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Año 1966.
Cabo Cañaveral, o Cabo Kennedy. (Qué más da, al fin y al cabo, sólo es un cabo.)
Vamos a lanzar una nave tripulada a la Luna.
Chootah, la nieta de Cheetah, la chimpancesa de Johnny Weismuller (el Tarzán de Hollywood) ya está dentro del traje dispuesta para el histórico acontecimiento.
Ha sido entrenada exhaustivamente toda la semana para esto.
El coronel Floherty inicia desde la sala de control la cuenta atrás. Para evitar errores, la lleva apuntada en un papelito.
--10-9-8-7-6-5-4-3-2-1... ¡¡¡ACCIÓN!!!
-¡Coronel Floherty, esto no es una película, hombre!
-Lo siento, general, con los nervios del debut....Bueno, contaré de nuevo...10-9-8-7-6-5-4-3-2-1...¡¡¡IGNICIÓN!!!...¿Así está bien mi general?
-Perfecto. Se dice ignición, porque es el ignicio del despegue. Muy bien.
De la parte menos noble del cohete comienzan a salir chorros de fuego incandescente a alta temperatura, y la nave se eleva dejando caer los andamios que la sujetan.
Aún quedaban en dicha estructura dos pintores que se churrascan y se van al suelo con el cubo de esmalte azul para naves siderales.
El general, viendo el accidente, sentencia para la posteridad:
-Ha sido un pequeño salto para la humanidad, pero un grandísimo porrazo para esos dos tipos.
La nave sigue subiendo y desprende el primer tanque de gasoil cósmico ya agotado en el inicial esfuerzo. Pronto atraviesa la atmósfera y sale de la gravedad terráquea.
Todo está resultando óptimo según lo previsto, excepto para las viudas de los pintores. Pero eso para la ciencia es pecata minuta.
Los técnicos de la NASA están contentos.
-A ver, Morgan, ¿qué debe hacer el mono cuando falle algo?
-No se preocupe, general, está entrenado para accionar un botón de alarma que lleva grabado el mensaje: "Jiuston, tenemos un problema".
En una enorme pantalla se ve la trayectoria del cohete dibujada por un sofisticado sistema de radares. Describe una parábola uniforme. Correcto.
Ya está a 130.000 trillones de años-luz, y tal vez exagere, cuando se rompe la lógica del trazado. Hace un zig-zag y luego un par de tirabuzones y luego sigue recta hacia la Luna.
Todos se alteran. ¿Qué estará pasando?. ¿El mono se habrá comido ya los botones?. ¿Y por qué no se acciona el mensaje de alarma?
De pronto en el recinto se oye una telefónica voz que proviene del interior de la cápsula:
-¡Jiuston, tener problema!
-¡Coño, la mona habla!
- No es posible, general. No está entrenada para eso.
-¡¿Pues quién diablos ha dicho eso?!
-No lo sé, es muy extraño. Rezo porque no haya sido "Alguien", el alguienígena.
Y volvió a sonar la gangosa voz:
-Jiuston, esta nave no ir bien. Creo que tal vez ser bujías o carburador.
-¡Quién es usted. Identifíquese inmediatamente!
-Yo ser Tarzán de los monos. Ya haber estado en selva y en Nueva York...ahora irme Luna.
-Joder, ¡Johnny Weismuller!. ¡¿Qué haces ahí, chalado?!
- Yo Tarzán, conquistar espacio interestelar y pasar a Historia en letras neón así de grandes.
-¡Está usted loco!
-Nada, nada. Los Hermanos Marx estar en Ópera, en Casablanca, en Oeste, en las Carreras...Y Tarzán sólo en selva y Nueva York. Ahora sí que Tarzán más famoso que nadie. Jua,jua. Y poder tirarme con lianas de planeta a planeta con alarido tirolés característico....
Y así fue la cosa. Tarzán todavía debe seguir orbitando por los infinitos espacios cósmicos. Nadie se enteró de esto. La NASA se ocupó de tapar el asunto y desconectar el seguimiento.
El pobre Johnny Weismuller si llega a saber que para ser definitivamente famoso, hay que dar el salto a la política y no a la Luna, hubiese hecho lo que Reagan o Arnold Swarzenneguer.
Pero eran otros tiempos y el tipo estaba majara.
Fin
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ñiño, a ver si el pobre tarzan va a aterrizar en un planeta ostil y nos lo matan.... que sería del cine sin él?, jejjejej mu gueno nene