Alguien que conocí, el cual se unió a una persona hace mucho tiempo en matrimonio. Me contaba su historia. Ama a su esposa, es su confidente y su amiga. Pero la rutina ha tocado su puerta, desde hace ya algún tiempo.

Ese deseo insaciable, por ella ha disminuido y su cuerpo necesita de otros besos y otras caricias. Le atrae lo prohibido, las relaciones que no puede tener, por ser casado. Lo ves escondiéndose en las calles, se escabulle entre las sombras de la noche, saliendo de los moteles. Llega a casa, con el olor a pecado en su cuerpo, ella lo recibe con una sonrisa y la mesa servida.

El simplemente le devuelve la sonsrisa, le da un beso apasionado y le cuenta el día atormentado que ha tenido en la oficina, mientras juntos cenan.
Ella se ríe de las ocurrencias, de su amantísimo esposo y dice pobre como trabaja. Le pregunto a él por que le mientes, por que no contarle lo que sientes, y me responde la verdad le destrozaría el corazón, la mentira la hace feliz.