Una noche de tormenta me dirigía a la sierra al chalet de unos amigos. El coche se me paró, me había quedado sin gasolina. Intenté llamar por el móvil, pero fue inútil, no había cobertura.
Salí del coche y empecé a andar en dirección al chalet, cuando escuché el primer aullido. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de arriba a bajo. De pronto tenía miedo, terror por lo que pudiera suceder esa noche. Salí a correr para llegar lo antes posible al chalet.
Estaba lloviendo, hacía viento y tenía frío. El choque de las hojas de los árboles y el sonido de la cascada que no quedaba muy lejana de dónde yo estaba, producían un sonido espeluznante. El asunto todavía no estaba lo bastante completo asta que empecé a sentir que alguien me perseguía.
Me paré para ver que sucedía, cuando un pobre perrito salió de entre los arbustos, era bonito, cariñoso, estaba un poco sucio pero no importaba. Lo cogí entre mis brazos y pensé:
-¡ya está! Todo ha pasado, el aullido y las pisadas de este pobre animal me han asustado.
Seguí andando cuando llegué a una casita y decidí entrar.
No me preguntéis ¿por qué?, porque ni yo lo se. Ya sé que jamás debí haber entrado, no tenía ni idea de lo que podía suceder ahí dentro.
Abrí la puerta, había telarañas en todos los rincones y esquinas, ratones corrían de un lado a otro, y una figura humana rodeada bichos por todos lados. Nunca llegue a saber si esa mujer estaba muerta o la mataron los bichos devora hombres.
Salí a correr y después, de un rato corriendo vi una luz a lo lejos.
Me dirigí allí, era el chalet de mis amigos. Toqué la puerta pero no respondió nadie, volví a tocar y todas las luces se apagaron. ¡Todas las luces!
Me asome por la ventana, pero no logre ver nada.
Tire la puerta abajo y vi a mis amigos muertos. Me quede paralizada, no sabia que hacer, me di la vuelta y algo horroroso acechaba detrás de mi. De repente abrí los ojos y me di cuenta de que solo había sido una pesadilla, un maldito sueño, un sueño irreal.