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Categoría: Tradicionales

histor. cn pas.

era un dia nublado para el año de gracia: 1809. todos, ricos y humildes se encontraban descansando en sus caserones y haciendas. solo los indigenas trabajaban en las haciendas y los peones importantes o que habian sido "ascendidos" apenas. mientras. en el hogar de Agustin Sanchez habia una aparente pasividad, pues como ya deciamos eran una pareja sin una relacion muy funcional que digamos: Enedina calentaba tortillas en el viejo comal que echaba humaredas algo tenues y penetrantes, su marido se hallaba sentado en el piso arreglando unas yuntas descoyuntadas y un viejo rifle. asi, de manera repentina llego un amigo de parrandas, compañero de Agustin de hacia 4 años: era Antonio Ocampo, un mozo algo joven y de temperamento mas templado y festivo que Agustin. tendria a lo mas unos 26 años: era bajo de estatura, moreno y un poco regordete pues a pesar de joven aun no se habia casado y era un empleado regular en la hacienda. tanto el como Agustin compartian la cizaña que le tenian a los malos caciques o a las alcabalas, que eran valores monetarios con pocos arrestos en epoca de sequia. por lor egular, Antonio visitaba a su amigo cada sabado o cuando consultaba algo con el, pues a veces el chico no lo veia como amigo, ni menos como hermano; a veces sentia un dejo de filiacion paternal puesto que una vez conto que de niño, a los tres años; su padre Panfilo habia fallecido en una revuelta campesina y su madre, Ernestina al ser joven y ser su quinto hijo y ultimo, le dio por su porte y su energia femenina por entrar a la vida galante: asi, el niño Antonio ante la renegacion de esa pariente impura, paso a criarse con tias de parte de madre: con mediana edad, ya casadas y otros conocidos. en resumen "casi un arrimado". por eso, a veces le sorprendia esa vivacidad y soltura a su amigo Agustin por el pasado que arrastraba sobre si ese joven desvalido y desperdigado desde chiquillo. esa vez, habia llegado mas temprano de lo normal: jadeante y sonriente, entro saludando a Agustin y su mujer. que estaba de espaldas por el hervor de las tortillas:

- Buenas tardes De Dios.- dijo, haciendo reverencia con su sombrero de paja.

- Buenas Tardes, Antonio.- respondio en la misma forma Agustin-. ¿que se te ofrece?

- vengo a que me acompañes hoy a la huerta de Don Ibaurregui; nos dijo que iba a pagarnos mas de medio jornal si ahoy nos quedabamos hasta el anochecer. ya se que tu si descansas hoy, compadre. pero a mi me urge porque a uno de los primos, Matias, apenas va a estrenarse con el patron y yo quiero plata por. asuntos familiares.- explico, usando ademan de manos como acostumbraba al estar nervioso.

- como no, Hombre: pa´eso estamos los amigos. pero ¿ pa´que vas a trabajar siendo que tu no eres de la preferencia del patron? ademas, ¡a veces tu eres un perezoso y un haragan cuando tenemos labor y de los buenos!-
Enedina se voltea por el humo y para ver al mozo que charla; a veces no se explica como un muchacho algo vago y muy parrandero es amigo de su esposo: claro, no tiene nada contra el muchacho conociendole a el y otros amigos del marido pero era lo que siempre se decia ella para sus adentros, intuyendo lo que diria su marido si un dia sabia de su deduccion. asi, seguia sin advertirla ellos el dialogo de hacia unas dos horas. cuando Agustin se percata de que ella los observa y receloso pero a la vez con reproche le replica:

- ¿ que tanto miras, mujer? ¿ no te han dicho que no hurgues discusiones ajenas?- al oir estas pequeñas recriminaciones ella finge ante el gesto algo soez y un poco desconfiado del marido volver a sus tortillas y a calentar ya la cecina de res, mas luego recoger los huevos en el corral. asi, ante la indiferencia del amigo y su marido que aun charlan sin decidirse a las claras sobre su permanencia en hacienda. asi, cuando ella sale, su marido la sigue con la mirada y finge estar abstraido en la vieja bodega donde guarda sus herramientas y armas cuando sale de ronda nocturna al pueblo. Antonio lo nota y dice, algo tranquilo:

- ¿que te sucede, hombre? te noto algo malhumorado con la Enedina. ¿ acaso se pelearon?

