Las horas pasaban y ella no venía... Me involucre con el aliento... Subía y bajaba como si estuviera dentro de la eternidad... Y cuando estuve cerca de la estrellas, un golpecillo tocó mi hombro... Miré y la vi a ella... Estaba muy abrigada y su sonrisa estaba recogida y gris... Me cogió la mano... Me jaló hasta llegar a un hotel... ¿Entramos?, preguntó... Asentí... Pagué y dejé los documientos... Subimos por el ascensor y mientras ascendiamos, ella puso sus labios y su lengua dentro de los míos... Empezó mi alma a gravitar y quise amarla... Llegamos al cuarto y quise hacerla mía... Pero algo detuvo mi ser... Una luz empezó a brillar en medio del cuarto... Esta crecía mas y mas... Y cuando se hizo gravitante, la seguí... Desnudo fui tras la luz que se iba y se iba... Corri y corrí hasta llegar al gentío que al verme desnudo, reían... La luz no reía... Era tan hermosa... Y cuando empezó a apagarse, sentí el cielo... Dos hombre cubrieron mi desnudez y me llevaron al loquero... Allí estuve por varios días... Nadie vino, tan solo ella, la luz que empezaba a ser importante... ¿Puedo decir que te amo?... La luz se acercó y entró dentro de mí... Desde aquella noche, no puedo dejar de amarla... Alli en mi celda, allí en mi cuarto, allí en medio del gentío... Allí, donde esté mi aliento... Y era tan feliz... Como si viajara rumbo a un destino lleno de dicha...