tenía todas las fotos sobre mi mesa, sin embargo, no encontré la que buscaba. las volví a revisar pero igual, nada. llamé por teléfono a mi hermana si tenía una que otra foto de mi padre pero no tenía tiempo para buscar. le pedí si podía ir yo a buscarla, y me dijo que ya eran pasada la media noche y, si no estaba borracho. colgué. empecé a pasearme por todo el cuarto y de repente me detuve frente a la ventana que daba a la calle porque escuché disparos. me acerqué y vi a un tipo mayor de edad con un rifle disparándole al cielo. no dejaba de disparar y yo pensaba que de un momento a otro vendría la policía y se lo llevaría. de pronto, el tipo apunto hacia donde estaba yo y no supe qué hacer. iba a esconderme pero me quedé congelado. ¿qué me miras?, preguntó. por qué no sigues buscando tus fotos y me dejas matar a una que otra estrella. no supe qué decir y salí de la ventana para hacer lo que me decía. apenas toqué las fotos encontré la que buscaba, y que había buscado desde la mañana. iba agradecerle al tipo pero cuando salí de la ventana no había nadie. miré las estrellas y no encontré una sola. las ha matado, pensé. cogí la foto de mi padre, le puse un marco y lo puse encima de mi escritorio, luego, me puse a escribir un cuento acerca de mi padre y de los locos que buscan fotos de sus muertos.
iba bien la cosa hasta que alguien tocó la puerta de mi casa. miré por la ventana y nada, no había nada. iba volver hacia mi escritorio cuando escuché que alguien hablaba por la puerta de mi casa. me acerqué y escuché la voz de mi padre y la del tipo que hacía poco estaba matando estrellas. me fijé por la ventana y nada. desvarío, pensé. me dije que mejor me echaba a dormir y así lo hice y apenas estaba conciliando el sueño sentí que dos manos cogían mis pies. me levanté pero no vi nada, nada de nada. fantasmas, pensé. me senté frente a la foto de mi padre y empecé a rezar como si fuera mi santo. fue extraño, apenas estaba rezando quedé dormido como un perrito, enroscado en las patas de mi escritorio. sí, soñé con mi padre y este me decía que no debía desvelarme, podría enloquecer o, volverme un genio.
san isidro, julio de 2008