Antes de que dieran las cuatro, Freddy tuvo tiempo de recordar. Repasó una vez mas el escenario del crimen: su pequeña salita, el brillo del verano tras las ventanas, la risa juguetona de los niños. A continuacion, volvió a ver como sus manos empuñaban un hacha, el hacha elevándose y cayendo sin cesar sobre su esposa, su cuerpo seccionándose en bandas de carne sanguinolenta. Y no sintió remordimientos.
Dieron las cuatro. Dos policias abrieron las puertas de su celda y Freddy salió. "Fue el ángel de la muerte" musitó, mientras caminaba por los pasillos de la prisión. Y es que Freddy siempre creyó en su absoluta inocencia. Porque no fue él, sino una entidad perversa, un ANGEL DE LA MUERTE el que se posesionó de su cuerpo y lo obligó a cometer tan espantoso asesinato. De alguna forma, su abogado había mostrado esa misma convicción en los tribunales, consiguiendo un sorprendente veredicto de inocencia. Freddy pensó que le debía una muy grande al maldito cabrón.
Al fin, se abrieron los portones de la penitenciaría y Freddy salió. Al salir, sus ojos se enceguecieron con las luces del cielo veraniego. Eventualmente, se escuchó la risa de un niño. Afuera lo esperaba un angel.