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ladrones de verdad

me sentí abrumado en mitad de la noche. esas cosas de los sueños y miedos alargan la sed de verdad o de la mentira, es igual. sentado frente a la ventana mas grande de casa, de noche, aún palpitaba como pescado fuera del agua, mis recuerdos de un sueño inmortal. en este, un tipo como cualquiera tenía el rostro como muchos, vestía como otros, caminaba cansado y su altura era pequeña. ¿su nombre?, lo olvidé como suele ocurrirles a los que sueñan. ¿de dónde vienes?, le pregunté. me dijo que del fondo de todos los tiempos. no le entendí y él pareció alegrarse, como esos profesores que encuentran al fin a su último alumno. vivo lejos que aquí, pero no de distancia ni de tiempo. vivo a mas de un microsegundo de la vida. tampoco le entendí. soy un mercader de hombres y deseo una parte de ti. ¿parte de mí?. sí, respondió. necesito tu cerebro. tiene las coordenadas de un cuerpo que está por nacer y que va con destino a la realización de un ladrón, pero no uno de esos que se lleva las cosas, gratuitamente, y las canjea por gustos personales o anhelos de satisfacción. me quedé pensando en lo que deseaba de mí. le miré y sus ojos empezaron a agrandarse como pecado dentro de una pescera. sus cabellos cambiaron de color por un rubio y de lo lacio se volvieron enrulados, pero mas cortos. vi que tenía pequeños bigotes y sus dientes eran muy blancos. no fuma, pensé. sonrió de mis pensamientos. mi cerebro, pensaba cuando de pronto me transporté a una especie de sala de operaciones. vi que estaba en medio de gente sin ropa y nada mas que ojos intensos en sus caras. todos eran hombres de cabellos rubios pero de rostros muy parecidas y muy jóvenes. quería hablar pero no podía. descansé, escuché al mismo hombre que viera antes de este momento. ¿tiene un deseo antes de la operación?, preguntó. ¿uno?, me dije pero no hablando porque no podía, sino pensando. sólo uno escuché y vi que aquella otra voz brotaba de mas allá de las luces, y noté que encima de estos seres había mucha mas gente vestida como de algodón, como espuma que cubría algo de sus extraños y largos cuerpos. ¡quiero conservar mi corazón!, quise gritar y lo hice pensado en que así fue. hubo silencio en la extraña sala parecida a un coso de toros, pero mas pequeño y lleno de luces suaves pero claras. sólo necesitamos su cerebro, lo demás se lo quedará, dijo la segunda voz que pude apreciar brotaba de un hombre muy alto pero que tan solo notaba su extraña silueta adornada por espuma, ubicado en lo mas alto de aquel lugar. no somos dioses, dijo la voz, somos hombres de un microsegundo mas allá de la vida; y diciendo esto, todas las luces se apagaron y me sentí solo, un punto mas en la oscuridad. podía respirar aún, y respiré con suavidad, como remando en ese mar de oscuridad. de pronto escuché voces y sentí como que las luces de aquel lugar se encendieron. quise abrir los ojos y moverme pero no pude. unas manos me cogieron y llevaron a otro lugar en donde sentí el calor y la presencia de muchas personas. el tiempo pasaba y tan sólo podía respirar y pensar, pero no sentía miedo ni pena, nada. el clima parecía cambiar porque sentía frío y calor y manos que mudaban mis ropas. de pronto pude apreciar algo, pero aún no podía hablar ni moverme. volví a ver y vi que estaba en un sanatorio, solo, en una cama blanca de sábanas de mismo color, y gente que eran enfermeros y enfermeras. también vi a los pacientes que estaban echados a mi costado. el olor era normal, pero, era un sanatorio. una mañana pude levantar un dedo, luego la mano, al final moví todo el cuerpo. empecé a caminar y una tarde pude ver mi rostro en un espejo. me quedé muy sorprendido. frente a mis ojos un mono me miraba, un hombre sin frente, con pelos blancos y sin dientes. un despojo de algo. no podía hablar, no hablé. una noche, con mucha suerte pude salir a la calle sin que nadie se percatara. no pasaba nadie por las calles y pude escuchar las olas del mar. pude llegar a la orilla y pude sentir la humedad en mis piernas, mis manos, mis huesos, mi cara. caminé hasta llegar a mojar mi pecho, mi corazón que empezó a palpitar de emoción. miré hacia el negro cielo cuando escuché la voz del hombre alto tras la bruma de espuma o nubes o algo por el estilo y que viven un microsegundo más allá de la vida. tu corazón, sólo tienes tu corazón, lo demás es ilusión. siente lo que te queda y vive, vive. sé respirar, pensé y los hombres de aquel lugar me dejaron para siempre en paz. seguí caminando hasta que el mar me cubrió. no respiraba pero algo mas sucedió, todo se hizo negro y en aquella oscuridad, volví a respirar.
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 20922
  • Fecha: 13-04-2009
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.87
  • Votos: 55
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2845
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