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la cadena de guerreros

como treinta ancianos caminaban por el fango. eran guerreros, restos de gente perdida, marchando, huyendo, lo que fuera pero siempre buscando un atisbo de claridad en medio de aquella oscura y verde realidad del boscaje. el sonido de aves, y el gemido de una bestia los hizo detenerse. hicieron una ronda, echados, y esperaron como parte de un todo por aquella ambrosía natural de defensa. todos se miraban los ojos, y cuando caía la negra noche, escucharon los pasos de un ser humano. nadie le vio pero sintieron su aliento y el ruido que cargan las bestias heridas. es una mujer, pensó uno de los viejos. soltaron los músculos e imaginaron las piernas de una mujer. uno que otro sonreía, esperando un claro en aquel lugar. de pronto, los pasos se detuvieron. todos miraron hacia el lugar en donde el sonido moría y vieron un par de ojos brillantes como lunas. ¿qué es eso?, pensaron. no pudieron pensar mucho mas, pues, al poco rato, aquellos ojos empezaron a crecer a la velocidad de la luz, hasta volverse los rayos del Sol. el sonido de que el mundo se acababa y la luz mojó aquel lugar, abrieron los ojos y cuerpos de todos los ancianos, dejando regados ríos de sangre y restos de huesos y carne chamuscada. fueron un par de bombas que lanzaba el enemigo. todo aquel boscaje fue incendiado. y cuando llegaron los enemigos, vieron una treintena de restos de ancianos y trapos quemados. son viejos, pensó el muchacho vestido de verde, cargando un moderno equipo de lanzallamas. se paró y con el resto de jovencitos, siguieron adelante, en busca de mas enemigos, de más cuerpos iguales a los suyos, pero de lengua distinta y costumbres casi iguales. aunque, al poco rato, todos los jóvenes guerreros vieron a una linda muchacha andando con una cesta llena de rojas manzanas. sonrieron y la siguieron hasta llegar a una explanada. la vieron bajar hasta ocultarse bajo un viejo árbol. todos pensaron en sus bellas piernas cuando vieron una lluvia enorme que caía de cielo dorado. ¿qué es eso?, pensaron todos, cuando sintieron en sus cuerpos, cientos de dardos envenenados que se les incrustaban en todos sus cuerpos. no quedó uno solo cuando de lo alto del árbol, una gran cantidad de chicas bajaban. vieron los cuerpos de los jóvenes guerreros y con una antorcha quemaron el resto de sus cuerpos… luego, todas las chicas volvieron al bosque, antes, buscaron el río para darse un baño de todo el hollín impregnado en sus bellos cuerpos…

san isidro, abril del 2008
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 19790
  • Fecha: 06-04-2008
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.43
  • Votos: 151
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3512
  • Valoración:
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