- no.- gime-. no. no es eso. solo que.- una nueva pausa-. a veces no se como aun vivo con. ella. me pone los nervios de punta por sus cojudeces que ya no las repite tanto pero mas aun es su sumision concienzuda lo que me. saca de quicio. a veces no se si es por el hilo de rutina por estos años: sabes tu, que nos casamos cuando yo apenas me habia decidido por una mujer y por las tierras que en ese tiempo mis parientes ¡vaya tipejos ineptos! adquirieron porque necesitaban socios mas remunerados y la desgracia que los de Enedina eran los aspirantes a socios. pero.¿ya pa´que? las tierras nada que me sirven ya y aun, que no he podido tener vastagos.- calla, sintiendo que descarga su rabia y fastidio contenido a su amigo, este al orilo respeta su actitud y hay un silencio por unas horas. asi, cuando Antonio ya lo advierte menos tenso el ambiente luego la explicacion sordida de su matrimonio de Agustin, dice, en forma convincente y algo seria:

-um. yo no se que opinar. casi no la conozco aunque sepa que son un matrimonio de antaño. pero.-. calla, para dar forma a sus palabras-. si no le soportas y no tienes bienes, esto es mas sano: aprovehcar que ya se estan dando los brotes de rebeldia entre campesinos y la insurgencia, para asi meterte a filas militares: asi. solo asi ninguno de ustedes saldra perjudicado, creo. y podrian reiniciar nuevos nidos. - calla esta vez para saber la respuesta del amigo. siguen treinta minutos de silencio. agustin, al saber que con esa revelacion ha intimidado a su amigo, prefiere el silencio y dar forma a su resolucion mentalmente; por su mente pasan diversas imagenes; desde su casorio hasta las primeras fricciones: "si, señor. ya quiero casarme." ". te aseguro que si conseguimos las tierras, dejo a Enedina y me caso con una hembra joven." " oh! enedina, ¡ es la enesima vez que quemas las tortillas! " "te he dicho miles que no uses las herramientas si no las puedes usar, mira esta yunta la desvalijaste toda y no es la unica" "tu. tu." y asi siguen, seguidas de diversas imagenes. una pequeña lagrima corre de su parpado; quizas su amigo tenga razon y para que asi el no llegue a otros extremos que le perjudicarian a el; del delito al tribunal y del tribunal al suplicio. no habian muchas opciones. asi, dijo, con voz algo irresoluta:

- quiza tengas razon. quizas. si, aprovechare que el cura Morelos pasara por esta tierra y al darse la insurrecion, me unire a filas soldadescas. gracias, en serio te lo agradezco, Toño. como amigo y como hombre. - asi, de nuevo el silencio y sabiendo que la esposa de Agustin al oirse sus pasos acompasados y poco ritmicos se dirige hacia el caseron desde el patio raso de tierra tornan a reanudar el dialogo con cualquier trivialidad: el bautizo del martes, la cantina de Don Gaspar, La hacienda, etc, etc. ella pasa ante ellos como fantasma; no supo jamas la discusion que mantuvieron ambos sobre ella. dice, para evitar un silencio rotundo sin venir a que y por cortesia provinciana:

- buenas tarde De Dios a sus mercedes.- pronuncia.

- buenas tardes, Enendina-. dicen al unisono con voz pasiva, evitando la discusion anterior.

asi, pasa el tiempo y tras mucho hablar y ella dedicarse a otras labores mas hablar de vez en cuando para opinar se deciden a ir hacia la hacienda, para la que tiene prisa pues el primo de Antonio les espera y es algo agrio a veces. asi, sale Antonio primero y Agustin advierte a Enedina:

- Vamos con el patron. asi que no nos esperes, Enedina. pero si prepara todo antes para mañana que es dia de labor y misa dominical en la madrugada.

- como mandes tu, Agustin-. asi, sale el hombre para encaminar a su amigo y se pierden entre las callejuelas empedradas y los sonidos del atardecer; niños revolotenado carrizos, niñas jugando amasa tortillas; mujeres saliendo o de fregonas; los hombres saliendo de sus labores sabatinas o sorbiendo lejia en las cantinas. ella suspira. aunque no oyo el pequeño discurso, sabe que han hablado de ella. y no es para menos. asi, se queda horas en la portezuela de su caseron vigilando como si aun viera a su marido acompañado del amigo. pero, ¿que hara? medita y medita. sin ordenar pensamientos. asi, decide dejarse de tonterias y regresar a sus labores de vieja hogareña: da de comer a las aves, cerdos y otros animales de ganado, modesto legado que aunque su marido reniega y molesta; ella alaba y enorgullece. al menos son hambrientos con una mediana dote. asi, y sin advertir a nadie sonrie para si. empieza a recontar los huevos de gallina; un ardid para olvidar el evento de que su marido ya no siente amor o lealtad a ella. sin saber porque, un dejo de amargura asola su interior, sin saberlo. canta una copla aprendida de su familia siendo chiquilla:

cantarito de oro, de plata.
cantarito, cantarito.
amasa agua.

y asi sigue. la tarde ha cobrado un tono otoñal y la pasividad no ha sido perturbada en esa region del vasto cerro con llanuras que es guanajuato. (continua)
Datos del Cuento
  • Autor: Anonimo
  • Código: 20513
  • Fecha: 13-12-2008
  • Categoría: Tradicionales
  • Media: 4.98
  • Votos: 62
  • Envios: 0
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