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relatos y encuentros

estaba escuchando al doctor. me dijo que estaba bien. pero, me duele la cabeza, en este lado de la oreja doctor, le dije. me miró, escribió sobre un papel y con una sonrisa estirada y especialmente apenada, volvió a decirme lo mismo. gracias, le dije. le pagué y salí del consultorio. mientras pasaba por los pasillos del hospital, vi a tanta gente enferma que casi me sentí mejor. vi a un hombre tan delgado y viejo y mal vestido que me dije: no jodas, hay peores que tu. sonreí de mi suerte hasta que sentí unos mareos producto de la gente enferma. aceleré mis pasos hasta llegar a la calle. busqué un auto que me llevara a mi casa pero todos los que pasaban estaban apurados y llenos de personas. así estuve por varios minutos hasta que decidí caminar y caminé. pasé por un barrio de gente extraña porque todos vestían con el mismo tipo de ropa. pensé que estaban o pertenecían a una logia o a un grupo grande musical. seguí caminando hasta llegar a un restaurante. olía bien y me puse a mirar la ventanilla. habían varios patos asados y trozos de chancho colgados sobre un cordel. vi al cocinero con un hacha cortando verdura, vestía de blanco pero por ese mismo detalle se le veía asqueroso porque su traje era una pintura surrealista. decidí no entrar cuando de pronto me detuve en mitad de la calle, y pensé: ¿por qué siempre decido? ¿es un regalo o maldición? si acierto está bien y mi futuro estará cerca de mis mas bellos anhelos, y si no, bueno, quedaré como la inmensa mayoría perdedora. me sacudí de mis razonamientos y seguí caminando, me di cuenta que el pensar era como cargar arena sobre un río. una señora pasó por mi lado y era tan bella que no me resistí en saludarla. no respondió a mi saludo y me sentí rechazado y marginado, un insecto. iba a insultarla. la seguí y cuando estuve casi a su lado, la bella mujer me dijo el porqué la perseguía. le dije que porque me daba la gana y eso no estaba penado. la miré con intensidad como dispuesto a disparar balas con mis ojos. la pobre me pareció que se encogía y empezó a retroceder diciendo que yo estaba loco. me dio pena pero no vergüenza y seguí mi camino hasta llegar a mi casa. ya estaba cerca cuando vi el cuerpo hermoso de una mujer hablando en un teléfono público. me detuve y me le acerqué hasta llegar casi a rozarla sin que se diera cuenta, e hice algo que nunca me lo hubiera imaginado. ella estaba de espaldas y con mis manos, le tapé los ojos y le dije: ¿adivina quién soy?. sentí la tibieza de su cuerpo pegada al mío, y sus manos que tocaban las mías, y sentí por un momento que ella era la mujer de mi vida. volteó y cuando le saqué mis manos, su cara se metamorfoseó. retrocedió mientras le decía que me había confundido, pero ya ella se iba alejando como si viera a un fantasma. seguí mi camino hasta llegar a mi casa. las luces estaban encendidas, ya era de noche. toqué el timbre y salió mi esposa. la miré, le di un beso en los labios y mientras mis dos hijas me hablaban, sentí que era el hombre mas raro del mundo, o, quizá, el mas singular. dejé de pensar y me senté en la mesa a cenar.

san isidro, noviembre del 2007
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 19209
  • Fecha: 04-11-2007
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.7
  • Votos: 166
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4235
  • Valoración:
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