El jardinero perseguido por su miedo, y alcanzado por esa sombra, que le acosaba desde que se había encontrado con la muerte en el jardín del Palacio, decidió huir. Logró llegar a su casa, recoger las pocas pertenencias que el tenía y salir caminado hacia el este, hacia Istahad donde el se sentía seguro, ese lugar en el cual esas sombras no le podían atrapar, él caminó .............
La muerte después de haber hablado con el Príncipe decidió ir a Istahad, a pasos agigantados, en vuelos indeseados, en caminatas mal olientes y en aguas putrefactas ahí se encontraba, donde las sobras se volvían luz porque la oscuridad era más penetrante que el mismo negro, ahí estaba ella llena de esa sensualidad que la caracterizaba, de ese deseo que atrapaba, de esa mirada que mataba, y de esa sonrisa que envenenaba, en todo lugar, donde el hombre caía, donde el hombre quedaba vencido, donde las fuerzas no eran fuerzas sino debilidades ahí estaba ella, engañando a cada paso, conquistando a toda persona, porque su belleza hacia que en miradas de hombres se vuelva una ninfa, que solo se ven en sueños, que es perfecta que te envenena y te atrapa con su belleza que solo se ve en los pensamientos más profundos, en los deseos más hondos de tus entrañas.
Y en miradas de mujeres se vuelva ese Dios del cuál cualquier mujer estaría dispuesta a ceder, se convertía en el hombre perfecto, en el sueño que lo vives, que lo sientes, ese hombre que cada una desearía tener. Así se presenta, imprevisible, insegura, indecisa, te puede atrapar en un segundo o talvez en una eternidad.
Volaba, a veces caminaba, a veces nadaba, a veces se enredaba en cada una de la gente que se encontraba en su camino, algunas veces se iba, otras se adueñaba de ellas y las llevaba a un éxtasis que les atrapaba y les hacia prisioneras de su propia alma, les hacia prisioneras del éxtasis que les hacia sentir. Por eso nuca mas las volvías a ver, desaparecían, se consumían del deseo, así en cada pueblo que atravesaba se adueñaba de la gente más débil que podía ceder fácil y caer en sus garras, en las entrañas de la muerte.
Llego la noche, ella tenia que llegar antes de la media noche a Istahad, se encontraba a dos horas de su destino, paso como el viento antes de que caiga una tormenta, esta no se había dado cuenta de que alguien la venia persiguiendo, no sabia lo que era, lo único que podía sentir era que ella se iba debilitando y cada vez le costaba pasar por cada rincón de su camino, cada vez quedaba mas floja, ya no causaba la misma sensación que causaba una horas antes, ella tuvo que detenerse, no soportaba mas ese desánimo esa vagancias que le envolvía, ella unos minutos después halló algo que jamás había visto antes, algo que nunca en su vida había podido sentir, era una extraña sensación que le atrapaba, que eras mas fuerte que su misma energía, que su misma perfección de ser muerte, de ser poderosa, era una luz roja que la envolvía, que le rodeaba, que le atrapaba, que siempre iba a estar junto a ella que en segundos le daba mas vigor, seguridad, confianza, que en segundos le daba mas éxtasis que su mismo éxtasis, que le conquistaba, que se enterraba en sus entrañas, que se movía, que saltaba, que corría, que dormía en su interior llenándole de eso que jamás vio. Salía, entraba, allanaba se fugaba, mientras ella se consumía, mientras ella agonizaba, ese extraño ser se iba apoderando de ella, llevándole a lugares en donde el agua subía envés de bajar, donde en la noche se vivía, y en le día se dormía, donde la luna salía de día, para iluminar, y el sol asomaba de noche con una manta negra para poder dejar dormir a todos esos seres que habitaban en aquel lugar, le llevo a lugares donde la imaginación no llega, a lugares donde el viento no tiene aire, y en donde al sol se le habían robado su luz,, ella abrió los ojos, y se encontró en un lugar lleno de energía, donde en el fondo una luz roja, con dorado y unos pequeños rayos plateados le envolvían, ella sabia que tenia que regresar que tenia que ir a Istahad, porque ahí tenia una cita muy importante a la cual ya había dejado un lugar señalado para el encuentro.
Ella había encontrado algo que jamás había podido expresarlo con palabras, era una sensación mágica que nunca antes la había vivido, que solo llegó y se adueño de ella. Muchas veces la besaba, muchas veces la acariciaba, y se apoderaba de ella había caído en sus garras, ella había sido seducida por el amor.
Nunca mas se supo de la muerte, solo se sabe que ella nuca llegó a su cita con el jardinero, y el nunca murió porque el día que él debió haber muerto la muerte se enamoró.