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minerva456@hotmail.com

Cerré el programa por el que estaba chateando y apague el cigarrillo en el cenicerito de bronce que estaba colmado de colillas; corrí la bandeja deslizable del teclado, mire el mouse como despidiéndome, me pare y agarre mi campera que sirvió la ultima media hora de almohadón en esa silla color bordo toda destartalada y llena de manchas de la maquina numero cuatro. Le dije a Daniela que tenía un abono y que anotara ahí las cinco horas que había estado conectado; saludé a los demás y salí.
Apenas bajé el escalón del local alguien me miró desde el bar de la esquina y, como es mi barrio salude sin preocuparme si me conocía o no. Cuando baje la vista me di cuenta que había llovido y yo tenía unos zapatos incómodos; me descalcé e hice un par de chapoteadas en los dos primeros charcos, el portero del edificio que estaba sentado en su reposera verde no me devolvió la sonrisa por mi travesura.
Viernes 3 AM y estoy caminando y oliendo a mi querido Barrio Sur. Los naranjos, los restos de azahares, la tierra mojada por la lluvia... No hay sonidos fuertes, mis pies golpean descalzos la vereda mojada y ahora me esfuerzo en que mi andar sea menos ruidoso, como si perturbara a alguien. Doy vuelta a la esquina y espero ver a los vigilantes que están en la iglesia de los judíos esperando atentados pero no, no están. Diez metros después abro la puerta del pasillo en donde queda mi casa; La abro doy un paso atrás, la miro (toda amarillenta, alta mojada) y entro. Subo los escalones y encaro; por suerte me acorde de dejar la luz prendida porque en las noches sin luna en un pasillo tan angosto no se ve nada; primero paso el departamento de Vilma, una adorable anciana; después el departamento B que esta desocupado desde hace tres años por lo menos; unos metros mas y estoy en la puerta del departamento de Andrés y me doy cuenta solo por el charco enorme que se forma junto a la puerta gris cuando llueve. De ahí hasta la puerta D, que es mi casa, hay unos quince metros y colillas de cigarrillos y restos de plantas y arena y cucarachas muertas; a pesar de los desinfectantes y de la lluvia antes de abrir la puerta negra y pesada huelo el agrio perfume de las cucarachas. Miro para atrás (quedan dos puertas y una mas de frente que es el departamento G) y entro.
El patio esta inundado y las macetas (mis mascotas) están contentas con la lluvia. En el resumidero del patio emerge heroico de las aguas lo que queda del tronco de un árbol que creció porque sí. Veo desparramados por el piso los restos de pintura que cayeron de las paredes con la lluvia, un montón de tierra que salió del resumidero y un grupo de lombrices que bailan una especie de ritual.
Es una casa antigua, diría que de 1910. está realmente deteriorada, todas las paredes parecen querer caerse ya, llenas de manchas de humedad. Entro en la pieza que esta frente a la entrada, la puerta de dos hojas esta abierta tal como la dejé, es la sala de ensayo. Mi guitarra me mira mal porque no la limpie antes de irme y porque sabe que cuando vuelvo tarde no la voy a tocar. Reviso con la mirada si no falta nada (es que me robaron hace una semana) y todo esta en su lugar. El bajo de Juan, los equipos de guitarra, la consola, el quipo de bajo, el pie del teclado, las carpetas de las letras, las sillas y los cables. En el medio de la pieza hay 3 dinosaurios de plástico, unos 20 papeles de caramelos y una botella de granadina que dejaron ahí mis hijos ayer cuando vinieron a visitarme. Apago la luz y paso por una puerta que también esta abierta a la habitación contigua que es lo que comúnmente llaman: comedor. Digo comúnmente porque desde que se fue mi ultima mujer ya no como ahí, no por algún problema psicológico sino porque se llevo todos los muebles y la heladera y la cocina y todo lo demás y también al pequeño Julián y a la alegría. Ahora no como, solo tomo mate con agua que caliento en el calefoncito eléctrico que me regaló Mariví. En el comedor dejo la guitarra en un sillón de pana verde que conseguí, acerco dos sillas (una para poner el equipo de mate y otra para usarla de mesita), unas hojas, mi lapicera, el cenicero de madera todo quemado y los cigarrillos.
