La uno punto cuatro
Cuando llegó el ferrocarril a La aldea, ella era La única mujer que entregaba sus servicios sexuales a Los obreros que trabajaban en La nueva construcción de estación donde llegarían los trenes a cargar maderas el trigo y animales, y por supuesto que ida y venida de los pasajeros en una locomotora a vapor que nadie conocía por esos lados.
Los obreros se recibían fichas en cuenta de pago, las cuales se cambiaban por víveres en las mismas tiendas instaladas por La empresa constructora y algunos ingenieros ricos. La chica del pucho, como se le decía, por tener La costumbre de sentarse en el umbral de su rancho a fumar todas Las tardes hasta que el cigarrillo le quemara los dedos. También recibía en cuenta de pago las famosas fichas, o gallinas, papas hasta completar La tarifa.
En esos meses se había declarado La huelga grande. Pretendían que se les subiera el jornal entre otras cosas. mientras tanto, iban donde La chica del pucho a gozar de los placeres carnales. Ella anotaba cuidadosamente en un cuaderno La deuda de sus clientes hasta que les pagaran.
Después de una semana. Los llamó discretamente uno por uno y le dijo: “Supe que le subieron el sueldo un uno punto cuatro prociento, así que yo también reajusto La deuda que tienes en uno punto cuatro por ciento”
Desde entonces, que los ferroviarios cada vez que tienen ganas de tener sexo dicen “vamos donde La uno punto cuatro?