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la chica de rojo

no tenía un mango en los bolsillos, pero aún así fui a un restaurante. me senté y pedí la cena porque ya era de noche. mientras me traían mi pedido me fijé en toda la gente que entraba y salía del restaurante. hombres, mujeres, niños, familias enteras comiendo, hablando. meseros, meseras, administradores. sillas, mesas, cubiertos, paredes de diferente color, cuadros, cuadritos, cuadrotes, retocados de animales disecados, etc. a través de una de las tantas ventanas vi un auto precioso, lujoso y de lunas polarizadas. puse mi total atención en este carro cuando llegó mi cena. el olor era profundo, tanto que me hizo voltear la mirada y miré mi plato lleno de camarones y especias y arroz y ensalada. el auto, pensé y volví mi atención a la ventana, pero, ya el auto estaba totalmente quieto, apagado y bien estacionado. me la perdí, pensé. de pronto vi a una hermosa mujer de no mas de treinta años entrar al restaurante. toda la gente se calló y puso su atención en cada paso que daba la musa del restaurante. toc-toc-toc-toc. eran sus pasos de taco en forma de aguja. vestía de toda de rojo, falda pequeña mostrando largas y formadas piernas, zapatos rojos escarlata, y una vincha en su dorado cabello, mientras que el rojo de sus labios parecía ser un precioso rubí, largo, sangrante. llamó a un mesero y pidió una mesa cuando me miró a los ojos y todo desde ese instante se hizo rojo y azul, y dorado y rojo, me enamoré. y ella quedó sin habla ante mi intensa mirada, luego, volteó y siguió al mesero que la llevó al segundo piso del restaurante. volví en mí cuando vi mi plato de camarones. lo probé pero ya estaba frío. llamé al mesero y pedí que lo volviera a calentar. ya se estaba hiendo cuando le llamé y le pregunté por la mujer de rojo. es la dueña, me dijo. pucha , pensé, mucho para mí. los pensamiento volvieron pero en forma atropellada, el hambre se iba y venía, sin saber si tenía que comer o no, pero comí todo. cuando llamé al mesero me trajo la cuenta y recordé que no tenía un centavo en los bolsillos. le dije mi problema y este llamó al administrador. vino un hombrecito, pelado y bien vestido y mejor educado que me dijo que si no tenía dinero llamaría a la policía. llámelos por favor, le dije. acompáñenos, me dijo. me levanté ante todas las miradas del restaurante y cuando vi un espacio de la puerta abierta, corrí sin parar, mientras escuchaba los gritos y mas gritos de la gente que dejaba atrás. de pronto vi un auto que venía hacia mí. salté una berma y salté un muro. entré a una casa en donde había piscina y las luces estaban apagadas. empecé a caminar por ese lugar y noté que estaba sin gente. vi una silla reclinable y me senté en ella, luego, quedé dormido. al día siguiente escuché voces. eran los dueños. volví a saltar el muro y volví a la ciudad. caminé sin parar hasta llegar a mi cuarto. la dueña me esperaba. ¡¿cuándo?!, gritó. mañana, le dije y entré a mi cuarto. mi cama totalmente apestosa y muerta, mi silla y mis libros regados por todos sitios. platos sucios, cubiertos encima de mi velador y una botella de vino. la abrí y la vacié en mi estómago y recordé a la mujer de rojo. era hermoso, en verdad era preciosa. me senté a escribir y la retraté, luego, dormí, y tuve un sueño con ella. me decía que comiera todo cuanto quería y que me deseaba pero que me bañara, afeitara, vistiera de azul noche y usara lentes oscuros, que eso me traería suerte. apenas dijo eso, desperté. me fijé en mi ropa pero no tenía nada azul. tan solo lentes oscuros. salí a la calle y me encontré con un vecino. le dije si tenía un traje azul, me dijo que no por lo que tuve que salir con mis lentes oscuros, pero sí me bañé y afeité. pasé por el restaurante y vi el auto de lunas polarizadas. iba a entrar pero no pude, tuve temor que me reconocieran. de pronto tuve la idea de mandarle el retrato que escribiera de ella. volví a casa y lo mandé por correo, y esperé. pasaba por el restaurante pero nunca la veía, tan solo el auto de lunas polarizadas. pero, una noche me llegó su respuesta. abrí la carta y era ella diciéndome que sabía quién era yo. me alegré mucho, pero adjunto a la carta estaba la cuenta de lo que comiera aquella noche. me reí y no volví a pasar por aquel lugar. tengo que trabajar, pensaba cuando sonó el teléfono, era mi madre diciéndome que tenían un trabajo para mí de corrector de una revista por horas. acepté y al primer mes cobré y fui a pagar la cuenta. todos se sorprendieron pero no quisieron atenderme, mas bien, con educación me llevaron a la puerta. ya estaba por irme cuando vi el auto de luna polarizadas. es ella, pensé. vi el auto detenerse justo a mi lado y vi que tres mujeres bajaban y todas vestían de rojo, y todas con el cabello dorado. quedé anonadado pero supe que mejor estaba el recuerdo, y mucho mejor mi sueño, así que volví a mi cuarto y volví a escribir, y escribí una vez mas.

san isidro, noviembre del 2007
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 19277
  • Fecha: 23-11-2007
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.06
  • Votos: 70
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2862
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