Tarde me di cuenta de que me estaban comiendo las huellas digitales.
Todas las mañanas me despertaba con un prurito en las yemas de los dedos.
Tal ves haya sido esa sombra que sentí merodear por el cuarto la otra tarde. Sinceramente no la sentí maléfica, tal ves sea de estos seres que dañan sin rencor. Un ser sin conciencia cristiana, de esos que mienten y engañan sin reparo porque no tiene el guardián inhibidor.
Éste acto se fue repitiendo diariamente hasta que quedé sin dibujo en cada dedo de mi mano derecha. Mamá me la arregla, lloraba mientras examinaba el daño recibido.
Quien se estará quedando con mi identidad y para qué?
No tengo tacto, todo me resulta absurdo y esmeril. De a poco me ha estado saliendo una dureza como esas que salen en el alma a cada golpe del destino. Todo lo que toco me molesta. Hasta creo haber adquirido cierta torpeza en mis movimientos y palpaciones, y sino mirad lo que escribo. Es producto de un lápiz sin sensación. No siento el papel ni el magín.
Ahora me recostaré para soñar que mis pedazos de piel andan flotando en el empíreo como hojas de cebolla, transportando mi identidad en las paredes de los sueños.
Quizá estén tocando un timbre que no responda.
Quien le abriría a una huella dactilar? no lo sé. Pero que va a dejar huella...estoy seguro.