Lo que Dios ha unido que jamás lo separe el hombre.
Fueron las palabras que dijo el sacerdote el día que me case, los primeros días fueron plenos de dicha y felicidad, la luna de miel, los primeros días en nuestra casa.
Pasaron algunos meces y comenzó la duda, mi mujer podía engañarme con (el amigo de la familia, el ex-novio de la universidad, el lechero) y con las dudas empezaron las primeras borracheras y las riñas maritales.
Vinieron los niños y a celebrar su nacimiento, mas bebida y por ende los consecuentes problemas con mi mujer.
Llegaron los días en que ahí que estirar el sueldo para completar con los gastos, estudio, ropa, comida. Etc. La situación se agrava y la tensión aumenta.
Al no encuentras solución tomas cada ves mas para olvidar los problemas y por eso mas riñas conyugales.
El dinero no alcanza y los días de bebida se multiplican al grado que por culpa del alcohol se pierde el empleo.
Ella pide el divorcio y yo..... yo que la quiero tanto no me atrevo a dárselo pues la perdería para siempre.
Por eso hoy recuerdo...............
Lo que Dios ha unido que jamás, jamás lo separe el hombre.