Me voy al baño, enchufo el calefón, vuelvo al comedor y me siento a esperar que se caliente el agua. Antes de buscar el agua paso por la cocina, que también da al patio al igual que las piezas y el baño, y agarro medio pan que deje del almuerzo.
Preparo el primer mate, bien espumoso y me pongo a pensar en las casualidades y en las causalidades.
Cuando estaba cateando pude haber elegido cualquiera de las 250 personas que había en el salón en donde estaba, pero elegí minerva222; el día que nos conocimos nos casamos dos veces; Yo le propuse casamiento primero por comer queso gruyere con ese aceite y jamón crudo. Ella fue quien insistió la segunda vez después de una extensa lista de vinos y champañas. A pesar de eso cuando nos encontramos la segunda vez nos casamos de nuevo y quedamos de acuerdo que ella se iría de luna de miel a Francia con mi mama (porque nunca la pude mandar yo a su querido Paris) y yo me quedaría con su pareja mirando partidos de fútbol, hablando de mujeres y tomando JB.
Cateamos horas y horas, al comienzo me hizo acordar a mis ex mujeres, claro esta para mí que no por los temas de conversación sino por la duración de las charlas, pero después me pareció mas como un amigo, o una amiga, o un alma gemela pero totalmente opuesta.
Y tuve un dilema: al no poder mirarle las piernas, ni sus manos, ni saber si sus labios son carnosos o no; o ser intimidado por su perfume. Al no poder mirar su busto o su cuello o sus zapatos; Al no ver el color de su piel, de sus ojos, de sus cabellos, de sus dientes; al no saber si usa esmalte de uñas, medias de seda, lápiz labial o delineador. Al no saber como es su voz ni como se ríe (aparte de los je je), ni como respira cuando habla apresurada. Al no saber cómo se mueve cuando dice algo pícaro o cuando piensa. Al no saber si esta hablando con otra persona a la vez o esta sentada hacia delante o hacia atrasen su silla; si tiene su dedo índice en el mentón, si tiene recogido el pelo, si tiene anteojos o ropa exótica o no tiene nada. Al no saber si tiene un rostro como los que me agradan o un buen cuerpo; o si usa peluca; al no saber si se afeita las piernas o si se las depila o si se le nota el sostén debajo de su blusa ¡si tiene blusa!. Al no saber como cruza las piernas o como parpadea o como mira en los punto y aparte a leer sus poesías o como sonríe en los finales. Al no saber como agarra la taza de café o como cierra los ojos al olerlo o como revuelve el azúcar o como se limpia la crema ¡si es que lo toma con crema!.
Al no saber nada de esto y teniendo en cuenta lo que conozco de mí para sentirme atraído por una mujer, no tendría que sentirme seducido. ¡Pero sí!, es la primera vez que me ocurre. Estoy seducido por su forma de pensar y por su forma de escribir, por sus gustos, por su respeto, por su humor; por su intangibilidad y su invisibilidad pero no por lo que siempre me sedujo de una mujer.
Hoy a las quince horas nos encontraremos de nuevo y le propondré que nos casemos por cuarta vez sin decirle nada antes.

- el pipa dice: hey ¿querés casarte de nuevo conmigo?.
- Minerva222 dice: dale.
- El pipa dice: ja ja.
- Minerva222 dice: je je.
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 6.69
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
vidah
invitado-vidah 26-06-2004 00:00:00

este cuento no me causa nada! tanto leer y tanta descripcion para nada! es super aburrido no me gusto! intenta de nuevo!

desconocida
invitado-desconocida 13-04-2003 00:00:00

no me extraña que sea el unico comentario,es malisimo el cuento

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