos lugares, sin líderes ni descendientes, esperaron por años la llegada del bebé de Karli. Sin embargo los resentimientos mutuos sobrevivieron, las dos civilizaciones de restiwladios no dejaban de odiarse. Entonces llegaron los bebés; los dos encarnizadamente querían que su ciudad fuera la cuna de ese bebé, así que poco a poco los bebés nacieron, y los del otro lado los fueron matando sin piedad, envenándolos para que sus madres no se dieran cuenta. Todo eso pasó durante cinco años, sólo se respiraba el dolor.
Mientras que dentro de los reinos, los generales inferiores en popularidad a Oztürk querían llegar al poder, tenían suficiente sabiduría para guiar a sus pueblos a la reconciliación, compartían su ideal, pero había un problema, cada quien quería ser el jefe y ser esa persona la que mencionase esas enseñanzas. Así que, tanto Ghazaleyed, como Ifpectictos, comenzaron a matarse entre sí, hasta que no quedó ninguno, sólo uno, que no negó ocultar sus intenciones, fue el que sobrevivió.
Con el pasar de los años, la matanza de los bebés se fue extendiendo ante las jovencitas vírgenes, ante el temor de que quisieran tener más hijos; con eso sólo quedaron las más viejas, las que pasaron la menopausia. No quedó forma de tener descendientes. Poco después de darse cuenta, los habitantes sobrevivientes de cada ciudad, se reunieron con el último general sobreviviente, Erol, que les había dicho unas palabras que lo único que engendraron fueron lágrimas de dolor en cada una de las mujeres restiwladias por cada lado.
Erol aceptó mandar a ambos pueblos hasta el final de los días, pero sólo puedo reconociliar a ambas poblaciones con la idea de que ésta sería la última generación.
Los años pasaron y la gente fue envejeciendo, no tardaron en morir, y el último que partió del mundo había sido el sabio Erol.
Sin razón alguna, Erol había sido el único de los de la generación adulta que murió sin pensar en que la última frase que recordarían sería la que Erol había mencionado hace años:
"El poder, el deseo y el egoísmo nos han quitado todo"