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Categoría: Históricos

origen de la vida

Uno de los mayores retos de la Biología moderna es la de explicar la aparición de seres vivientes sobre el planeta Tierra.



Gracias a los trabajos de Stanley Miller, de Oparin y de decenas de investigadores de nuestros tiempos, podemos obtener una visión general realista sobre las vías para la autosíntesis de estructuras termodinámicas capaces de experimentar la vida; sin embargo, el punto básico que entra en escena es la forma mediante la cual esas estructuras cuasi-estables fueron estimuladas para mantenerse en un estado de la energía cuyas posiciones y movimientos les permitieron establecer intervalos en la difusión de su energía interna.



No es sino hasta la era espacial que con el soporte de cientos de observaciones y experimentaciones realizadas por científicos astronautas y por científicos “de tierra” nos sentimos capaces de inferir una teoría biocósmica sobre el origen de la vida y de los seres vivientes. Los cabos sueltos son tan consistentes que es de extrañarse el porqué de la dilación para reunirlos en un todo coherente y más cercano a la realidad.



Quizás nunca sepamos con precisión cómo ocurrió la vida en estructuras inertes; sin embargo, podemos estar seguros de que el proceso de origen fue absolutamente inorgánico, o abiogenético, si se prefiere este último término.



Existe una teoría científica, generalmente aceptada, sobre el origen de los seres vivientes en la Tierra, la Teoría Clásica, la cual es la que aprendimos en nuestras clases de Evolución y de Biología General. Las otras propuestas para el origen de la vida, como la Panspermia y el Creacionismo, son simplemente ideas surgidas de la imaginería humana.



Por ejemplo, la Panspermia propone que los seres vivientes terrestres se originaron en otro lugar del Universo, y que cayeron sobre la Tierra para establecerse en ella. El problema con esta idea es que nunca sabríamos si es cierta o falsa, ya que no podríamos experimentar de ninguna manera para comprobar su falsedad o su veracidad. Esta idea de la Panspermia es indemostrable, o sea, no se puede someter a ninguna prueba. Es una idea cuya veracidad depende de silogismos y adjudicaciones mentales, esto es, de engañosos ardides mentales. Por ejemplo, ellos verían demostrada su idea con tan sólo encontrar seres vivientes en cualquier cuerpo espacial, ya sea planeta, asteroide, cometa o grano de polvo; sin embargo, no se ponen a pensar que ese tal cuerpo espacial pudiera contener materia viviente simplemente porque fue expuesto a las mismas condiciones de fase, densidad y estado de la energía que el planeta tierra.



En cuanto al Creacionismo, no estando basado en hechos observables, ni siquiera indirectamente, queda totalmente descartado por inviable, al igual que la Panspermia.



Todo parecería indicar que la teoría clásica sobre el “origen de la vida” sería la más correcta desde el punto de vista científico; sin embargo, esta teoría implica muchos inconvenientes infranqueables si nos limitamos solamente a su perspectiva, por ejemplo:



1. No define el concepto vida.



2. Ubica la formación de seres vivientes en los océanos primitivos, cuyas condiciones eran altamente agresivas hacia la estructuración de las biomoléculas debido a la alta concentración de substancias oxidativas en el agua, por ejemplo, sulfuros.



3. Establece que los protobiontes adquirieron vida por el simple hecho de adquirir una estructura molecular compleja, lo cual es impreciso, pues ni aún combinando todas las substancias requeridas para formar a la más simple célula, colocándolas dentro de una membrana apropiada, dicha estructura fabricada experimentará el estado de la energía de la vida.



4. Para que se formaran los arqueobiontes que propone la teoría clásica era imprescindible la síntesis del ADN, cosa que desafía a la realidad y al conocimiento actual sobre las propiedades fisicoquímicas de estas moléculas, por ejemplo su baja resistencia a temperaturas extremas, a substancias oxidantes, a ambientes hiperdensos, etc.



5. La teoría clásica promueve el juego de “¿qué fue primero?”, pues no sabe determinar si era posible la reproducción del primer bionte si éste no poseía moléculas autoreplicables, como el ARN y el ADN.



Sin quitar méritos a la teoría clásica, la teoría reduccionista que aquí se expone pretende dar una solución objetiva a algunos de los inconvenientes de la teoría clásica, basándose en pruebas observables y que pueden sujetarse a experimentación en cualquier momento.
Datos del Cuento
  • Autor: incognito
  • Código: 12570
  • Fecha: 31-12-2004
  • Categoría: Históricos
  • Media: 4.83
  • Votos: 71
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4371
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