abrí los ojos y empecé a escribir.
la vida en esencia es simple, tan solo respiras y ya, todo un regalo. hace mucho que no pensaba en esto de los bichos que siempre molestan de noche, sobre todo cuando uno se sienta a escribir. cogí y doblé un periódico y busqué que aplastar a esa molestia. de pronto el cosito este se puso frente a mí. iba a aplastarla pero al verlo allí, moviendo sus alitas, girando en forma antihoraria y luego horaria, me gustó apreciarla. pensé en esto de que estos bichos tan solo viven un día o dos, o, quizá unas cuantas horas. me gustó pensar en esto. pensé en las veces en que respirara. imaginé verla volando sobre mi cuarto para luego salir por la ventana e irse a otro lugar, buscando otra lumbre, quizá, o algo que llamara su atención. imaginé que se acercaba a un poste de luz, juntándose con mas bichos como él. ¿qué buscarán?, pensaría. ¿por cuánto tiempo estarán así?, ¿girando hasta quemarse y fundirse apenas tocasen el foco?. me imaginé yo, frente a una luminosidad, hermosa, bella y sin forma pero que inspirara algo mas de curiosidad. me acercaría y trataría de tocarla. es seguro que se iría como muchos de mis sueños y visiones. recordé la cantidad de respiraciones mías, y las del bicho. leí en un libro que estos bichos tienen en proporción las mismas cantidad de respiraciones que un animal grande, pero el ser humano siempre los triplica, es extraño. pareciera que es uno el que decide morir hasta el instante final. puede ser. recordé a Rasputín y las veces en que fue envenenado y acuchillado para luego seguir vivo por voluntad propia. y al final, morir ahogado. suerte la mía de vivir en este instante y sobre todo escribir de ello. agradecer por esta vida y apreciar la noche que tengo en donde estoy frente a un bicho que me muestra la gran magia que es la vida misma en todas sus facetas.
un amigo me preguntó por mi parecer acerca de cómo me gustaría que sea mi vida el resto del tiempo. le dije que feliz, muy feliz. ¿cómo?, preguntó. lo intentaría, eso haría, le dije. ¿cómo?. buscándome y en ese encuentro disfrutar esa magia del sentido de mi vida, en ser feliz haciendo lo correcto. mi amigo sonrió y dijo que él también. nos despedimos y me dijo que la noche es hermosa. sí, le dije.
san isidro, octubre del 2007