ya habia pasado mucho tiempo. tiempo ha, de que los americanos habian dejado el centro de San luis para combatir en la capital; entre Churubusco y Chapultepec. se acercaba ahora el año de la rendicion; 1847. la vida risueña, provinciana y sagaz habia vuelto a las calles de San Luis Potosi, pues todos habian vuelto a su vida de siempre. menos Julia. aunque la patrona Meche ya le habia tomado confianza, que inclusive pensaba dejarle ir para asi ella contratar otra vez a una chica del pueblo; pues desde principios habia ignorado las razones o no las entendia, cosa de un chico entremetido con ella y la angustia de su familia algo asi entendia. mientras, julia parecia que ya habia olvidado ese idilio prohibido con el soldado americano que habia pisado en esa provincia y que, sin saberlo los demas aun recordaba su breve y accidental encuentro cuando ella venia a pasos precipitados y de esa torpeza en andar nacio una amistad; luego, el romance. pero nadie lo notaba y ella aun perseveraba, perseveraba.
hasta que, un dia vio cumplida su estratagema; hacia poco que habia llegado 1847 y los gringos habian abandonado toda idea de lucha; pues en la capital ya gestionaban acuerdos para no atacar y contraatacar, mas evitar asi la intervencion de otros paises. asi las cosas, las tropas en los lugares que se encontrasen ya retornaban y ponian pies en polvorosa hacia su terruño; entre las tropas se iba la de su media naranja; la tropa de Rusell aun seguia en Mexico pues desmantelaban tropas y los soldados, ya sin pelear habian decidido acceder unos dias a quedarse por lo menos por condescendencia y a su tropa le faltaban 7 dias para irse a Estados Unidos y su regalia; unos territorios de Mexico cedidos como honor a Norteamerica; partes del norte fronterizo, la Mesilla, Arizona y Nuevo Mexico, etc. en eso se encontraban los soldados y mientras Francis con Rusell se limitaban a empacar sus prendas y armas que les serian decomisadas en su pais, pero aun asi les darian condecoraciones; al menos, eso no los preocupaba.
como siempre, Rusell empezo a dialogar con su compinche;
- ¿sabes una cosa, Francis? no me siento alegre de volver a Norteamerica.
-¿porque? fue una batalla muy breve y sosa; realmente, nos llevamos poco. eso creo yo, hermano.- aseguro Francis.
- no. no lo se. quizas. quizas esa chica pobretona y algo rustica me conquisto el corazon esa vez en San luis o tal vez como tu dices no me dejo satisfecho esta guerrilla de pacota.
- umm. quizas. porque en serio, esa chica era muy rustica pero tenia su buen tipo. aunque, me inquieto esa vez que le confese que ya nos retirabamos para la capital y me inquieto el como lo tomo. quizas me equivoque. a lo mejor ya se olvido de. tu sabes.- corto Francis, dando un punto de discrecion a lo que iba a decir de ese idilio amoroso.
- si. en fin, quizas ya no la vuelva a ver, quizas me case con alguien de terruño y. vaya, que embotado estoy, hombre.
- de menos me alegro de una cosa, Rusell.- dijo algo picaro Francis a su compañero y en forma jocosa.
- de que, Francis?- quiso saber el.
- que no nos aliamos a las filas de Zacarias Taylor. realmente, ese si fue un mercenario para la guerra de poca pasta como decimos en mi tierra; cerca de Los angeles, En california. pues solo fue cosa de minutos y sin llegar a mas. no crees?
-ah! francis, en serio que tu sentido de humor y tu leitmotiv me fascinan. en serio.- replico Rusell, seguido de una breve risa varonil y unisona de ambos. mientras, en otro punto diferente y donde todo seguia en su punto, San Luis, Julia se disponia lavar unas cazuelas de barro pulido y que habian dejado en la mañana pero solo habian llegado 5 clientes y estos se habian ido sin llegar nadie mas en todo el dia. ahora, ya era una cocinera pues doña Meche habia corrido a una de la cocina por romper una vajilla de porcelana, regalo de sus amistades a la vieja. asi pues, doña meche olvidando su promesa de chaperon y cuidar a la chica, le espeto a julia de salida al meson;
-hija, si no es molestia deseo que te quedes cuidando mi meson ¿no? voy con unas comadres de la congregacion de la iglesia. tu sabes como son de morosas las viejas. pero en fin, te dejo a cargo.
- no es ninguna molestia, doñita; ademas, ya ve que yo soy muy rapida. mas que una bala.- insinuo resignada julia.
- bueno, julia. no tardare en regresar. me dices si llegan clientes. hasta pronto.- en diciendo esto, la señora se alejo a pasos lentos y acompasados dejando a su empleada lavando y en su tema. pasadas unas horas y sabiendo que su patrona ya se habia salido le vino a la mente su plan; se vestiria con ropas de una de las tunantes que pasaba a veces las noches en el meson, siendo una mujer de clase acomodada; era Doña Bertha Maza. conocida de doña meche y su amiga porque ella le proveia de capital para mantener su meson libre de conspiraciones de la justicia o bien, para que fuera un lugar para viajeros modestos. asi, se iria a la capital y encontraria a su amor imposible, su querer. sin mas, dejo las cosas en su lugar para evitar sospechas y ante la distraccionde los criados de atras que atendian las viandas del meson, extraidas de animales en el corral contiguo al meson salio a las calles. no habia nadie y era domingo, dia de asueto y que la gente al salir dadas las doce en el campanario pasaba la tarde en su casa para labores de aguja. se fue, con pasos agigantados. no se supo como, pero llego con dificultades a la capital y siempre regresando vista atras, por si alguien le descubria pero ahi estaba; ya en Mexico y por casulidad, era el ultimo dia y los soldados se dirigian apenas hacia los furgones. Rusell iba con la cabeza solemne, pensando mil cosas, cuando una mano lo tomo por el uniforme. era ella, y el se quedo de a seis. (continuara)